viernes, 31 de octubre de 2008

noticias de la XXXI Temporada de don Juan (prensa)

Renovar las formas dramáticas con que ha sido representada la obra, objetivo de su director
Tradición y tecnología digital visten la temporada 31 de Don Juan Tenorio

La Compañía Trashumante se hizo cargo de la puesta en escena al ser declarada desierta la convocatoria

CARLOS F. MARQUEZ
Escena de Don Juan Tenorio
Lupa
Escena de Don Juan Tenorio Foto: ARCHIVO LA JORNADA MICHOACAN

El miércoles se estrenó en la Casa de la Cultura de Morelia la temporada 31 del montaje teatral Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, que en la versión del director Arnulfo Martínez se conjugan la tradición y la tecnología digital con la intención de renovar las formas dramáticas con que ha sido representada tradicionalmente esta puesta.

Media hora antes del inicio de la función ya se podía observar en el exterior de la Casa de la Cultura de Morelia una larga fila de personas que acudieron puntuales a la cita con la tradición teatral más longeva de Michoacán, a pesar de que para muchos sigue resultando inexplicable el por qué esta obra sigue gozando de tanta convocatoria entre el público de todas las edades.

La asistencia que colmó todas las localidades afirmó la vigencia de Don Juan Tenorio, montaje para el que paradójicamente ningún grupo del estado presentó su propuesta en respuesta a la convocatoria emitida por la Secretaría de Cultura para producir el mejor planteamiento de escenificación. Cabe recordar que una vez que se declaró desierto el concurso para elegir la puesta en escena del clásico de José Zorrilla, la Secum convino directamente con Arnulfo Martínez para que fuera la Compañía Trashumante. Carro de Heno la encargada de la temporada 31 de esta obra.

Como lo anunciara previamente Arnulfo Martínez a través de este diario, su apuesta en la dirección sería por un montaje despojado de los grandes artificios (de música, escenografía y hasta trazo escénico) que se han podido observar en otros años y centrado mayormente en la actoralidad y la propia esencia del texto. El director buscaba, en cierta medida, desempolvar el montaje y darle un aspecto innovador con la incorporación de la tecnología como una técnica de innovación.

Desde la conformación del reparto, Arnulfo Martínez buscaba romper con la rigidez del montaje y el punto de partida fue la elección del actor Víctor Sandín para interpretar a Don Juan, tomando así distancia con el cliché de que todo seductor tiene que ser el mejor parecido, aunque a decir verdad, Don Juan tiene más la naturaleza de un Sátiro.

Víctor Sandín consiguió dar el tono que al parecer Arnulfo Martínez buscaba para el personaje principal al recrear la noche del miércoles un personaje que se movía entre lo maquiavélico y lo bufonesco. Esa hosca interpretación de Víctor Sandín que empaña incluso los momentos en que Don Juan se descubre completamente conmovido, lejos de restar al carácter del personaje lo dimensiona en la magnitud del conflicto que implica reblandecer la suma perversidad en el acto de contrición alcanzado por virtud del amor.

Al mismo tiempo que Víctor Sandín contribuyó a dar otro matiz de Don Juan Tenorio, su fuerte presencia escénica devino en un problema para los demás actores que no alcanzaron el peso escénico como para contrarrestar al mítico seductor y asesino, es así que los mayores desequilibrios se observaron al confrontar al Tenorio con Don Luis (Cuco Ovando), que se vio más débil que capaz de hacer frente a su rival e Inés (Sandra Rangel), que no alcanzó a subirse en el arco emocional que Zorrilla le atribuye.

Aunque es clara la intención del director de acentuar el ambiente carnavalesco de la ciudad de Sevilla, la tentativa devino suma de excesos que quitaron pulcritud al montaje; la comparsa que en esta ocasión se despojó de la danza a cambio de mojigangas, zanqueros y un permanente flirteo indiscriminado no cesó en sus movimientos hasta el momento del encuentro de Don Juan y Don Luis en la taberna, hasta entonces, el grupo de jóvenes funcionó más como un distractor de la escena central, que como un corpus capaz de contextualizar el drama. Pero el director fue más allá e integró a la comparsa al electricista de la Casa de la Cultura de Morelia mejor conocido como El Toques, pero lo que no previó al incorporar a un personaje tan fuerte por sí mismo, es que éste se convirtió en el centro de atención mientras estuvo presente en la escena.

En cuanto a la idea de dar al Tenorio un aire más contemporáneo mediante la integración de la tecnología que fue aportada por el Grupo Aux, no fue lo más acertada en cuanto a la intención de plantear una escenificación paralela. Las proyecciones en 3D trataban de crear una escenografía alterna, por si no bastaba el majestuoso edificio de la Casa de la Cultura, pero la proyección terminó desfasada hasta el punto de que en tiempo real todavía se estaban acomodando los proyectores para que su haz de luz llegara al destino deseado, es así que se podían ver ventanas moviéndose sobre las paredes y hasta un caballito cabalgando aunque no viniera al caso, falta de ensayo quizás, pero al fin de cuentas falta de precisión y sincronía.

Hay en esta versión 31 de Don Juan Tenorio una serie de intenciones escénicas que pueden ser apreciables en la misma medida en que logren depurarse y no ceder a la tentación de emplear los recursos simplemente porque están a la mano y no hay que desaprovecharlos.