miércoles, 25 de febrero de 2009

Cápsulas de la Revolución

1.- La dictadura de don Porfirio se originó en el levantamiento armado de 1876. Y le permitió ser 6 veces reelecto y pasar 35 años en la Presidencia. Su historial personal es el clásico cuento del Benemérito de la Patria transformado en dictador. El poder es un vicio. Económicamente, sin embargo, la dictadura fue benigna para el partido de los científicos.


2.- Tras lanzar el Plan de Tuxtepec se inició la lucha armada. A don Porfirio lo llamaron entonces “El llorón de Icamole”, debido a la derrota militar que Mariano Escobedo le infringió el 10 de marzo de 1876. En sus años de mandamás acuño frases memorables, como esa de “Mátalos en caliente”, telegrafiada a Bernardo Reyes quien sofocaba una revuelta lerdista.


3.- El régimen, por su lado, se había dado a la tarea de comprar conciencias y voluntades fundando veladamente muchos periódicos en la provincia y en la capital del país. Signo inequívoco del ambiente imperante fue el periódico El hijo del Ahuizote. La caricatura política cáustica y artículos periodísticos cuestionando la labor del gobierno, fueron una constante en los años previos.


4.- Fundamentales para entender el ambiente pesado de 1906, son los antecedentes de las huelgas de Cananea y Río Blanco, y la revuelta de Acayucan. Las muchas protestas y manifestaciones del Club Liberal Ponciano Arriaga, donde militaban activamente los hermanos Ricardo y Jesús Flores Magón.


5.- Francisco Madero fue un acomodado personaje que en un arrebato se lanzó a la vida pública y presentó un libro: La sucesión presidencial de 1910. Ya como candidato a la Presidencia de la República realizó viajes proselitistas por los estados. Hacía mucho escándalo. El régimen, ni tardo ni perezoso, lo encarceló en San Luís Potosí, de donde escapó a Norteamérica.


6.- No pasaba nada. El Centenario de la Independencia fue faustoso. Las vistas de los Casasola así lo atestiguan. El caudillo en traje de gala, seguido por la guardia vestida a la usanza prusiana en bailes, inauguraciones, comilonas, desfiles. Recibiendo el traje de José María Morelos de manos del Marqués Polavieja. El día 15 de septiembre, el grito desde Palacio Nacional.


7.- La revolución contra la dictadura de don Porfirio Díaz en 1910, estaba marcada para el 20 de noviembre a las 6 de la tarde. Cierto, así decía el Plan de San Luís. Sin embargo, ese día, poco sucedió. Ni Madero, quien cruzó la frontera norte, tuvo evidencias suficientes como para seguir y pasar la noche en el territorio mexicano.

8.- Nunca ha sido lo mismo guerrear por voluntad que por obligación. El talón de Aquiles del ejercito federal del porfiriato fue la leva. Los altos mandos estaban preparados. Los indios e indeseables que eran reclutados a la fuerza no tenían la misma mística de honor y compromiso. ¿Por qué deberían tenerla? Les hacían marchar en contra de sus iguales.


9.- La pelotera fue una avalancha imparable. De todos lados brotaban levantamientos. De los más conocidos son el de Pascual Orozco y sus colorados, que junto con los irregulares de Francisco Villa, tomaron Ciudad Juárez el 10 de mayo de 1911. Acto que empujó la salida del dictador Díaz en el barco Ipiranga para Europa, de donde jamás regresó.


10.- Activista incansable del gobierno de Francisco Madero, fue su hermano, Gustavo A. Madero. Lúcido, diestro en los entresijos de la política, pronto contacto al conocido abogado Sherburne Gillette Hopkins: aventurero y proveedor de armas para las revoluciones latinoamericanas. Gracias a sus cabildeos pronto logró el reconocimiento del gobierno norteamericano a la revolución maderista, por la bagatela de 50 mil dólares.


11.- Resuelto el problema del viejo dictador se presentó el de gobernar. Seguido de una breve campaña Francisco I. Madero fue elegido Presidente de la República, el 6 de noviembre de 1911. Las dificultades empezaron nomás nombró su gabinete compuesto de científicos. Y al sanguinario Victoriano Huerta como lugarteniente. El Plan de Ayala se puso en marcha encabezado por Emiliano Zapata.


12.- En la época en la cual fue soldado de leva, por su destreza con los caballos, Emiliano Zapata fue caballerango de personajes como Pablo Escandón, Jefe del Estado Mayor Presidencial y de Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz. El 25 de noviembre de 1911 fue proclamado el Plan de Ayala, redactado por Otilio E Montaño. Documento fundamental revolucionario.


13.- Cuatrero. Carnicero. Bandido. Prófugo. Jefe de irregulares, fueron los primeros trabajos conocidos de Doroteo Arango, mejor conocido por Francisco Villa. Luego del triunfo en Ciudad Juárez, que por cierto, fue como de película gringa. Se retiró a la vida privada. Se alzó en armas en 1912 contra Pascual Orozco, quien se levantó contra Madero con el Plan de la Empacadora.


14.- Alcanzó Pancho Villa grado de General de Brigada honorario bajo el mando de Victoriano Huerta, quien receloso, con pretexto del robo de una yegua lo procesó por insubordinación. Casi lo fusila. Por intervención de Guillermo Rubio Navarrete y Raúl Madero se logró la conmutación de la pena. Se le envió a Santiago Tlatelolco, de donde escapó ese año de 1912.

15.- En Santiago Tlatelolco, estaban presos el general Bernardo Reyes y Félix Díaz, entre otros. Organizaron el complot contra Madero y su gobierno. El 9 de febrero de 1913 inició la Decena trágica: El primer esfuerzo de la asonada Bernardo Reyes sobre el Palacio Nacional; disparos de los defensores de Lauro Villar; y Reyes de bruces en una cazuela de mole.


16.- Fueron días de confusión. Cañonazos. Disparos al aire, a inocentes, a muros. Del 9 al 19 de febrero duró la asonada. Las negociaciones en el oscuro sótano: en ellas Victoriano Huerta y el embajador norteamericano. Con el Pacto de la Ciudadela se aprendió a Madero y al vicepresidente Pino Suárez. Gustavo A. Madero fue arrestado y torturado hasta la muerte.


17.- Estaban detenidos en un cuartito miserable. Madero, Pino Suárez y el general Felipe Ángeles eran los inquilinos. El 22 de febrero de 1913 por la noche, un piquete de soldados vino por ellos. Ángeles pensó que era también su momento. Solo se llevaron a los otros dos. Tras burlarse y abofetear a Madero, los fusilaron detrás del Palacio de Lecumberri.


18.- Victoriano Huerta tomó el poder de facto luego del asesinato del Presidente, del 19 de febrero de 1913 al 15 de julio de 1914. Venustiano Carranza que ya andaba de revoltoso con Madero, trató de llegar a un acuerdo con el nuevo gobierno, para reconocerlo. Las negociaciones no fructificaron. Lanzó el Plan de Guadalupe y se autonombró el Primer Jefe.


19.- No pocas son las batallas célebres y celebradas de esta etapa de la Revolución Mexicana. Fuerzas constitucionalistas enfrentadas a las federales del usurpador Victoriano Huerta. Francisco Villa seguido de sus dorados realizando al pie la estrategia de guerra de Felipe Ángeles y alcanzando triunfos memorables. Los sonorenses avanzando sin reposo. Zapata al sur irreductible. Carranza el Primer Jefe.


20.- Con una docena de hombres Francisco Villa cruzó la frontera. Pronto se formó la División del Norte. Las correrías de los dorados de Villa son memorables. Los combates y las batallas ganadas fueron muchas. La más celebrada es la Batalla de Zacatecas del 23 de junio de 1914. Razón de la renuncia de Huerta el 15 de julio de 1914.


21.- “Carrancear” es la acción de hurtar, robar, apropiarse de lo ajeno; irse con la hebra. Se acuñó cuando las tropas constitucionalistas operaron. Conocida es la anécdota del diplomático español que perdido su reloj, y ante sus muchas quejas, Carranza se lo devuelve de mala gana diciéndole: “Tomé. Resultó un quejón, amiguito”. La respuesta: “Queda claro quien es el Primer Jefe”.



22.- No se iba Victoriano Huerta, cuando los revolucionarios ya andaban agarrados del moño. Villistas y zapatistas exigían una convención de gobernadores y revolucionarios para elegir gobierno y acuerdos. El Primer Jefe entronizado les pintaba caracolitos. Mandaba a Álvaro Obregón para engañar al Centauro del Norte que enterado, por poco y lo fusila. No fue el único escape milagroso de Obregón.


23.- Desconocido por zapatistas y villistas, Venustiano Carranza escapó con rumbo al puerto de Veracruz, donde instaló su gobierno legítimo. Y al igual que el gobierno maderista, logró el reconocimiento del gobierno norteamericano a través de los cabildeos del despacho Hopkins & Hopkins: abogados, aventureros, vendedores de armas y accesorios necesarios para las revoluciones del mundo.


24.- Las fuerzas de la Convención de Aguascalientes entraron en la Ciudad de México en diciembre de 1914. De esa marcha datan muchas fotografías y filmes de la colección Casasola. Villa aposentado en la silla presidencial y Zapata con el codo echado también encima. La comilona de mole con el Presidente interino Eulalio Gutiérrez. Villa llorando en la tumba de Madero.


25.- Las batallas de Celaya en abril de 1915, son las gestas bélicas más notables del conflicto entre constitucionalistas y convencionistas. Las ganó ampliamente Obregón, una estrategia de trincheras que agotaron las furiosas embestidas de la caballería de dorados villista. Obregón perdió un brazo en aquellos eventos. Desesperado él mismo se quiso quitar la vida con una pistola sin balas.


26.- Las fuerzas villistas el 9 de marzo de 1916 entraron en Columbus, Nuevo México, como una reacción al espurio reconocimiento del gobierno norteamericano al Primer Jefe y su gobierno ilegítimo. Según la ley el legitimo gobierno posrevolucionario fue el de la Convención de Aguascalientes. Entonces se inició la gesta fallida de la Expedición Punitiva con “Black Jack” Pershing al frente.


27.- El Varón de siete ciénegas regresó a la capital del país. Desde 1916 se convocó a sus correligionarios al congreso constituyente pues todos los descontentos, adversarios y enemigos fueron excluidos. El 5 de febrero de 1917, en la ciudad de Querétaro, se promulgó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.


28.- El 10 de abril de 1919, en la Hacienda de Chinameca, murió Emiliano Zapata por orden del Primer Jefe. Se ha asegurado que lo engañaron, que Jesús Guajardo lo invitó a la entrega de unos pertrechos. El mito cuenta que él magnífico montaba un caballo blanco que salió ileso del patio principal donde le tundieron a tiros a su jinete.


29.- La cuarta etapa de la Revolución Mexicana inicia con el Plan de Agua Prieta. Manifiesto promulgado por los sonorenses Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, el 1 de julio de 1919. Donde se desconocía al Primer Jefe por sus múltiples tropelías y por la intención de poner a Ignacio Bonillas como candidato único a la Presidencia.


30.- Igual que en 1915, esperanzado el Primer Jefe trepó su gobierno legítimo al tren y salió rumbo a Veracruz. Armas. Soldados y el tesoro nacional, por supuesto. El 21 de mayo de 1920, en Tlaxcalantongo, después de un fuerte aguacero serrano y mientras dormía en un jacal fue asesinado por desconocidos. El tiro de gracia se lo dio Herminio Márquez.


31.- En celada clásica en Parral Chihuahua, el 20 de julio de 1923, fue asesinado Pancho Villa por ordenes del Presidente Obregón. Pero tal y como dijo aquel diputado desconocido: “la Revolución como Cronos, se traga a sus hijos”. El 17 de julio de 1928, cuando intentaba la reelección, en el restaurante La bombilla mientras comía fue asesinado por León Toral.

sábado, 14 de febrero de 2009

Cápsulas de la Independencia

1.- La colonia en su origen creo pugnas profundas. La principal, la que existió entre españoles peninsulares –y todos sus privilegios-, y criollos –hijos de peninsulares nacidos en las colonias, y todas las imposibilidades para alcanzar un mejor estatus económico y social-. La revuelta independentista de 1810, un proceso que tuvo raíces en la desconfianza y la desigualdad.


2.- Se descubrió la Conspiración de Valladolid organizada por José Mariano Michelena el 21 de diciembre de 1809. Pretendía formar una junta de gobierno en la Ciudad de México; tomar preso al virrey y demás autoridades de la Colonia. Abogados, médicos, militares, sacerdotes, trabajaban desde septiembre en el proyecto con la participación de varios gobernadores provinciales y jefes de regimientos.


3.- La llamada Conspiración de Querétaro siempre tuvo el rostro de verbena, de tertulia, de ocio creador. Asistían a ella personajes como: doña Josefa y Miguel Domínguez, capitanes como Abasolo, Allende, Juan Aldama, el intendente Juan Antonio Riaño y el obispo de Michoacán Abad y Queipo. El cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla. Vinito, poesía, teatro; eran el complemento.


4.- Fue como una premonición. Doña Josefa, la Corregidora de Querétaro, encerrada en una habitación desde hacía horas, logró pasar el mensaje a uno de sus criados. ¡La conspiración había sido descubierta!. Como un suspiro eterno corrió la alarma y se tomó la decisión: “¡Que se echen a volar las campanas! ¡Es la hora del levantamiento!”.


5.- Infundido por un extraño vigor hasta entonces desconocido, el cura Miguel Hidalgo y Costilla, tomó la imagen de la Virgen de Guadalupe que colgaba en su curato. Llevándolo arengó a la muchedumbre que se agolpaba a esa hora frente a la iglesia convocados por las campanas que no dejaban de repiquetear. Era la madrugada del 16 de septiembre de 1810.


6.- Del grito que cada 16 de septiembre que el Presidente de la República en funciones dice, arengando a la multitud reunida bajo el balcón central del Palacio Nacional, se habla de la fórmula. De cuantos ¡Viva México! se deben decir. Sin embargo, el cura de Dolores simplemente grito: “Abajo el mal gobierno. Mueran los gachupines. Arriba Fernando Séptimo”. Lo que buscaba Miguel Hidalgo no era romper con la corona española.


7.- Nomás supo la noticia, el cura José María Morelos se lanzó al camino desde su curato de Carácuaro. Buscaba ver a su maestro el cura Miguel Hidalgo que según decían venía rumbo a Valladolid con mucha gente. Cabalgó sin descanso. En Valladolid no los alcanzó así que fue hasta Charo donde vio a su maestro, el 20 de octubre de 1810.


8.- “¿Capellán? Usted es un hombre curtido por los soles de la tierra caliente, mi estimado José María. Recuerde sus épocas de arriero. Antes de estudiar Teología No, mi amigo. La encomienda suya será alzar y comandará un ejercito en el sur. ¡Tome Acapulco!”: -dijo el padre Hidalgo a José María Morelos. Y le entregó un legajo con las órdenes.


9.- Como los meros bravos el capitán Allende y sus soldados se batieron en el Monte de las Cruces con las fuerzas realistas comandadas por Torcuato Trujillo. La batalla fue furiosa, sangrienta, mortal. Las bajas insurgentes fueron grandísima. Pero la ciudad de México se extendió desolada ante sus pies. La decisión del cura Hidalgo fue inflexible: “No avanzar”.


10.- Fueron tres los motivos fatales para que los insurgentes se perdieran: la toma de Guanajuato que fue un desastre con la multitud furibunda y los desmanes; la decisión de no entrar a la inerme ciudad de México después del triunfo del Monte de las Cruces; y la derrota del Puente de Calderón. Trinidad trágica para el cura Hidalgo y su gente.


11.- En la Batalla del Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811, la ventaja la llevaban las tropas insurgentes comandadas por Hidalgo, Allende, Aldama, Rayón y Jiménez. Los realistas reculaban a cada embate. Pero unos carros con pólvora estallaron. Eso desconcertó y amedrentó a los insurgentes que perdieron posición. Tras ese hecho los realistas los derrotaron.


12.- “Ese bribón del cura”: mote que Allende, Jiménez, Aldama y Rayón le daban al cura Hidalgo después de la Batalla del Puente de Calderón. Lo iban a despojar del mando el 25 de febrero de 1811. Ya los tenía hartos. La captura en Acatita de Bajan el 21 de marzo, donde muriera Indalecio Allende hijo del Capitán Allende, lo impidió.


13.- Los primeros cabecillas insurgentes fueron enjuiciados en Chihuahua y encontrados culpables en mayo de 1811. Fusilados les cortaron la cabeza para exhibirla en la Alhondiga de Granaditas: como justo escarmiento y amenaza a quienes trataran de alzarse contra el Gobierno Virreinal. Abasolo escapó a esta pena, aportó datos importantes delatando a muchos simpatizantes de la insurgencia.


14.-
Según el historiador Lucas Alamán el cura José María Morelos en Carácuaro citó a los jesuitas para justificar el levantarse en armas. Tomo de "Itinerario para pueblos y párrocos de indios", obra en la que se afirma que "los clérigos pueden tomar las armas lícitamente cuando hay alguna grave necesidad en utilidad grande de la patria".


15.- No fueron pocos quienes acompañaron en sus hazañas al insurgente José María Morelos. Todos ellos, dignos personajes de un corrido: Los Galeana, Hermenegildo y Pablo; los Bravo, Leonardo, Máximo, Víctor, Miguel y Nicolás, hijo de Leonardo; Mariano Matamoros, Vicente Guerrero, Ignacio López Rayón, José María Liceaga, Guadalupe Victoria: -quien a la sazón fue el primer Presidente de México.


16.- El cura José María Morelos escribió a la Suprema Junta Nacional Gubernativa que habría de gobernar el país en ausencia de Fernando Séptimo y que presidía Ignacio López Rayón, quien fue en su momento secretario y ministro de Miguel Hidalgo diciendo: "Que se le quite la máscara a la independencia, eliminemos la mención del Rey". “América para los americanos”.


17.- En 1812 el sitio de Cuahutla. Memorables 63 días de gesta. Calleja al mando giró el mensaje siguiente al Virrey Venegas: “Estrechados por nuestras tropas y afligidos por la necesidad, manifiestan alegría en todos los sucesos. Entierran sus cadáveres con repiques en celebridad de su muerte gloriosa, y festejan con algazara, bailes y borracheras, el regreso de sus frecuentes salidas”.


18.- Una madrugada de abril de 1812, durante el sitio de Cuahutla, los soldados insurgentes despertaron sobresaltados. Sorprendidos en mitad del sueño tras el sonoro estampido de un cañonazo. La línea realista amenazante, avanzaba sigilosa. Un muchacho de escasos 12 años atisbaba entre la empalizada de la trinchera. Narciso Mendoza se llamó el “Niño Artillero”.


19.- En mayo de 1812 tras una traición fue aprendido Leonardo Bravo. Morelos trató de persuadir a los realistas con un canje de 800 soldados a cambio del lugarteniente. Leonardo Bravo fue ejecutado a “garrote vil”. El cura de Carácuaro entregó los prisioneros a Nicolás Bravo, hijo de Leonardo. Quien mostró no ser igual, les perdonó la vida.


20.- "Va mi espada en prenda, voy por ella": gritó entusiasmado Miguel Fernández Félix -mejor conocido como Guadalupe Victoria-, antes de acometer con brío el combate, cuando a la vera de un río se encontraron con las tropas realistas. Iniciaba la batalla de Oaxaca que tres horas después tomaban las fuerzas insurgentes de José María Morelos.


21.- Una curiosidad: La imagen que todos conocemos de José María Morelos con ropajes de generalísimo se realizó durante la estancia de este en Oaxaca. Entre diciembre y enero de 1812. El traje lo mandó hacer el cura y lugarteniente Mariano Matamoros. La india que lo bordó trató de envenenar al cura de Caracuaro quien se salvó de milagro.


22.- El documento conocido como “Sentimientos de la Nación”, condensa los pensamientos de Morelos, que habían sido manifestados en el bando del Aguacatillo en 1810, y en las cartas escritas en su época insurgente, así como algunos elementos de los escritos de la Junta Nacional. Elevan a ley la supresión de la esclavitud y la igualdad de todos los mexicanos.


23.- El Congreso de Chilpancingo declaró a José María Morelos y Pavón como Generalísimo y buscaron darle trato se Alteza Serenísima. A lo que él se negó de inmediato. La muchedumbre expectante esperaba: habían aclamado unánimemente el nombramiento. Argumentando desde los pasajes de la Biblia, el cura de Caracuaro aceptó el nombramiento siempre y cuando fuera el de Siervo de la Nación.


24.- Diferencia fundamental entre la insurgencia del cura Hidalgo y Morelos es en esencia, el sentido de nación. Mientras que el cura de Dolores nomás quería eliminar a los peninsulares de las altas esferas del virreinato. La postura del cura de Caracuaro fue radical. 6 de noviembre de 1813: "Queda rota para siempre jamás y disuelta la dependencia del trono español".


25.- Pesadumbre mayor fue durante las campañas de Morelos: no haber conquistado Acapulco en sus dos intentos y; no haber tomado Valladolid. Defendida por Ciriaco del Llano y Agustín de Iturbide que, a la postre, consumó la Independencia de México. En Valladolid además perdió a su lugarteniente el cura Mariano Matamoros, quien fue fusilado en el llamado Portal de las Ánimas.


26.- El desastre de Valladolid tuvo origen en pugnas entre Ignacio López Rayón -quien se sentía poseedor legítimo del legado de la insurgencia-, y Morelos. La estrella del Relámpago del sur, se eclipsaba. Con todo, el 22 de octubre de 1814, se promulgó la Constitución de Apatzingán. En el festejo, Morelos afirmó que éste era “el día más feliz de mi vida”.


27.- Un júbilo feroz enardeció a las filas realistas. Habían matado a uno de los hombres del maldecido cura Morelos. El 27 de junio de 1814, en una escaramuza, de varios tajos el soldado Joaquín de León degolló al malherido Hermenegildo Galeana. “Han acabado con mis dos brazos. Ya no soy nada”: atinó a decir lloroso el cura de Caracuaro.


28.- En 1814, Fernando Séptimo regreso de su exilio en Bayona, Francia. Muchas tropas españolas fueron comisionadas a las colonias para lograr su pacificación definitiva. Mientras tanto los insurgentes tenían pugnas irreconciliables. El 5 de diciembre de 1815, en Tezmalaca, el soldado Matías Carrasco –gente del general Manuel de la Concha-, y desertor insurgente, capturó a José María Morelos y Pavón.


29.- Gotitas de civilidad. De los 200 insurgentes capturados con Morelos: 150 fueron fusilados ahí mismo frente al caudillo, y los otros 50, enviados como esclavos a Manila. Conducido a la ciudad de México se le enjuició civil, militar e eclesiásticamente. Degradado en público, de manera humillante, según Lucas Alamán. Fusilado, el 22 de diciembre de 1815, en Ecatepec.


30.- El término chicano tuvo origen en aquellos cien mil habitantes mexicanos quienes quedaron desamparados tras la firma del Tratado Guadalupe Hidalgo. Acto que puso fin a la guerra entre los Estados Unidos y México. Ganaron los estadounidenses: el 52.1 % del país; Texas, California, Nuevo México, Arizona y Utha. Los chicanos perdieron tras el arreglo diplomático: propiedades, economía, nación, reconocimiento.

lunes, 9 de febrero de 2009

La ciudad perdida (crónica).

Desde su fundación la hoy Patrimonio de la Humanidad, llamada por su nombre de pila Valladolid y posteriormente nombrada como Morelia, en memoria perenne y viva de uno de sus hijos más celebrados. Fue y es un centro de paseo y solaz. Un espacio digno para la aristocracia, para el saber y la contemplación. Un centro alejado de las vías tradicionales de comercio que lo erigieron en un espacio exótico, de clima agradable y siempre dispuesto al recato, a la oración y al descanso. La ciudad en su eminente vocación de monja forzada ha vivido episodios de lustre extraordinario. Poblada en sus inicios de curas y seglares, de aristócratas y lacayos, estudiantes y trabajadores provenientes de las muchas haciendas que rodeaban el casco de la ciudad.

Valladolid fue un centro urbano próspero acosado por las pestes recurrentes que significó sin embargo muchas cosas en los años de la Colonia. Después en el siglo XIX, durante los años devoradores de la Independencia sufrió cargando a cuestas el estigma de procrear en sus aulas a los feroces pensadores de la conspiración y revuelta, a los puños alzados de la deshonra. Durante los breves momentos del Primer Imperio pareció recobrar sus antiguos vuelos pero fue tan breve el intento que poco se noto. Dio tumbos durante la guerra de los Tres Años por su acentuado sentido religioso. La Reforma fue un vasto llano de penurias y calamidades debido a los recalcitrantes dos endemoniados campos en disputa. La suerte no cambio tanto durante el imperio de Maximiliano que dio su mejor esfuerzo en la mejora de la raza en un buen número de las familias vallisoletanas. La etapa de la República Restaurada trajo descanso y mejoras a la población que revivió sus mejores días en los días de la dictadura del general Díaz.

El siglo XX inauguró otro tipo de relación en la población con el advenimiento de la Revolución Mexicana que si bien no tocó la ciudad de una manera directa, como a otras muchas poblaciones ubicadas sobre las vías comerciales tradicionales del país, si la transformó sustancialmente al permitir la creación del maximato más duradero de la nación durante su larga historia de casi dos siglos, el cacicazgo de la familia Cárdenas del Río en Michoacán y en México.

Sin embargo, más allá de este conocimiento general. Todas las urbes del mundo poseen micro urbes destinadas al trasiego humano que no necesariamente son los espacios más reconfortantes, recomendables y luminosos de su existencia. Sitios reservados a la bullanga, ajenos a la melancolía y al recato extremos. Lugares donde la comedia y la tragedia se codean. Lugares por demás cargados del ordinario transito humano: sudores, triquiñuelas, meritos extraordinarios y cinismos extremos. Toda urbe, en su propia entraña, posee otros microcosmos ajenos a los próceres y muy por lo contrario, cercanos a los infiernos más pedestres de la existencia humana.

Entre las calles hoy conocidas por su nombre actual: Manuel Muñiz, Quintana Roo, Nicolás Bravo y Zamora -que ya era el río-. En el sector Independencia se ubicó por décadas la llamada “ciudad perdida”. Quienes la conocieron dicen que era su propietario un señor de nombre Trinidad Avilés, quien normalmente vestía de traje y corbata, y se hacía acompañar de unas mujeres vestidas de negro y con aspecto de monjas. Esta vecindad estaba ubicada a unos cuantos pasos de la zona de tolerancia en la calle Ocampo, y del mercado de Carrillo, donde mis abuelos maternos tenía un puesto de fruta.

La ciudad en ese sector estaba normalmente llena de camiones y mulas de carga. Vendedores y marchantes. Músicos y parranderos. Por el mismo rumbo estaban varios paraderos de camiones “guajoloteros” que traían a las gentes de las rancherías y pueblos cercanos. Aquello a más de una nutrida población de puestos de comida que a toda hora emanaban olores a fritanga. También pululaban las cantinitas con botana de cueritos y tacos de moronga que salvaban a los náufragos de las resacas abismales. Mi tío abuelo, sobre la calle de Manuel Muñiz, tenía una tenería donde se curtían las pieles que posteriormente serían huaraches y sillas de montar.

En la calle Ocampo, en el centro de la zona roja, reinaba el “Mari´s” con sus muchachas de clase, costo alto y sus cuartitos amueblados en la planta alta, luego de transitar por la escalera de caracol que dejaba ampliamente a la vista quien subía y quien bajaba satisfecho. El “Adriana” con su mármol y sus candiles de cristal. También el “Gato Negro” con la música tropical y sus gordas bien rollizas que hacían bailes voluptuosos a la clientela brava que se juntaba todas las noches: sardos, judiciales y rufianes. Y por supuesto, en toda calle que se precie de non santa no podía faltar el “Penjamo”, lugar de liberación dedicado a la masculinidad capitaneado por el “Josechu” y su inseparable Juan Manuel “la Petacas”. El “Cristalito” era un bellísimo mozalbete que vestido se afanaba en satisfacer los apetitos de la clientela que lo buscaba en la casa de Marisela.

Los primeros cuartitos de la “ciudad perdida” se fincaron sobre la calle de Manuel Muñiz. Eran simples habitaciones con techo de teja. Baños comunitarios y lavaderos que colindaban con la barda de la casa de mis abuelos. La siguiente parte la construyeron sobre la calle de Nicolás Bravo. Y de esa manera, según recuerdan todavía vecinos, duro muchos años. En el centro de esa geografía había una milpa y unas hortalizas que cultivaba un señor de nombre José. En las mañanas una mujer de nombre que nadie supo recordar, dicen, le decía a voz en cuello: “don José, ¿cómo amaneció? –Y de inmediato le cantaba con sobrada coquetería-: “¡Quiero besarlo en la boca!”. Canción de moda en los años cincuenta, que por supuesto ruborizaba al susodicho y arrancaba risitas insolentes a las otras mujeres que a esa hora lavaban o bañaban a los escuincles en los lavaderos. Mucha de esa producción que don José sacaba de las hortalizas, iba a parar a las mesas de los morelianos que se surtían en los mercados de Carrillo y el Santo Niño, este último ubicado cuadras arriba sobre la calle de Nicolás Bravo. Con el pasar de los años las muchachas que venían de distintas partes de la entidad convencieron al Señor Avilés y se construyó otra sección de la vecindad sobre la calle de Quintana Roo.

En el interior de la vecindad, dentro de aquellos diminutos espacios, se encontraba de todo. Lo mismo puestos de ropa de todas clases que los aboneros vendían a las mujeres. Talleres de carpintería. Centros de compostura de radios. Carbonerías. Carnicería. Cómales de tortillas. Un dispensario médico donde las damas buscaban espantar sus males. Zapateros. Sastres remendones. Peluqueros y cuanto oficio imaginado pudiera requerirse. Si por algún mal momento alguien debía ser lanzado de la misma, había otro José que se encargaba. Les quitaba las tejas a los techos. Y adiós, hasta la próxima.

Con el pasar de los años y la desaparición de la zona roja durante el Gobierno de uno de los Cárdenas, Cuahutemóc. La “ciudad perdida” también vio su declinación. Trinidad Avilés dio paso a Luis Avilés, su hijo. Aquella parte de la ciudad mejoró su urbanización y el terreno fue vendido a la empresa que administra la Comercial Mexicana. Sobre ese espacio se construyó una tienda y se hizo un estacionamiento. Siguen ahí, sin embargo, la fama de la aguerrida bravura de los de la Nicolás. El bullicio de la Manuel Muníz. Y el recuerdo de las bellas mujeres jaladoras que habitaron sobre Quintana Roo.

No puede haber nostalgia en el recuerdo. La zona de la ciudad sigue conservando en el presente el alegre bullicio de la gente. El empuje del comercio que sustituyó en la calle Ocampo a los burdeles que fueron amontonados una breve temporada en un espacio que las personas denominaron: “La muralla”.

Contaban mis tíos, sin que mi abuela paterna lo negara del todo, que cuando la zona de tolerancia se la llevaron, las mujeres grandes del barrio hicieron una manifestación frente al Palacio de Gobierno. En sus demandas, pintarrajeadas con mala ortografía sobre pancartas de cartón, reclamaban al gobierno el no saber, desde ahora, dónde andarían sus hijos. Decían, reforzando el argumento, que cuando menos antes sabían que sus vástagos se hallaban a unas cuadras de la casa. Y ahora, quién sabe con quién andarían y en dónde irían a parar…




Morelia, noviembre de 2008.