viernes, 14 de agosto de 2009

De mi libro: Sobre los escenarios de la Independencia Hidalgo, Quixote de nuevo cuño

Cabe hacer el siguiente paréntesis, en el entendido que la información contenida en este aparte tendrá relevancia y sentido en la causalidad de este volumen en las partes subsecuentes, más todavía como elemento de conformación del carácter cultural, social y político en el cual el Padre de Patria se formó en sus años mozos trasplantándolo a sus años de madurez y que es el objeto de este estudio:

La decisión unilateral que parece haber tomado Vasco de Quiroga, en tanto al cambio de sede del obispado de Tzintzuntzan (capital real del antiguo reino de Michoacán) a la de la ciudad de Pátzcuaro (1538), tuvo como consecuencias, entre otras:

El virrey don Antonio de Mendoza se molestó con Vasco de Quiroga porque no le consultó debidamente a cerca del traslado de la sede episcopal, y con ella de la ciudad de Michoacán, a Pátzcuaro. Mendoza hizo frente común contra Quiroga con los no pocos enemigos que tenía. Decidió con ello señalar otro lugar para erigir la catedral y la ciudad capital de Michoacán. Mendoza aprovechó una real cédula de 1537 que lo autorizaba a fundar una villa, no ciudad, llamada Valladolid, “hacia la parte de los Chichimecas, un sitio muy hermoso”. El sitio elegido era Guayangareo, donde desde 1531 fray Juan de San Miguel había fundado el colegio de niños de San Miguel, y donde se habían establecido unos cuantos encomenderos y empresarios, algunos de ellos prósperos como Gonzalo Gómez (quien fue denunciado por sus enemigos a la inquisición por judaizante y fue largamente procesado).

El 23 de abril el virrey Mendoza hizo un mandamiento en el que dijo haber informado “que la ciudad de Mechuacán se había puesto y asentado en parte y lugar no conveniente y que había necesidad de se mudar a otra parte” y que el mejor lugar era Guayangareo, por haber allí “fuentes de agua y cerca las demás cosas necesarias para la población y perpetuación de la ciudad y proveimiento de los vecinos de ella, y tierras para poder hacer sus heredades y tener sus granjerías, sin prejuicio de los indios”. Con este mandamiento el virrey decidió sin autorización de la Corona, asentar allí la ciudad de Michoacán. Juan de Alvarado, encomendero de Tiripitio, Juan de Villaseñor, encomendero de Huango y Puruándiro, y Luís de León Romano, caballero italiano allegado al virrey, fueron nombrados jueces de comisión para realizar la traza de la ciudad, señalando sitio donde se habría de levantar la iglesia mayor, la casa episcopal, el cabildo, los monasterios y la cárcel. Debía de organizar la construcción de los caminos y puentes necesarios. Y sobre todo, con el fin de atraer a la población española, Alvarado, Villaseñor y Romano recibieron el encargo de repartir solares donde los vecinos construyeran sus casas, y tierras donde hicieran sus “heredades y huertos moderados”.

El 18 de mayo de 1541 los tres jueces tomaron posesión para la ciudad de Michoacán en Guayangareo, señalando los términos y ejidos de la ciudad y repartieron “suertes de tierras, y heredades y solares”.

Pero a pesar del apoyo del virrey, la nueva ciudad no creció tan rápidamente como se esperaba. Aunque Mendoza no dejó de llamar ciudad de Michoacán a la ciudad que fundó en Guayangareo, no obtuvo la aprobación de la Corona, y la sede episcopal y la ciudad de Michoacán se mantuvieron en Pátzcuaro hasta 1580, quince años después de la muerte del Obispo Vasco de Quiroga.

La información es de la Historia General de Michoacán vol. II. Instituto Michoacano de Cultura. México. 1989. cit. pág. 112.