viernes, 28 de noviembre de 2014

Acrostico


Sabia virtud ha sido
amarte apasionadamente
raro todavía
ahora cuando
interiormente callo al
torbellino tumultuoso de
historias de otros ayeres

Retardatarios, tormentosos
uraños, volubles
baldía y yerma fue entonces mi
alma rescatada por tu
lealtad
cariño
amor a prueba de
balas cargadas de purulencias
amorosa siempre

Levantaste el rostro
enfrentando la
desdicha campeante
esperanza atenta
sostuviste mi ánimo
maltrecho y azorado con
amor, sinceridad solidaria

apego invicto
que te nombra y describe

viernes, 21 de noviembre de 2014

El abismo de la noche


El abismo de la noche,
no es como otros abismos,
tiene fondo:
susurros,
besos amorosos,
gritos desgarrados,
silencios interminables,
risotadas;
maullidos placenteros de gatos en los tejados.
El dolor es también un ilustre apellido
que acompaña al insomnio,
continuo,
sistemático,
exhaustivo, voraz…
Estamos desarmados como sueño en andrajos
los dos;
las cuatro piernas,
las dos caderas,
las manos.
Insomnios con los ojos
y los dientes apretados:
y me aferro a tu cuerpo
turgente,
sinuoso,
cálido.
Tal y como asevera Brecht:
“Cargo el tabique para
que se vea el tamaño de la casa”.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Veo a través de la ventana


Veo a través de la ventana
el mar llevándose la arena:
arena que en otro vida
fue duna, castillo, muralla, trinchera;
morada…
La vida se extingue,
lo sabemos,
la novedad es que la mía
tiene fecha de caducidad.
Me muero cada amanecida,
cada mediodía,
cada atardecer.
Ni el mar con su espuma
de canción de Cri Crí
lava mis huesos mordidos
por un fantasma en forma de
coyote.
Hubiera deseado llegar
a éste ahogo con menos aire
en los pulmones;
menos tinta para el papel;
menos esperanzas, deseos;
anhelos incumplidos.
Hubiera deseado menos
cosas jamás concluidas:
no canto mi epitafio;
tengo mi caneca propia
esperando en el dintel
de la puerta sonriendo.
Traspaso con ironía la
frase aquella de Cervantes:
“”os hacen merecedora
del merecimiento que merece
la vuestra grandeza”
Señora mía.
Miro mi cara y pómulos
en el espejo
y reconozco la esperanza,
mi fe,
mis sueños de saltimbanqui,
mis búsquedas de escriba,
mis conocencias de amigos.
Hay tanto por esculcarme
en la faldriquera...
Tanto por hacer
y tan poco tiempo.
Me reprocho tantas cosas;
pero no me arrepiento.
El pasado es una nostalgia;
ineludible camino al olvido.
El futuro une certezas
con el grito desesperado
de un mutante.
Veo por la ventana
y la arena sigue luchando
con el agua salada:
como estas lágrimas
resbalando por mis mejillas
resecas.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Me pregunto


Me pregunto como con palabras claras, literales frases, oraciones precisas responder la pregunta recurrente: “¿Por qué me amas?”.

Primera aclaración: Quisiera tener la verbalidad florida de un poeta; sintetizar este cúmulo de sentimientos, ilusiones, anhelos que me provocan el excitante  roce de tus dedos tibios; el chispoteante fulgor de inteligencia que chispotea en el fondo de tus pupilas; el embravecido mar aventurero de tu sonrisa al verme; la calidez de tus labios, que sin ser carnosos y abrasadores, me rompen el centro del equilibrio; las mil y un carretadas de ilusiones y anhelos comunes que nos unen y ponen tan cercanos; el silbante rumor de tu timbre de voz que me envuelve; el burbugueante sentido del humor que me seduce con sus salidas ocurrentes e inesperadas; me atrapa tu sabiduría de mujer. Quiero encontrar la definición exacta. Pero el hecho sólo de intentar develar este misticismo exótico es en sí mismo ya una profanación.

¿Qué por qué te amo?

Porque eres tu.

Segunda aclaración: sólo sé que es una certeza que se refuerza cada vez que me pierdo en la dimensión universal de tus pequeños brazos amoroso y cálidos.

Te amo, porque me has enseñado a creer que confiar en ti es posible. He sido un descreído sin fe. Y porque mi voluntad esta puesta en el sentido, interés y certeza de que puedo ofrecer las confiables evidencias de que tu puedes confiar en mi; entiendo por lo tanto, que cualquier claroscuro no clarado suficientemente es como esa letra chiquita de los contratos bancarios que en cualquier momento pueden estallar irremediablemente.

¿Qué cómo sé que te amo?

Porque no hallo los conceptos precisos para decírtelo.

Porque llenas todos y cada uno de los rincones de mis esperanzas y espectativas.


domingo, 9 de noviembre de 2014

...


Toda relación humana
es una construcción.
¿Cómo se cimenta?:
En ilusiones, anhelos, intereses.
De ahí que
sin vínculos las personas
se extinguen; desaparecen.
Vivimos en el presente:
el pasado es sólo recuerdo,
nostalgia; y el futuro,
no existe.
El aquí y ahora es el presente,
tan efímero que se evapora
tan rápidamente que de
inmediato se transforma
en pasado; y no es cierto
que se construya el futuro,
ciertamente si no existe,
no puede haber construcción.
Para el pragmatismo,
sencillo es construir relaciones
simples, poco complicadas.
Habría que aclarar que,
las arquitecturas monumentales,
verdaderamente complejas;
mientras más inmensa y grande
la estructura,
mayores son los cimientos.
Viviendo en un momento
(siglo XXI) donde el individualismo
extremo que atenta contra todo
-hoy todavía me pregunto
si no siempre fue así-,
desarticula las construcciones o
simplemente, no les permite
germinar, nacer, hacer raíz.
Pero es obvio que
los vínculos entre las personas
viven el momento más crítico,
trágico de su historia.
Aunque el poeta de Parácuaro
tenga la razón: “y todo
¿para qué?”.

Miserias y mentiras


La ultima vez que me dijo con sinceridad: “No sabes lo que me importas”. Fue un par de días antes de iniciar la embestida: “Necesito espacio, tiempo para mi… Siento que eres demasiado intoxicante, posesivo, controlador, obsesivo, asfixiante… Si tenemos otra casa podré tener tiempo… Espacio… Otra casa que yo, por supuesto, compraré para estar más tranquila”. Pensé que tal vez sí, tenia razón. No me importó mucho, en realidad el amor estaba estancado por la costumbre, el trabajo y la familia creciendo: la casa que construimos era suficientemente grande, espaciosa y cómoda para nosotros y los hijos pero, ella, decía necesitar espacio.

No más de dos o tres meses después nos vimos en una fiestecilla, mientras que yo jugaba con mis hijos, con un muy mi compadre que luego de dos tragos me dijo: “En verdad que me siento mal, compadre… Pero, te falle… Hace tiempo quería hablar… Como amigo te no hice lo que debía y lo sé… ¡Amigos del alma siempre cabrón! Entiendo que un fallo es un fallo… Compadre, tu entiendes: uno no es siempre la fortaleza que debiera… Pero de verse, de estar juntos tantas horas y ella… Tan frágil y necesitada de comprensión con tanta indiferencia de tu parte… Monotonía. Incomprensión; tanta que ni juntos están, siempre. Y sabes, comprendes, ¿verdad? Todo es empezar y luego lo que le sigue es natural… La pena me quema la cara, compadre…”

Sentí que me ahogaba, sólo un necio no comprende… Y ella me miró con la cándida expresión similar a “necesito espacio y mi propio tiempo..” En serio que en ese momento, moviendo la cabeza para salir del entumecimiento, pensé en darles un par de balazos, justificada estaba mi cólera pero al mismo tiempo, con uno de mis hijos en los brazos, el pensamiento de mandar todo al diablo y aguantar el ridículo –los cachos es lo de menos-, la indignación, las burlas del circulo de amistades que seguramente ya reían a mis espaldas; la presencia de mis hijos pudo más. No proferí maldiciones como la ira mandaba. No hice aspavientos. Y me quedé quieto, secándome por dentro. Con la puerta abierta de mi casa a mis hijos y muchas veces a ella, que venía a buscar algo faltante en su alacena.

Mi buen compadre no tomó posesión de la casa nueva por dos razones definitivas: Que su “dichosa” relación duro poco y porque su propia mujer no fue tan condescendiente como yo. Pasaron volando cinco años de puertas abiertas a mis vástagos, de despelucadas a la alacena, almohadas, cobijas y una que otra exigencia. Por mi parte, como los armadillos, me enconché en el silencio, las lecturas y mi vida pública que nunca mostró desdoro –bueno, eso creo-.

Al final de esos cinco años: los milagros existen. Inicie una relación propia, con todos los resabias y conflictos que un mal sabor siempre deja; pero bajo el anhelo de encontrar un poco de luz, felicidad y alegría. Avanzando a tientas, sin prisas, midiendo de a poquito cuanto te entregas y vas reconociendo el mundo de las expectativas.

Sin embargo, la reacción de aquella que me “pidió espacio y tiempo” fue furibunda, explosiva, inexplicable, como lo son las conductas femeninas alocadas y coléricas… Nunca hice ningún movimiento legal en el pasado: hoy me arrepiento. La casa –según yo-, la construimos para los hijos… La primera reacción fue valerse de la ley que protege indiscriminadamente a las mujeres, ayudarse de la jauría de género que pulula en los juzgados y de cuanta artimaña “legal” a diestra y siniestra…

En síntesis: me despojó de la casa familiar, del grueso de mi sueldo que la empresa para la cual trabajo le deposita como pensión; siendo lo que más me duele, el secuestro de mi familia, a base de la abducción parental de la conciencia infantil que poco sabe, entiende y se defiende ante la mentira.

¿Por qué quiero recordar?

Porque hoy como ayer la herida sangra, por motivos no tan diferentes. Y me arrastro, y me consumo… Y no deja de supurar la herida.