martes, 28 de mayo de 2013

AH, Moises....



Tal como he manifestado desde la década de los años sesenta: soy chiva, seré chiva y moriré siendo chiva a pesar de Vergara. Pero la final, con el gol y penal atajado de Muñoz -portero que poco quieren en el Ame pues su corazón palpita por Memo Ochoa- fue como un final de la versión 3 del Chanfle región 4. Bien por quienes son campeones ahora... en seis meses habrá otro... Tal vez, la sangre azul, de un campeonato en 33 años, se renueve.



sábado, 18 de mayo de 2013

“Nosotros los Nobles”


Recientemente nos enteramos que la película mexicana (creo Ópera Prima) de Gaz Alazraki es la más taquillera de la historia del cinito mexica, por arriba de aquella cinta “El padre Amaro”, de grande celebridad.




Varias circunstancias suponen tal resultado exitoso. La primera, la enorme difusión y promoción de las mega cadenas propietarias de las salas que se han preocupado en multi promoverla; segundo, la muy buena cirugía plástica hecha al libreto de Luís Buñuel, “El gran calavera” de 1949 que ya de suyo era muy bueno; y tercero, la aparición fuera de la ficción cinematográfica de estas “ladys” hijas de papi que ahora, con el regreso del imperial PRI, pululan a cada hora haciendo de su vanidad gala. El público, cuando menos en la ficción, como en la Lucha Libre mexicana, quiere ver un poco de irónico histrionismo y sufrimiento.

Debo decir que todos los epítetos y elogios otorgados a la dichosa peli serían pocos y demasiado pequeños, ya el dibujo de los personajes en el 49, los hicieron con la consabida maestría Fernando y Andrés Soler. La trasportación del argumento a la realidad del tiempo presente es buena, deja a un lado ciertas gazmoñerías que hoy ya caducaron y el reparto, fuera de “la Señora Presidenta” responde al casting. Sin embargo, ante tal avalancha, uno no deja de observar como éste cine plagado de pequeñas capsulas de moralina, acrítico y siempre melodramático no se rinde y permanece latente en la intencionalidad de gobernar la voluntad y deseos del grueso social.







Al mismo tiempo, casi oculto en la enorme repetición de programas y carteleras repetidas una y otra vez hasta la nausea, otras películas mexicanas vieron su paso por las salas. Un ejemplo de esto fue “El ciudadano Buelna” que paso sin pena y sin gloria, y que más de algún mequetrefe de la organización Cinépolis dijo que "había fracasado", cuando ni siquiera se sabía claramente en que sala se podía ver. En fin, “el ciudadano” es una cinta de Felipe Cazals (Canoa y el Apando) que a mi ver, más allá de su discurso lento propone una crítica bastante inteligente a la “historia oficial”, tan cargada de impostura y mentiras que se repiten en el presente como jotas siniestras.




Este si es Rafael Buelna, el héroe revolucionario.



Réquiem por Miguel



Por distintos medios me han pedido que escriba algunas palabras en derredor de quien fue en vida Miguel Estrada, ¿por qué me lo piden?, será porque soy viejo y desde los siete años de mi edad he sido testigo del nacimiento y desarrollo de los muchos artistas y personajes, en campos diversos, de la ciudad que me vió nacer. Será también porque me ha tocado participar en pasajes interesantes e importantes de esa convivencia. No lo sé. Pero intentaré escribir dos o tres párrafos al respecto.

Hará unos 28 o 29 años que conocí a Miguel Estrada, en el seno de nuestras profesiones y vidas públicas comunes, el teatro. Lo conocí siendo él muy joven, de aspecto agradable, un aspecto que salvo embarnecer, nunca cambió. Un humor chispeante, locuaz y estridente como signo distintivo de su persona. No puedo decir, a costa de mentir, que le conozco interiormente, profundamente… O que me precio de ser su grande amigo. No. Pero tuve siempre la impresión en dos aspectos que trataré a continuación de describir.

Desde el principio de mi conocencia de Estrada, me pareció un tipo congruente, como ya he dicho, pulcro y con una extraña sinceridad –sinceridad extraña si se toma en consideración el grupo de artistas al que pretendía pertenecer, sabiendo que la mayoría de los hombres y mujeres de teatro son muy dados a la impostura y el cinismo- que mantuvo como una constante a mi persona, una suerte de respetuoso trato, cosa que agradezco.

En el terreno de su trabajo profesional tuve a bien observar muchos de sus papeles, direcciones y más de un texto escrito por él. Siempre mantuve la impresión de que esa bis cómica trasminaba lúdica y alegremente su proceder. Muchas veces encontré rasgos cachirulescos –se lo dije con todo el sentido de las palabras más de una ocasión- que llenaba de matices sutiles, agradables y sencillos que no redundaban en lo simplón y cargado, tan propio de las malas copias que pululan en nuestros tablados.

Creo que una perdida tan prematura siempre es dolorosa, pues deja truncas las muchas cosas que pudo hacer y mejorar. Descansa ya de tus aflicciones Miguel Estrada que pronto nos encontraremos saltimbaqueando en algún tablado… Vale.



19 de mayo de 2013


Hace 23 años ya, un día como hoy pero de 1991, en la plaza de San Francisco –sitio de la fundación de Valladolid, hoy Morelia- celebramos con un espectáculo escénico el aniversario 450 de su fundación. Jamás, desde entonces, autoridad alguna municipal o estatal, ha tratado siquiera de retomarlo. Por lo tanto, fue único.




Habría que decir que fue un espectáculo complejo, en su estructura y maniobrabilidad interna de ejecución; tanto como complicado por las situaciones externas que arrastró desde el principio: a saber en ese momento en Morelia se dirimía una batalla política -¿cuándo no?-, a ratos silenciosa y otras perversa por su grilla intestina; el primer ayuntamiento perredista en México tenía un momento exaltado a consolidar –Samuel Maldonado era el Presidente-, y otro de los muchos gobiernos interinos priístas –Genovevo Figueroa era el interino- que trataba de detener la avalancha, en su terruño en formación en ese momento. No hablaré más de lo complejo de esa circunstancia pero se debe tener en cuenta cuando el talentoso, también ex rector de la casa de Hidalgo, programó a la misma hora, en el centro de la ciudad, frente a Palacio de Gobierno a los Bukis y asomado al balcón central mostró el menosprecio por todo lo demás.



Sin embargo la gente inundó la plaza y atiborró las graderías. El espectáculo inició con los rayos últimos de la tarde, desde un principio, en los días lejanos ahora de septiembre o octubre del año anterior, así se había determinado. Abrimos, con un silencio en la casi oscuridad sobre la plaza que la muchedumbre apiñada en las gradería que rodeaban el rectángulo sólo rompió con un aplauso breve cuando los primeros acordes de la Sinfónica y el coro monumental de las Rosas; fue una overtura del maestro Gerardo Cárdenas que también conducía al conjunto musical.

Quienes estábamos sobre los templetes frente a la plaza, viendo en dirección a la arquitectura de la Casa de las Artesanía y el Templo de San Francisco, quienes teníamos el control de la ejecución en ese momento, había una inmensa sensación de seguridad tamizada por el nervio natural del indecible inesperado. Pero cuando vimos el chisporroteo casi mágico de las pezuñas al impacto con las lozas del piso, bailando el penco, aquel caballito brioso que nos significaba la muerte que acompaña a la vida inexorable, y notamos el murmullo que corría de tribuna en tribuna, quiero decir que nuestro pecho se llenó de valor y placer, “estábamos por el camino correcto”.

Recuerdo con mucho gusto aquello. El trabajo ante todo fue muy aleccionador y lleno de experiencias. Yo participé como Jefe de la Producción, bajo las ordenes del maestro Roberto Briceño, quien fue el Director General del evento. El papel principal lo realizó Manuel Guiza. La dirección escénica fue de Alfredo Durán, la escenografía del maestro Octavio Vázquez, la parte coreográfica correspondió a la maestro Dalia Próspero y un gran numero de personas –todos con mucho talento-, pusieron su manota de arena para lograr dicho resultado. Yo también escribí, estructuré y rehice gran parte del texto escenificado ese día adjudicado a Neftalí Coria; si alguien dudara de esta afirmación se le puede preguntar a el maestro Briceño que aún vive.



Para Gustavo López Jiménez, hoy sobresaliente escenógrafo, escribí un texto. Fue la representación del emperador Itrubide, nuestro único personaje histórico que se recreó en ese espectáculo a pesar de existir tanto pro hombres. A Pepe Ortiz, sobre le templete armado encima de la pila y rodeado de hermosas y rubicundas cortesanas vallisoletanas, se le construyó un texto recreativo, jocoso y lúdico que realmente provocó hilaridad por su fraseo preciso.

Una anécdota recurrente de esos recuerdos, es cuando al pasar de la gente en el transporte público o caminando en torno de la plaza, en los días previos al evento, liberada de los toldos y lonas de los muchos comerciantes que por años la habían tupido, las personas decían: “Mira si es una plaza. Que grande… ¿Qué irán hacer? Y esa gente ha de ser bien pudiente que hasta una pila con agua ya le pusieron en el centro”.



martes, 7 de mayo de 2013

CONFESION DE UN ROTITO.. 2



A Rules Mejía, a su magnifica crónica culinaria

He de señalar que no me gusta el mole. No soy afecto a ese pesado platillo dulce o picoso ni oaxaqueño, ni poblano, ni guanajuatense. Tampoco me gusta la comida japonesa exuberante en sus formas y colores, pero insípida -para mi gusto-. Y sé de que hablo, porque mi familia paterna fue, es y será molera por los días de los días de la primera aurora, hasta la eternidad.

Como he dicho en otros momentos nací horneado en casa, con doctor y comadrona junto a la cama, en la calle de Manuel Muñiz. Ahí entre el mercado de Carrillo, la Ciudad Perdida y la calle Cuautla; entre las glamorosas Zamora y Guerrero. Lo aclaro porque en los años cincuenta, sesenta, setenta y ochenta vivió, guisó y comerció la molera más famosa del orbe vallisoletano de quien se tenga memoria en esas décadas aún no cargadas de chilanga presencia: Doña Cata; cuyo mole fue y es objeto de culto y recuerdo memorable a tal sazón. Y al cual, por supuesto, mi familia paterna fue asiduo comensal con motivos celebratórios o sin ellos, por mero placer de celebrarse la tragona angustia del gusto dominical acallado con un muslo de pollo o una pierna de guajolote…

Ya he mencionado que no soy afecto al mole, prefiero otro tipo de cocina mexicana, menos barroca, aunque no desprecio los pipianes o exóticos platillos con reminiscencias peninsulares. Entiendo que en gustos se rompen géneros. También comprendo que hay una suerte de memoria de sabores que todos guardamos y llevamos en la faldriquera, dispuesta siempre a brotar a la menor provocación, trayendo a las papilas gustativas la remembranza de placeres idos. En ese sentido prefiero, hablando de cocina michoacana, unos chiles capones de la región de Acámbaro con su respectivo queso Cotija, la delicadeza de la sopa fría de aguacate al tequila, unos trozos de carne de puerco con un molito de olla con ciruelas de la región lacustre, el sabor delicado del consomé –que me recuerda la tradicional cabeza en caldo moreliana que se vendía junto a la estación de guajolo-flechas en el Carmen- de cabeza de res que sin tanto orégano venden los domingos a la entrada del mercado en Pátzcuaro, o aquel sabor nunca imitado y crujiente del chivo adobado de Don Felix, hecho en horno de ladrillo.

Tampoco soy muy afecto a los pozoles. Sin embargo lo prefiero puerco puerco, blanco sin mucho caldo, con cebolla picada, chile perón y limón; más chunches -me parece- verduras y acompañamientos, son superfluos.

Por supuesto, hablando de sopa de arroz, estoy de acuerdo totalmente con Rules Mejía, de ninguna manera, nunca, jamás los ingredientes deshidratados de un sobrecito globalizado -por más rápido que ello fuera- imitaran el sabor asado de jitomates, ajos y cebolla en cazuela de barro indispensables para la hechura de una sopa de arroz tradicional; cuando una sopa deshidratada podrá sustituir el sabor del ajo asado y la cremosa aportación de la leche, en un arroz blanco. Siguiendo con estos ejemplos, jamás, nunca, no pensable me resulta suponer que una sopa Maruchan –o cualquier producto similar- pueda siquiera alentar la vaga idea del parecido con un spaghetti al dente: ¿quién puede suponer que una pasta deshidratada al aceite pueda recuperarse con sólo un poco de agua caliente? ¿quién –sólo atrofiadas las papilas gustativas- puede suponer que un saborizante globalizado en polvo puede suplantar algún sabor?

Como he dicho sé de cuanto hablo. En mi infancia y adolescencia aprecie, comí, gusté y observé cuanto guiso fuera posible de degustar de la fauna silvestre terrestre, acuífera y marina que estas tierras mexicas pudieran albergar en la segunda mitad del siglo XX. Mi padre fue cazador y lo mismo cazo cimarrón, venado, jabalí, ardillas, conejos, patos, gansos, huilotas, codornices, márlin, atún, crustáseos, etc. etc. Toda fauna que se moviera o reptara ante la mira de su escopeta, trampa o red. Pero de nada sirve lo cazado sin unas buenas cocineras que pongan sazón y punto a guisos, potajes y menjures cuyo ingrediente principal es el placer y orgullo que causa la satisfacción de los comensales que se chupan –literalmente- los dedos. No hay secretos en la cocina: hay técnica, tradición, productos; un gusto y un placer que se origina en el cocinero(a) que sabe que sólo se aprecia lo que se quiere, se ama lo que se conoce y se disfrutan las cosas ricas.

Gracias Rules por tu hermoso texto.