viernes, 27 de diciembre de 2013






A TODOS LOS LECTORES:

SE LES AGRADECE SINCERAMENTE LA COMPAÑIA DURANTE EL AÑO QUE TERMINA, SE LES DESEA QUE SUS LOGROS Y DESEOS SE CUMPLAN AMPLIAMENTE EN 2014. 

UN ABRAZO. VALGA PUES.




miércoles, 30 de octubre de 2013

Visando el camino

 

“Cartagena de Indias” le llamaron los españoles. Aunque Pedro de Heredia al fundarla en 1533 le llamara San Sebastián de Calamar, ubicándola en la costa norte de Mar Caribe colombiano y con el pasar del tiempo el puerto tomó el nombre actual, convirtiéndose después, en la capital del departamento de Bolívar.

Los españoles le llamaron Cartagena de Indias para diferenciarla de “Cartagena de Levante” que los cartagineses en sus guerras púnicas con los romanos fundaron en la costa ibérica de Murcia.

En tiempos de la colonia española con el puerto colombiano, Portobello y Veracruz, formaron el trampolín de lanzamientos de grandes fortunas en lingotes y especies que nutrían las arcas de los países europeos: ya de manera legitima, gracias a los buques españoles y ordenanzas de la Corona, o de forma mañosa, gracias al contrabando, saqueos, abordajes y rapiñas navales piratas. Constancia de esa forja calamitosa, se conservan parte de la fortificación amurallada, los castillos de San Felipe y San Fernando, los fuertes de San Lorenzo y Pastelillo, el Convento de la Popa, el Palacio de la Inquisición.

Me gusta este Emilio nuevo, el que camina por las callejuelas y los recovecos respirando los yodos ácidos y salobres de este mar caribe tantas veces transitado por buques, galeones y fragatas de todos los calados y naciones. Me gusta este Emilio a mitad del tercer lustro del milenio nuevo: sin adicciones, sin grandes tempestades humanitarias a cuestas, sin amistades oscuras; sin tablas, credos, misterios; tres quintos en la faldriquera, un libro de viajes, una matraca arrítmica en el pecho, unos huesos carcomidos, una pluma y la respectiva barra de tinta china. Me encanta el Emilio, por escalinatas que suben y bajan en barriadas coloridas, cual juego de serpientes y escaleras.

También me seduce esta batalla momentánea con el “cartañol” pegajoso, grosero, picante, hilarante… A ratos, inexpugnable en esa jerga caribeña sin traducción pero que igual embarra, estruja, conmueve y logra articular un discurso de salves y quien vives trepidantes, gozosos, mareantes. Estoy en el vórtice de otro hito del gran castellano. Parado, haciendo equilibrio. Articulando alguna parte que no busca ser “el manito”, la jerga hibrida e histórica del cine mexicano de los años cuarenta y cincuenta que en estas latitudes adquirió naturalidad y etiqueta, o el intragable lenguaje dizque mexica de Viruta y Capulina, achacable en su totalidad al Chespiro del Chavo, el Chapulín, el Botija… Me disculpo, busco urgente una letrina para vomitar a mis anchas.

Una arepa de huevo para abrir. Sancocho de sábalo, arroz con coco, plátano freído. Dos cervezas Aguila y un ron oscuro. El café es innegociable. Siguiendo con la escritura de la opípara comilona me preguntarán: ¿qué es una arepa de huevo? El platillo es muy simple si tenemos gusto por la cocina y sus secretos: una gordita de masa de maíz freída, doblemente freída, porque la fritura lleva un huevo o doblemente azada si esa es la forma del cocimiento. Freída una vez para que la masa cruda adquiera la forma de una gordita consistente, partida por mitad donde se inserta un huevo crudo que habrá de freírse en un segundo paso, antes de consumirlo.

Casi tres millones de personas se disputan un trozo de Cartagena. La diversidad cultural de las razas se mira a simple vista en la fisonomía de los habitantes: rasgos indígenas caribeños, europeos, africanos costeros mediterráneos, mulatos y mulatas que guardan las características y rasgos de un pasado esclavista no tan distante, donde el puerto fungió de paso obligado. Subyace sin embargo, un hilo invisible, homogéneo, perceptible que se mezcla y une las cosas en los bundes, fandangos y cumbiambas donde el tambor, las gaitas y demás instrumentos recuerdan un antiquísimo crisol donde se baten a fuego lento culturas tan diversas como sólidas melazas albaricoqueadas.

Esta mexicanidad se pone a prueba, como diría un sabio vallisoletano, no soy humilde. Veo desde un balcón el puerto en la amanecida y pienso en la contaminación de centurias. Escribo dos o tres líneas tratando de hallar un poco de esencia, de ambrosía, de polvo de musas en estos garabatos. Nada… Se tragan mis sentidos en el paisaje, la temperatura, la melodía lejana de la bachata. la flaquita morocha que sin disgusto de desviste frente a la ventana abierta… Nada… Cartagena de Indias le llamaron los españoles.


2.

“Cuando pases por Medellín me saludas a Pablo Escobar”.

Abordamos el bus en la tarde noche. Mochilas en el maletero, itacate surtido, suculento, agua embotellada, un termo inflado de “tintito” para consumir a sorbos cortos y lo mínimo en el bolso de viaje personal (documentos, diario, pluma y dinero). El trayecto a Medellín es de poco más de doce horas a riñón, monotonía y dormir a ratos mientras el paisaje de playas y marisma tropicales del Caribe cambia a los altiplanos de la montaña, llegando a la “ciudad de la eterna primavera” colombiana con el día.

“Terminal del norte”: desorientación, carreras, bullicio, bullanga y una llovizna pausada que da la bienvenida a los viajeros. Corto trecho desentumeciendo las piernas y el metro plus en la “Estación caribe”.

“Villa de nuestra señora de la Candelaria de Medellín” fue el nombre que le dieron en 1616 cuando los españoles la fundaron en lo que se llamó antiguamente, en épocas  precolombinas, el Valle de Aburrá. Igual que en el caso de Cartagena, el nombre de Medellín, fue tomado de otra ciudad existente desde el año 75 a. C. en la península Ibérica llamada Metellinum y que actualmente se conoce como Medellín de Extremadura, en la provincia de Badajoz. La actual Medellín en Antioquia Colombia, muestra su mejor sonrisa tras un hermoso arcoiris que pone límite al chubasco y deja resbalosas las calles.

Decidimos mi flaquita morocha y un servidor ser náufragos en una cuidad tan basta, tan cálida, tan soberbiamente amiga, Viajeros sin timón ni vela, cáscaras de nuez en mitad de las marejadas sensuales más abrumadoras por su calidez, la largueza de su emotividad hospitalaria, la constancia de su desapego, de su franqueza sin coto. Medellín abruma con su sinceridad, su lozana presencia franca, su multiculturalidad resalta en cada arista y conmueve en su marejada de costumbrismos: en su castellaño que atrapa en red de granos de café, aguardiente, canela y coco.

Pablo Escobar fue el coco de muchos, el villano favorito de los pasquines, el enemigo de las virtudes, la reencarnación del mal vivito y coleando. Mientras que para otros en estas latitudes, muchos otros la reencarnación del benefactor, el mecenas bien amado, el “Robin Hood” latinoamérica moderno, arquetipo de héroe y forajido sanguinario que enfrentó al sistema e inundó de “polvo blanco” las narices de los norteamericanos ávidos, insaciables, glotones, ricos… Difícil resulta no treparse al tabique de la moralina. Más todavía sabiendo de los 26 mil muertos de su guerra contra el Estado colombiano… ¿Pero cuál la posición ante los 70 mil cercanos sepulcros del sexenio de Calderón?

Imposible en Antioquia substraerse a una “bandeja paisa”: fríjoles, arroz, plátano, chorizo, carne, huevos, aguacate y arepa. Imposible substraerse a un “tinto”, a un “guarapo”. Pero aún más imposible substraerse a un trato, a un negocio, a un trueque de algo, de lo que sea, con antioqueños siempre deseosos y dispuestos a realizar un regateo, una escaramuza verbal que tiene como objeto un negocio, un arreglo, un trato.

Los monumentos de Botero están por toda Colombia tumbados, sentados, de pie. Sus rubicundas presencias invaden el paisaje urbano con el desparpajo celebrante de la dicha, la vida, la alegría y ese airecillo de sensualidad morbosa. Imposible escapar a su presencia física, magnificencia, magnetismo. Es como la sutil presencia de Macondo que todo lo impregna, lame, embadurna, empolva y carcome transgrediendo la mágica presencia de la realidad que invita a suponer que en cualquier esquina nos podemos encontrar con “Remedios la bella” o tal vez, uno de los muchos Buendía, deambulando por éstas comarcas y rincones. Me afano a describir al detalle lo ante dicho en la libreta de viaje, a tres mesas de la mía, disfrutando un tintito el Coronel Buendía espera una carta que nadie enviará…

lunes, 9 de septiembre de 2013

Intouchables


En días pasados, por razones de trabajo, viajaba en un cómodo autobús con la pesadez “normalita” de un trayecto largo que a toda fuerza es molesto e incómodo por muy amigable que trate de ser el ambiente y uno se abandone al sueño.


Si se recuerda, en contraste con los viejos -no muy lejanos- vehículos de pasaje terrestre, los modernos transportes han implementado una serie de comodidades que buscan hacer del trayecto algo menos latoso, menos molesto… Entre los cambios más visibles hay un mayor espacio para piernas y rodillas, asientos menos angostos, baños, lonches y refrescos, películas y la posibilidad de sintonizar música de manera independiente. Pero la materia de éste texto no son los cambios en los automotores. Sólo agregare que en los diversos trayectos similares a esté, en otros momentos, he tenido oportunidad -como cualquier cristiano que se precie-, de ver innumerables refritos cinematográficos, en algunas ocasiones en recorridos distintos, hasta dos o tres veces la misma cinta al hastío; normalmente, de acción, de cine norteamericano, cosa que me da muchísima flojera con los stalone o los willis en seguidilla constante…Los audífonos y mirar para afuera da la oportunidad de olvidar la película en la pantalla.

Sin embargo, esta vez la cosa fue diferente y he aquí la razón de escribir estas líneas. En la pantalla inicia una escena nocturna veloz: un auto volando propiamente sobre el asfalto de una vía rápida que lentamente nos vamos enterando se ubica en la ciudad francesa de Paris. Dos personajes, al volante un morenazo y un blanco como pasajero, irrumpen desaforados en los carriles de esa vía rápida, es más, van divertidos escuchando música a fuerte volumen; después de una larga escena de alocada carrera y rebases múltiples, la policía los acorrala y bajan del auto al morenazo quien se resiste, pues es el chofer de “un enfermo tetrapléjico en crisis” y argumenta que se dirigen al hospital; al revisar al copiloto, efectivamente se ve como la crisis inicia y avanza haciendo escupir saliva y ponerse lívido al enfermo; los policías se espantan, se perturban, no saben que decidir ante el cuadro sorpresivo y los gritos desaforrados del chofer quien les intimida al punto de que se ofrecen a abrir paso al auto rumbo a su destino; al abordar y reiniciar la marcha del bello Renault –como conclusión de la escena-, vemos como estos dos malandros ríen de buena gana disfrutando su osadía, abriéndose paso tras las sirenas de las patrullas…


 Así inicia la cinta Intouchables de los franceses: Olivier Nakache y Éric Toledano. Filme delicioso que narra, basada en una historia real, un pasaje de la vida de Philippe Pozzo di Borgo, autor del libro Le Second souffle, tetrapléjico desde el año de 1993 y de su relación con Abdel Yasmin Sellou, su asistente a domicilio. Personajes interpretados en el filme por los actores François Cluzet y Omar Sy.

En esencia la anécdota es sencilla pero altamente gratificante: Philippe, un aristócrata que ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente de parapente contrata como enfermero a Driss, un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel. Aunque a primera vista no parece la persona más indicada para cuidarlo, juntos aprenden a convivir arrastrando los resabios y litaciones de un cuerpo endeble tanto como la vitalidad insospechada de la ignorancia, ejemplificado esto en la mezcla de la música de Vivaldi con el soul de Earth, Wind & Fire; moviéndose los parámetros entre la dicción elegante y el mundo del arte, con la jerga callejera… Dos mundos enfrentados que, poco a poco, congenian hasta forjar una amistad tan disparatada, divertida y sólida como inesperada.

Esta película que contiene una comedia fina, se convirtió rápidamente en un fenómeno cultural en Francia, donde fue votada como el evento cultural del año 2011 por el 52 % de los franceses. Además, la cinta volvió a popularizar el clásico: Boogie Wonderland, de Earth, Wind & Fire que es el motor de una escena vital y vigorosamente mordaz al celebrar el cumpleaños de Phillippe...

Vale la pena buscarla y disfrutarla.


martes, 3 de septiembre de 2013

Floresta


En aquella mañana, a penas despuntando el alba, Labrocha se frotó enérgico los brazos, el tronco, el sexo, las piernas y los tobillos sin salir de la sábana. Corrió la cobija y le tapo las piernas turgentes para que no se enfriara. Se lavó la cara y enjuagó la boca con un gran buche. Se puso el pantalón, camiseta, suéter y unos desvencijados tenis de aspecto famélico que para el caso resultaban ideales. La beso en la boca y tomó la correa. Aguantó a pie firme el embate de las expresiones de contento y alegría del cachorro que de la noche anterior a la amanecida estaba más fuerte, más crecido y vigoroso.

Fue al portón y salió al sendero, no sin marcarle “sentado” antes de abrir la puerta y dar la salida. El can apaciguó su ansia, se quedo quieto y espero la señal convenida: y salió volando, agitando con el viento las orejas y paseando de lado a lado el rabo como banderola desplegada en fragata beligerante: “¡Todo a babor! ¡Todos a cubierta! ¡Todo a estribor!” Labrocha cerró el portón, miró a izquierda y derecha curioso antes de iniciar la caminata matutina. Subió la cuesta seguido, alcanzado y rebasado por el cachorro que de trecho en trecho esperaba vigilante al andarín de paso monótono.

Llegaron al bosquecito y el can hizo sus tradicionales tres paradas de rigor, las revolcadas en la tierra suelta y húmeda de la brisa matinal, las olisqueadas en los lugares comunes y los apapachos vigorosos al andarín que sentado en una roca trataba de escribir los versos consistentes, sustantivos y amorosos que le leería a ella al compás de la cuchara parsimoniosa en la taza de café. A sus pies el perro esperó la resolución del dilema. Él quedo satisfecho tras largos instantes de deliberar. Compartió con el bicho un trozo de carne seca que saco del bolso de cuero que pendía de una correa pasada por su hombro, luego de unos momentos echaron a caminar, siguiendo el rumbo marcado por una línea imaginaria a través de las grandes rocas de piel de obsidiana tiradas al vuelo sobre esos lomeríos salpicados de amplias arboledas.

Ya el sol acariciaba con los largos tentáculos las puntas de los árboles tupidos. Ya la naturaleza se agitaba en sus cantos melódicos y sus ritmos diarios. Llegaron al claro que marcaba el ascenso a la troje ubicada en la loma larga de aquel caserío donde esperaba el café, el desayuno humeante y ella. De súbito el can silencioso se paro de golpe. Labrocha apercibido sin dejar sus interiores pensamientos le miró los ojos, puesta la mirada en algún punto ahora indescifrable pero signo inequívoco de advertencia. Recorrió, como quien sigue una línea punteada paso a paso, la distancia visual del can avanzando de su origen al sitio de termino. Ahí estaba, dibujando su silueta en los recortes florales escasos de los troncos añosos que como emblemáticos batallones de infantes salidos de una contienda esperan la carga del rival. Blonda cola erguida, puntiagudo hocico, orejas paradas y esbelta figurilla atlética. Un zorro. Un caza gallinas. Un engaña canes más diestros. Una aparición rojiza en un fondo de todas las coloraturas del verde pensables e impensables. Una ráfaga que no miraba nada y al tiempo atisba todo; nada escapa, nada se pierde.

Duró la aparición diez o escasos quince segundos, una eternidad dentro de la brevedad de la eternidad y el suspiro acaso. E igual de súbito desapareció, dando dos o tres saltitos ágiles,  todo volvió a la normalidad. Supo Labrocha que todo fue cierto porque por una fracción impensable, eterna y breve, el ritmo de las cosas en el bosque se detuvo, paró, cesó.

El can miró nuevamente en presente, observó la cara de perplejidad de su dueño, y cómplice caminó dando ladridos subiendo la cuesta a la troje.




lunes, 2 de septiembre de 2013

¿PARA QUÉ TANTO BRINCO ESTANDO EL SUELO TAN PAREJO?



A FINAL DE CUENTAS LAS PRÁCTICAS ANTIGUAS DEL FASCISMO MÁS RANCIO SE LLEVARON A CABO RELIGIOSAMENTE: LA CAMPAÑA MEDIÁTICA DE LOS COMPINCHES ABONANDO AL HASTÍO Y EL HARTAZGO, LAS MANIOBRAS DISTRACTORAS DE LOS "PACTISTAS POR MÉXICO" Y LA POSTERIOR APROBACIÓN DE LAS LEYES SECUNDARIAS AL VAPOR, LOS GRUPOS INFILTRADOS DE RIGOSOS APUNTALANDO EL DESCONTENTO PUNTILLOSO... EN FIN, TODO AQUELLO QUE COMPONE EL BIEN TRAMADO EJERCICIO DE LA POLÍTICA A LA MEXICANA SIEMPRE AUSENTE, INDIGNA, INCONGRUENTE A TODO AQUELLO QUE NO SEA "SU BIEN" Y NO OTRO.
¡BENDITO SEAS TLATOANI! ¡BENDITOS SEAN TUS ESBIRROS!
¡QUE ZANAHORIA Y PALO NOS COMPLACE EN ESTE SINUOSO CAMINO EN APARIENCIA SIN REMEDIO!

*** Lo que realmente lastima es la forma sucia, oscura y turbia de hacer siempre las cosas "bajo la mesa" que pone en evidencia la presencia del "verdadero" crimen organizado.

jueves, 29 de agosto de 2013

Pensando al vuelo.



A mis 54 años nada me sorprende. Por x o z razones he transitado bastante como para estar desengañado y conocer los pasajes “normalitos” de lo bueno, lo malo y lo regular de la vida social a la mexicana.

Bombardeado como cualquiera por todas las formas: televisivas, radiales, periodísticas, rumorológicas; de sesudos intelectos parlantes que defienden una posición con la misma intrépida audacia como lo hace un gato cuando tiene hambre. ¿Recuerdan la profundidad anchurosa, cuasi mística, de las mesas de debate del futbol soccer en tertulias o programas radiales o televisivos? Así, con esa fiereza escatológica… Sin embargo, esta vez, la materia del embate polemista es la educación, sus mentores, acciones y despropósitos en un país de derecho y soñadores donde la ley de la oferta y la demanda capea sin empacho.

Habría que empezar diciendo que el sistema reformista en andas, se tambalea en algo tan espiritual –por efímero- y a la vez tan concreto, como lo es la legitimidad. Nadie en sus cabales puede olvidar –“aunque te hagas guey compadre”-, del cómo, la forma y la manera en que te subiste –contigo tus iguales- a la silla. Lo mismo en el ámbito federal que en el ámbito estatal o en el municipal. Eso parece que no le importa a nadie. Siempre hay una cobija grandota que puede esconder al fantasmón del llamado “crimen organizado” a quien culpar, aunque los viejos dirían: “gato escondido con la cola de fuera”. O los rumores del desastre económico o las bototas lustrosas del centenario ejercito “siempre fiel”.

El caso es que hoy, el priísmo fascista, acostumbrado a tomar las decisiones en “los bueyes de su compadre”, decide decidir en las mejoras “convenientes” del futuro. Sin análisis, sin discusión, sin miramientos ya trazaron la ruta, y ya trazada, empieza la gran maquinaria a caminar llevando por fogoneros en la vanguardia a los legítimos patriarcas de la razón y el buen decir: los medios masivos que miran en el principio vital de la empresa y su utilidad la esencia misma de su “velda”. “Reditúa más callar que hablar”. Por lo tanto, el valor no radica en explorar las profundas verdades de la realidad, si no en ocultarlas. Así la autocensura, el cerco noticioso, la maledicencia, el silente golpismo patético al desgaste, la desinformación son banderolas, aliados y cómplices de un juego “normalito, común y monolítico”. Ya don Porfirio -precursor de la herencia-, compraba periódicos que de día le tapaban la sombra y de noche le velaban el sueño.

Hoy el gran tema, la gran batalla, es la educación institucionalizada. Las concentraciones enormes que desquician los derechos de terceros, sus movilizaciones, el ausentismo laboral en las aulas y aquello que resulta más grave: el bajísimo nivel educativo de una gran parte de la infancia de éste país. He leído que doctos maestros se quejan del rendimiento pésimo de sus alumnos en niveles de prepa, licenciatura, maestría y doctorado. El crecimiento enorme de los “ninis” yendo y viniendo por calles y callejones. Lo que no se considera es que la educación institucionalizada es sólo una parte del problema: parte equitativamente proporcional a la educación que los padres aportan en la casa; parte proporcional a la educación que los niños, jóvenes y adultos reciben e imprimen en la dinámica en el entorno del barrio, comunidad o estrato social al que pertenecen. El problema de la educación en cualquier parte del mundo es una conflictividad más compleja, amplia y diversa de lo que a simple vista se puede juzgar. No es un asunto simple de sindicalizados, patrones y usuarios. Cualquier proceso unilateral, por decreto, esta destinado al fracaso como ya de suyo lo ha sido en los últimos treinta y cinco años.

Vivimos dentro y atrapados en una compleja red compuesta por palabrerías tendenciosas, maliciosas, de intereses creados donde la no verdad, el callar y la sumisión, es motivo suficiente para dividir, exasperar y alarmar.


jueves, 20 de junio de 2013

A Los Soprano


Hoy nada más abro el Internet y me sorprende la noticia: “a los 51 años de edad, estando en Roma de vacaciones, muere el actor James Gandolfini”. ¿Pero quien era James Gandolfini y por qué mi revuelo? James Gandolfini encarno al popular personaje de Tony Soprano, padrino de la serie The Sopranos, serie televisiva norteamericana que se proyectara de 1999 a 2007 (seis temporadas y un total de 86 capítulos) y que en aquellas latitudes recibiera toda la gama posible de premios y galardones.



Escrita por David Chase la serie cuenta los afanes, las conflictivas, las vicisitudes, los gozos simples de una familia norteamericana típica, salvo que es Italoamericana con conexiones muy pero muy profundas en las tradiciones y raíces italianas. Es la impostura, entre lo obvio (aquello que es oficialmente correcto) y lo clandestino, un motor sugerente.



El universo en el que se mueven los personajes esta ubicado en Nueva Jersey: “la familia” de Tony Soprano y la otra familia del mismo Tony; todo bajo reglas no escritas que permanentemente ponen al boss en situación de stress constante, tanto así que necesita terapia en mitad de esta conflictiva capitaneada por su progenitora. Al tiempo, la historia también narra los inconvenientes y contrastes que abrazan a Carmela (Edie Falco) y los hijos de Tony, tanto como los afanes de Christopher Moltisanti (Michael Imperio), sobrino de Tony y por ratos escritor frustrado.



La serie de seis temporadas es un compendio de buen hacer televisión, existe un cuidado extremo –desde el primer capitulo-, en todos los rubros de la producción. La urdimbre del guión es compleja, sin caer en los recursos obvios del enredo sencillo que después se desmadeja por sí mismo; debes seguir consumiendo capítulos para encontrar las respuestas a la siguiente encrucijada. Explora con soltura la naturaleza de la violencia, la ambigüedad de la impostura y la identidad italoamericana sujeta a tradiciones no escritas pero palpables. Permea el cuidado de un respeto que no se ve para otras culturas. Las actuaciones por otra parte, son creíbles, genuinas. No existe el cliché típico, la grotesca manifestación, la vileza de la violencia aflora debido principalmente a su aparente ausencia.

Gandolfini, esta suerte de oso en reposo, fue y será –como la serie completa- un icono de la televisión en su personaje de Tony Soprano. Así lo recordaré. Descanse en paz.




viernes, 14 de junio de 2013

The Fast and the Furious


Torbellino en la dulcería, donde los muchachitos en uniforme se multiplican tras el mostrador al tiempo que una acelerada audiencia interpela a la caza de palomitas y gaseosas; las campañas contra la obesidad del gobierno mexicano aquí encuentran su punto y coma. Sala atestada de mozalbetes y jóvenes en su mayoría que responden con risas destempladas o silencios conmovedores al código establecido. La convocatoria del sexto pasaje de la saga de Rápido y furioso tiene respuesta.

Al igual que la historia de otros episódicos compendios de aventuras cinematográficas –recuerdo a James Bond, por ejemplo-, la anécdota no es muy complicada ni compleja, por más enredada que parezca. Ken Li y Gary Scott Thompson no se reburujaron mucho la existencia al escribir éste choremón acrobático: los personajes de Toretto (Vin Diessel) y O´Conner (Paul Walker) son “hombres de honor”, a la manera del “Padrino”.




El primer indicio del fenómeno fílmico es una película de 1991 que no mucha gente conoce: Point Break with Cars, de donde Rápido y Furioso rescata la trama del policía infiltrado entre delincuentes (en este caso autos y otros trebejos) pero que se enamora de la hermana del líder de la banda.




Varios elementos son indispensables y necesarios en el éxito: la belleza de las féminas, el estruendo de la cinta sonora, las sorprendentes acrobacias y sobretodo, la fosforescencia de los autos empleados en las secuencias de persecuciones y carreras donde los protagonistas –siempre al filo de la vida-, se juegan el pellejo y la existencia muchas veces salvadas al tris del fantástico milagro.

De las actuaciones no hay mucho que decir, realmente no hay mucho que esperar, son simples esbozos supeditados a la acción y al cliché. Gusta sin embargo las acrobacias imposibles sin el apoyo de la tecnología y las herramientas del cine actual, La trama episódica va desarrollándose desde el esbozo primario en la cinta original: Toretto y Letty (Michelle Rodríguez) y O´Conner y Mia (Jordana Brewster) son parejas sentimentales entrelazadas por el lazo del parentesco familiar pero cuyo código de honor esta intacto y es piedra de toque de la acción. Un aire de farsa pulula en todos los diálogos, incluso en aquellos donde los malos atentan con sus crueles acciones.




jueves, 6 de junio de 2013

The Great Gastby


Deseoso de conocer una más de las adaptaciones fílmicas realizadas entorno de la novela homónima de F. Scott Fiztgerald, publicada en 1925 y de la cual realizadas, desde el año de 1926 y hasta ahora en el 2013, van cinco versiones distintas y al mismo tiempo paradójicamente similares por el hilo conductos de la anécdota de lujo y mezquindad humana subyacente.

Herbert Brenon (1926) fue el primer cineasta que se intereso en el tema a un año escaso de la publicación de la novela y realizó la primera versión en la época en la que el cine sonoro aún no irrumpía con su estrépito en las salas. Sin embargo, la más celebrada y quizás la que todos recordamos sea la realización de Jack Clayton (1974), llevando en los estelares a Robert Redford y Mia Farrow; corto me quedaría de tanto elogio por esta realización que vi –afortunadamente- en un cine de la ciudad de México en aquella década.






Tal vez también con este morbo asistí a la exhibición de la actual versión de Baz Luhrmann, el reparto es muy bueno en el papel, Tobey Maguire (Carraway), Joel Edgerton (Buchanan), Isla Fisher (Mytler), Carey Mulligan (Daisy) y Leonardo DiCaprio (Gatsby) junto a otros muy buenos actores. Debo destacar que hace algún tiempo he considerado que DiCaprio va mostrando un enorme desarrollo de su talento, que vez tras vez, me convence más como un actor que ha dejado “la cara bonita” para convertirse de a poco en un mejor intérprete que vale la pena disfrutar.

Al gozar de esta nueva versión de la novela, no deja de asombrarme las distintas lecturas que una misma historia puede propiciar. Recuerdo que alguna vez leí en algún lado como F. Scott Fiztgerald el novelista, había tomado como fondo, transformando como elemento principal de la misma los hechos relacionados con un hombre igual de extraño que el personaje principal de su historia, habitante misterioso de “la gran manzana” y relacionado con Lucky Luciano, Meyer Lansky y Bugsy Siegel, quienes a la larga habrán de reinar sobre la Mafia de aquella ciudad y país. Esos motores mitad mito, mitad fantasía, parecen fueron igual de extravagantes y misteriosos como la narración en derredor de Gastby.




La versión 2013 es digan de ser disfrutada, gozada en su magnificencia sólo posible con los medios de hoy y tal vez, beneficiaria de algún reconocimiento futuro de la gran industria norteamericana. Yo por ahora quedo satisfecho. Vale.





martes, 28 de mayo de 2013

AH, Moises....



Tal como he manifestado desde la década de los años sesenta: soy chiva, seré chiva y moriré siendo chiva a pesar de Vergara. Pero la final, con el gol y penal atajado de Muñoz -portero que poco quieren en el Ame pues su corazón palpita por Memo Ochoa- fue como un final de la versión 3 del Chanfle región 4. Bien por quienes son campeones ahora... en seis meses habrá otro... Tal vez, la sangre azul, de un campeonato en 33 años, se renueve.



sábado, 18 de mayo de 2013

“Nosotros los Nobles”


Recientemente nos enteramos que la película mexicana (creo Ópera Prima) de Gaz Alazraki es la más taquillera de la historia del cinito mexica, por arriba de aquella cinta “El padre Amaro”, de grande celebridad.




Varias circunstancias suponen tal resultado exitoso. La primera, la enorme difusión y promoción de las mega cadenas propietarias de las salas que se han preocupado en multi promoverla; segundo, la muy buena cirugía plástica hecha al libreto de Luís Buñuel, “El gran calavera” de 1949 que ya de suyo era muy bueno; y tercero, la aparición fuera de la ficción cinematográfica de estas “ladys” hijas de papi que ahora, con el regreso del imperial PRI, pululan a cada hora haciendo de su vanidad gala. El público, cuando menos en la ficción, como en la Lucha Libre mexicana, quiere ver un poco de irónico histrionismo y sufrimiento.

Debo decir que todos los epítetos y elogios otorgados a la dichosa peli serían pocos y demasiado pequeños, ya el dibujo de los personajes en el 49, los hicieron con la consabida maestría Fernando y Andrés Soler. La trasportación del argumento a la realidad del tiempo presente es buena, deja a un lado ciertas gazmoñerías que hoy ya caducaron y el reparto, fuera de “la Señora Presidenta” responde al casting. Sin embargo, ante tal avalancha, uno no deja de observar como éste cine plagado de pequeñas capsulas de moralina, acrítico y siempre melodramático no se rinde y permanece latente en la intencionalidad de gobernar la voluntad y deseos del grueso social.







Al mismo tiempo, casi oculto en la enorme repetición de programas y carteleras repetidas una y otra vez hasta la nausea, otras películas mexicanas vieron su paso por las salas. Un ejemplo de esto fue “El ciudadano Buelna” que paso sin pena y sin gloria, y que más de algún mequetrefe de la organización Cinépolis dijo que "había fracasado", cuando ni siquiera se sabía claramente en que sala se podía ver. En fin, “el ciudadano” es una cinta de Felipe Cazals (Canoa y el Apando) que a mi ver, más allá de su discurso lento propone una crítica bastante inteligente a la “historia oficial”, tan cargada de impostura y mentiras que se repiten en el presente como jotas siniestras.




Este si es Rafael Buelna, el héroe revolucionario.



Réquiem por Miguel



Por distintos medios me han pedido que escriba algunas palabras en derredor de quien fue en vida Miguel Estrada, ¿por qué me lo piden?, será porque soy viejo y desde los siete años de mi edad he sido testigo del nacimiento y desarrollo de los muchos artistas y personajes, en campos diversos, de la ciudad que me vió nacer. Será también porque me ha tocado participar en pasajes interesantes e importantes de esa convivencia. No lo sé. Pero intentaré escribir dos o tres párrafos al respecto.

Hará unos 28 o 29 años que conocí a Miguel Estrada, en el seno de nuestras profesiones y vidas públicas comunes, el teatro. Lo conocí siendo él muy joven, de aspecto agradable, un aspecto que salvo embarnecer, nunca cambió. Un humor chispeante, locuaz y estridente como signo distintivo de su persona. No puedo decir, a costa de mentir, que le conozco interiormente, profundamente… O que me precio de ser su grande amigo. No. Pero tuve siempre la impresión en dos aspectos que trataré a continuación de describir.

Desde el principio de mi conocencia de Estrada, me pareció un tipo congruente, como ya he dicho, pulcro y con una extraña sinceridad –sinceridad extraña si se toma en consideración el grupo de artistas al que pretendía pertenecer, sabiendo que la mayoría de los hombres y mujeres de teatro son muy dados a la impostura y el cinismo- que mantuvo como una constante a mi persona, una suerte de respetuoso trato, cosa que agradezco.

En el terreno de su trabajo profesional tuve a bien observar muchos de sus papeles, direcciones y más de un texto escrito por él. Siempre mantuve la impresión de que esa bis cómica trasminaba lúdica y alegremente su proceder. Muchas veces encontré rasgos cachirulescos –se lo dije con todo el sentido de las palabras más de una ocasión- que llenaba de matices sutiles, agradables y sencillos que no redundaban en lo simplón y cargado, tan propio de las malas copias que pululan en nuestros tablados.

Creo que una perdida tan prematura siempre es dolorosa, pues deja truncas las muchas cosas que pudo hacer y mejorar. Descansa ya de tus aflicciones Miguel Estrada que pronto nos encontraremos saltimbaqueando en algún tablado… Vale.



19 de mayo de 2013


Hace 23 años ya, un día como hoy pero de 1991, en la plaza de San Francisco –sitio de la fundación de Valladolid, hoy Morelia- celebramos con un espectáculo escénico el aniversario 450 de su fundación. Jamás, desde entonces, autoridad alguna municipal o estatal, ha tratado siquiera de retomarlo. Por lo tanto, fue único.




Habría que decir que fue un espectáculo complejo, en su estructura y maniobrabilidad interna de ejecución; tanto como complicado por las situaciones externas que arrastró desde el principio: a saber en ese momento en Morelia se dirimía una batalla política -¿cuándo no?-, a ratos silenciosa y otras perversa por su grilla intestina; el primer ayuntamiento perredista en México tenía un momento exaltado a consolidar –Samuel Maldonado era el Presidente-, y otro de los muchos gobiernos interinos priístas –Genovevo Figueroa era el interino- que trataba de detener la avalancha, en su terruño en formación en ese momento. No hablaré más de lo complejo de esa circunstancia pero se debe tener en cuenta cuando el talentoso, también ex rector de la casa de Hidalgo, programó a la misma hora, en el centro de la ciudad, frente a Palacio de Gobierno a los Bukis y asomado al balcón central mostró el menosprecio por todo lo demás.



Sin embargo la gente inundó la plaza y atiborró las graderías. El espectáculo inició con los rayos últimos de la tarde, desde un principio, en los días lejanos ahora de septiembre o octubre del año anterior, así se había determinado. Abrimos, con un silencio en la casi oscuridad sobre la plaza que la muchedumbre apiñada en las gradería que rodeaban el rectángulo sólo rompió con un aplauso breve cuando los primeros acordes de la Sinfónica y el coro monumental de las Rosas; fue una overtura del maestro Gerardo Cárdenas que también conducía al conjunto musical.

Quienes estábamos sobre los templetes frente a la plaza, viendo en dirección a la arquitectura de la Casa de las Artesanía y el Templo de San Francisco, quienes teníamos el control de la ejecución en ese momento, había una inmensa sensación de seguridad tamizada por el nervio natural del indecible inesperado. Pero cuando vimos el chisporroteo casi mágico de las pezuñas al impacto con las lozas del piso, bailando el penco, aquel caballito brioso que nos significaba la muerte que acompaña a la vida inexorable, y notamos el murmullo que corría de tribuna en tribuna, quiero decir que nuestro pecho se llenó de valor y placer, “estábamos por el camino correcto”.

Recuerdo con mucho gusto aquello. El trabajo ante todo fue muy aleccionador y lleno de experiencias. Yo participé como Jefe de la Producción, bajo las ordenes del maestro Roberto Briceño, quien fue el Director General del evento. El papel principal lo realizó Manuel Guiza. La dirección escénica fue de Alfredo Durán, la escenografía del maestro Octavio Vázquez, la parte coreográfica correspondió a la maestro Dalia Próspero y un gran numero de personas –todos con mucho talento-, pusieron su manota de arena para lograr dicho resultado. Yo también escribí, estructuré y rehice gran parte del texto escenificado ese día adjudicado a Neftalí Coria; si alguien dudara de esta afirmación se le puede preguntar a el maestro Briceño que aún vive.



Para Gustavo López Jiménez, hoy sobresaliente escenógrafo, escribí un texto. Fue la representación del emperador Itrubide, nuestro único personaje histórico que se recreó en ese espectáculo a pesar de existir tanto pro hombres. A Pepe Ortiz, sobre le templete armado encima de la pila y rodeado de hermosas y rubicundas cortesanas vallisoletanas, se le construyó un texto recreativo, jocoso y lúdico que realmente provocó hilaridad por su fraseo preciso.

Una anécdota recurrente de esos recuerdos, es cuando al pasar de la gente en el transporte público o caminando en torno de la plaza, en los días previos al evento, liberada de los toldos y lonas de los muchos comerciantes que por años la habían tupido, las personas decían: “Mira si es una plaza. Que grande… ¿Qué irán hacer? Y esa gente ha de ser bien pudiente que hasta una pila con agua ya le pusieron en el centro”.



martes, 7 de mayo de 2013

CONFESION DE UN ROTITO.. 2



A Rules Mejía, a su magnifica crónica culinaria

He de señalar que no me gusta el mole. No soy afecto a ese pesado platillo dulce o picoso ni oaxaqueño, ni poblano, ni guanajuatense. Tampoco me gusta la comida japonesa exuberante en sus formas y colores, pero insípida -para mi gusto-. Y sé de que hablo, porque mi familia paterna fue, es y será molera por los días de los días de la primera aurora, hasta la eternidad.

Como he dicho en otros momentos nací horneado en casa, con doctor y comadrona junto a la cama, en la calle de Manuel Muñiz. Ahí entre el mercado de Carrillo, la Ciudad Perdida y la calle Cuautla; entre las glamorosas Zamora y Guerrero. Lo aclaro porque en los años cincuenta, sesenta, setenta y ochenta vivió, guisó y comerció la molera más famosa del orbe vallisoletano de quien se tenga memoria en esas décadas aún no cargadas de chilanga presencia: Doña Cata; cuyo mole fue y es objeto de culto y recuerdo memorable a tal sazón. Y al cual, por supuesto, mi familia paterna fue asiduo comensal con motivos celebratórios o sin ellos, por mero placer de celebrarse la tragona angustia del gusto dominical acallado con un muslo de pollo o una pierna de guajolote…

Ya he mencionado que no soy afecto al mole, prefiero otro tipo de cocina mexicana, menos barroca, aunque no desprecio los pipianes o exóticos platillos con reminiscencias peninsulares. Entiendo que en gustos se rompen géneros. También comprendo que hay una suerte de memoria de sabores que todos guardamos y llevamos en la faldriquera, dispuesta siempre a brotar a la menor provocación, trayendo a las papilas gustativas la remembranza de placeres idos. En ese sentido prefiero, hablando de cocina michoacana, unos chiles capones de la región de Acámbaro con su respectivo queso Cotija, la delicadeza de la sopa fría de aguacate al tequila, unos trozos de carne de puerco con un molito de olla con ciruelas de la región lacustre, el sabor delicado del consomé –que me recuerda la tradicional cabeza en caldo moreliana que se vendía junto a la estación de guajolo-flechas en el Carmen- de cabeza de res que sin tanto orégano venden los domingos a la entrada del mercado en Pátzcuaro, o aquel sabor nunca imitado y crujiente del chivo adobado de Don Felix, hecho en horno de ladrillo.

Tampoco soy muy afecto a los pozoles. Sin embargo lo prefiero puerco puerco, blanco sin mucho caldo, con cebolla picada, chile perón y limón; más chunches -me parece- verduras y acompañamientos, son superfluos.

Por supuesto, hablando de sopa de arroz, estoy de acuerdo totalmente con Rules Mejía, de ninguna manera, nunca, jamás los ingredientes deshidratados de un sobrecito globalizado -por más rápido que ello fuera- imitaran el sabor asado de jitomates, ajos y cebolla en cazuela de barro indispensables para la hechura de una sopa de arroz tradicional; cuando una sopa deshidratada podrá sustituir el sabor del ajo asado y la cremosa aportación de la leche, en un arroz blanco. Siguiendo con estos ejemplos, jamás, nunca, no pensable me resulta suponer que una sopa Maruchan –o cualquier producto similar- pueda siquiera alentar la vaga idea del parecido con un spaghetti al dente: ¿quién puede suponer que una pasta deshidratada al aceite pueda recuperarse con sólo un poco de agua caliente? ¿quién –sólo atrofiadas las papilas gustativas- puede suponer que un saborizante globalizado en polvo puede suplantar algún sabor?

Como he dicho sé de cuanto hablo. En mi infancia y adolescencia aprecie, comí, gusté y observé cuanto guiso fuera posible de degustar de la fauna silvestre terrestre, acuífera y marina que estas tierras mexicas pudieran albergar en la segunda mitad del siglo XX. Mi padre fue cazador y lo mismo cazo cimarrón, venado, jabalí, ardillas, conejos, patos, gansos, huilotas, codornices, márlin, atún, crustáseos, etc. etc. Toda fauna que se moviera o reptara ante la mira de su escopeta, trampa o red. Pero de nada sirve lo cazado sin unas buenas cocineras que pongan sazón y punto a guisos, potajes y menjures cuyo ingrediente principal es el placer y orgullo que causa la satisfacción de los comensales que se chupan –literalmente- los dedos. No hay secretos en la cocina: hay técnica, tradición, productos; un gusto y un placer que se origina en el cocinero(a) que sabe que sólo se aprecia lo que se quiere, se ama lo que se conoce y se disfrutan las cosas ricas.

Gracias Rules por tu hermoso texto.


viernes, 12 de abril de 2013

Reflexiones del Perro




Nadie puede negar que en la última década, tal vez quince años, hemos sido testigos de cómo el cine norteamericano –ya de por sí avasallante- ha perfeccionado ”la gran caja de los sueños”, vendiendo maravillosos viajes a territorios jamás vistos sin el desarrollo de la tecnología.




Desde el tiempo en que Spielberg con sus monstruos y George Lucas con su saga de la Guerra de las Galaxias irrumpieran, el cine nunca más fue el mismo. La enorme posibilidad escenográfica que la grabación sobre pantallas azules o verdes, a más del incomparable desarrollo técnico de cámaras, lentes y programas de audio y computo, hicieron del cine lo que alguna vez Mellièr soñara en sus más autenticas pesadillas.




James Cameron posesionó como ninguno en la actualidad la figura cinematográfica del viaje fantástico: ¿pero qué es el cine si no eso? Una aventura que congela el tiempo y sólo es posible de contar a través de los recursos que el cine poderosamente posee ahora. Viajes a territorios jamás vistos fuera de la sala del cinematógrafo, cercanías gracias a la tecnología 3D y 4D, imágenes, velocidades y estrépitos posibles exclusivamente disponibles ahí. El cine es un arte bizarro en muchos sentidos, atiborra en su orden múltiples técnicas y tecnologías subordinadas al campo de la progresión de la historia, una y otra vez, y tantas veces como sea necesario, editada.



Ante el avasallamiento de la industria norteamericana en todos los medios, de la tecnología y de los inmensos recursos económicos destinados a su producción y operación, ¿qué hacen otros cines?: porque el cine es un oficio artístico que se produce en todas partes del orbe. Ante todo los cines modestos buscan contar una historia interesante dentro de los alcances de una narrativa cinematográfica que suele recuperar aquellos territorios imaginativos y creativos no necesariamente construidos por los miles de dólares que hacen de un bíceps, un triceps o una mueca repetitiva, sinónimos de excelencia actoral. Esa es la antiquísima batalla de la industria y el arte: sin que esto quiera decir que esté diciendo qué arte es el que se produce fuera del cine americano, no, también se producen unos bodrios allá como fuera de ese coto.







miércoles, 20 de marzo de 2013

ESTUVE DE VISITA



Estuve en Morelia este fin de semana. Se celebraba la expropiación petrolera y siendo de por aquél terruño quien eso realizó, pues debíamos festejar y convivir además de que es el fin de semana largo antes de la Semana Mayor.

Todo transitó en los términos deseados: visitas y jolgorios con parientes, amigos, conocidos, hermanos, amores… Dormir en la tranquila afabilidad familiar. Me sacrifiqué –atascadamente- en los sabores de los guisos de tías, primas y por supuesto, la sazón de mi ama –al leer esta ultima línea alguien podrá suponer: “sí… tengo el gen del síndrome de Pedro Infante.. ¿y qué?”-. Así como todo mexicano carga a cuestas al “Jamaicón” Villegas, yo cargo a cuestas, a Pedrito Infante…

Como ya he dicho “todo transitó dentro de los términos deseados”, sin embargo en conversaciones diversas de sobremesa me cuentan cosas perturbadoras por la naturaleza misma de los hechos de los cuales, poco o nada, dan noticia diarios y noticieros locales haciendo complicidad al cerco informativo creado a partir de la irrupción –nuevamente- del priísmo fascista que gobierna la casi totalidad del país. El caso es que en Morelia -específicamente-, los robos a casa habitación se han incrementado a exorbitantes cifras sin que exista acción o acto de la autoridad –que se supone mantenemos para que cuide y prevenga- poniendo coto a ese latrocinio. Y desafortunadamente, no hablo de oídas, hay varios casos dentro de mi familia.

A las modalidades conocidas se le une ahora otra de cuño nuevo: llegan a la casa –normalmente habitadas por personas solas, de la tercera edad o solas en ese momento- dos jovencitas dicharacheras, agradables, simpáticas promotoras de los programas de ayuda a la población, identificadas con credencial, uniforme y cuanta papelería es necesaria. Se identifican y le hablan a la persona por su nombre, ofreciendo datos personales muchas veces sabidos por su propietario únicamente, y teniendo el pretexto de integrar el expediente y observar la vivienda penetran –con permiso de la persona- al interior. Ahí, después de una observación bajo pretexto de ver goteras, humedades y grietas una de las jóvenes que toma video o fotos lleva a la victima a un lugar aparte mientras la otra delincuente, esculca y vacía de dineros, alhajas y cuanto bien puedan atracar. En algunos casos, si la pareja es de hombre o mujer, o compuesta de dos hombres, encierran a la victima en alguna habitación mientras ellos vacían –literalmente- la casa, y hay casos en los cuales las victimas son golpeados también.

Como se observa, detrás de este tipo de atraco novedoso, debe existir una organización que analiza horarios, informes personales de la futura víctima y posee algún tipo de respaldo que permite maniobrar libremente a los perpetradores. No se entiende sin ello que los atracos sucedan a cualquier hora y lugar de la ciudad. Las victimas están indefensas: primero, por la edad e ignorancia con respecto a las supuestas acciones de beneficio que los programas sociales en cuestión y que se ofrecen a la población en general; segundo, ellas mismas permiten el paso a los victimarios; en la mayoría de los casos no existe la violencia evidente, aunque ya de suyo el atraco, el robo, sea una forma de violencia específica.

Desde el gobierno de Cárdenas Batel, después seguido por Godoy Rangel y ahora por “el ardiente “ Fausto, el incremento de todo tipo de robos, atracos, secuestros ha ido en crecendo sin que exista un asomo de la autoridad para proteger a la ciudadanía: fuera de los discursos, los buenos propósitos y las bendiciones de los curas...

Desde mi punto de vista la solución preventiva, como sucedió durante el gobierno del sexenio anterior, no es la nota roja a toro pasado que sólo origina temor, si no que valiéndose de la penetración de los medios masivos y periodísticos locales, deberían de existir estrategias de información veraces a la población, a más de una eficiente y pronta respuesta de la autoridad: una llamada a la policía significa espera de cuarenta o cincuenta minutos en el mejor de los casos. La aparición de grupos de autodefensa vecinal o comunal –como el costo de vidas que eso ha implicado-, el enrejado de cuadras y manzanas enteras en ciudades y poblados, es la respuesta de una sociedad menospreciada, cansada, vapuleada por la criminalidad y harta de un Estado incapaz de cumplir con el principio básico de su existencia: proteger y cuidar a la población que paga con sus impuestos su trabajo, sus vidas regaladas, su francachelas y todo aquello que implica los goces del nimio poder.