Nadie puede negar que en la última década, tal vez quince años, hemos sido testigos de cómo el cine norteamericano –ya de por sí avasallante- ha perfeccionado ”la gran caja de los sueños”, vendiendo maravillosos viajes a territorios jamás vistos sin el desarrollo de la tecnología.
Desde el tiempo en que Spielberg con sus monstruos y George
Lucas con su saga de la Guerra de las Galaxias irrumpieran, el cine nunca más
fue el mismo. La enorme posibilidad escenográfica que la grabación sobre
pantallas azules o verdes, a más del incomparable desarrollo técnico de
cámaras, lentes y programas de audio y computo, hicieron del cine lo que alguna
vez Mellièr soñara en sus más autenticas pesadillas.
James Cameron posesionó como ninguno en la actualidad la
figura cinematográfica del viaje fantástico: ¿pero qué es el cine si no eso?
Una aventura que congela el tiempo y sólo es posible de contar a través de los
recursos que el cine poderosamente posee ahora. Viajes a territorios jamás
vistos fuera de la sala del cinematógrafo, cercanías gracias a la tecnología 3D
y 4D, imágenes, velocidades y estrépitos posibles exclusivamente disponibles
ahí. El cine es un arte bizarro en muchos sentidos, atiborra en su orden
múltiples técnicas y tecnologías subordinadas al campo de la progresión de la
historia, una y otra vez, y tantas veces como sea necesario, editada.
Ante el avasallamiento de la industria norteamericana en
todos los medios, de la tecnología y de los inmensos recursos económicos
destinados a su producción y operación, ¿qué hacen otros cines?: porque el cine
es un oficio artístico que se produce en todas partes del orbe. Ante todo los
cines modestos buscan contar una historia interesante dentro de los alcances de
una narrativa cinematográfica que suele recuperar aquellos territorios
imaginativos y creativos no necesariamente construidos por los miles de dólares
que hacen de un bíceps, un triceps o una mueca repetitiva, sinónimos de
excelencia actoral. Esa es la antiquísima batalla de la industria y el arte:
sin que esto quiera decir que esté diciendo qué arte es el que se produce fuera
del cine americano, no, también se producen unos bodrios allá como fuera de ese
coto.