Los acontecimientos sucedidos en la noche del 15 de septiembre de 2008 en la plaza Melchor Ocampo, frente al Palacio de Gobierno de la ciudad de Morelia, Mich. Es un suceso que indigna por su fría ejecución y por su alevoso e impune resultado. Lo dicho por las autoridades en el sentido de que es un acto terrorista, es correcto. No tiene otro nombre el atentar contra la población indefensa que se apiñaba, como año con año lo hace, para escuchar las arengas que la autoridad en funciones pronuncia terminando con el ya clásico: "¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!". Y en el caso particular de Morelia, los acordes alegremente beligerantes del "Arriba Pichátaro" echados al vuelo entrelazados con el repique de las campanas, la quema del castillo y los fuegos artificiales.
Es improbable que la autoridad encuentre a quienes perpetraron dicha agresión. Como improbable que esa explicación socorrida de los últimos años y más ahora durante el gobierno del Presidente Calderón, de que todos los males provienen de su grande cruzada contra el narco... sea la correcta. Lo cierto, lo verdaderamente cierto, es que una carga de metralla echada en un momento impensado e inédito en mitad de un puño de personas desprevenidas es un signo ruín, patético y funesto del estado de la descomposición social en que hemos, de manera inexorable, convertido la convivencia de los mexicanos.
Los remedios no son simples ni sensillos. Ni tampoco lo es ni podrá serlo, el endurecimiento de la autoridad civil rebasada ampliamente por el diseño de los operativos policiacos que ejecuta el ejército en todo el país, a toda hora y en cualquier sitio. De ser así, tan sólo hemos pasado de la "dictablanda" de un partido, a los inicios de un facismo de estado que sin abiertamente decirlo, contraviniendo las garantías individuales que la Constitución Mexicana ampara, se ejecuta sin que nadie pueda protestar y que simplemente exacerva más la ya de por sí manipulada vida cotidiana. En mitad de un "estado de excepción" no decretado y si manipulado al extremo en la dichosa guerra contra el fantasmón del narco. Es un hecho que las estadísticas de los muertos en el país por esa causa, con mucho, son superiores a las arrogadas en los mismos periodos en paises donde la guerra si está en marcha oficialmente.
El viejo adagio reza: "piensa mal y acertarás". ¿Quiénes son los verdaderos ganadores de un acto macabro ejecutado contra la población? ¿Quiénes protegen la escapada y quiénes solapan la impunidad? ¿A quiénes les conviene el terror y el miedo?
1 comentario:
Recuerda, maestro, que Bush solapó los actos terroristas del 11 de septiembre.
Comentarios al respecto de los de Morelia, los he redactado en mi espacio virtual:
http://garciatapia.blogspot.com/
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Chao.
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