Desde la época de los hermanos Lumière, y posterior
desarrollo mostrados por Mèliès en el campo de la recreación cinematográfica,
el cine se ha caracterizado por ser un arte aparte, donde la tecnología y sus
avances, tanto en lo sonoro como en la definición de imagen han constituido la
punta de un iceberg monumental que si bien congela el tiempo y lo remite a una
guardilla -esa es su gracia-, permite atisbar mundos románticos e idílicos solo
alcanzables gracias a estos innovadores recursos.
Más allá de las personas convertidas en referentes
(estrellas cinematográficas), más allá aún de la enorme industria, del gigantesco mercadeo de exhibidores y promulgadores de una cinematografía "nueva", el
cine se reduce a los alardes tecnológicos contemporáneos. Hará treinta o veinte
años apenas que el gran espectáculo de las salas cinematográficas saltó como
los Nintendo y juegos personales de entretenimiento visual computarizado, para
tomar su verdadero lugar en el micro cosmos de la conciencia colectiva. No se
puede juzgar una actuación cinematográfica con la misma tabla rasa de una
actuación teatral. Los protagonistas del drama cinematográfico se cuecen
aparte, lejos de la espada de Damocles que pende minuto a minuto sobre la
cabeza de las artes escénicas vivas…
Sin embargo, desde el punto de vista del desarrollo de la
tecnología y sus avances, el cine contemporáneo cabalga… Muestra de ello es el
Hobbit, Los Vengadores y otras tantas zagas que sólo esa “magia” permitiría
recrear.
“UNA AVENTURA EXTRAORDINARIA" es una película muy
interesante dado que cuando menos el 92% de su confección es por medio de
animaciones computarizadas. Su hechura, desde la planeación y posterior
realización, llevo al director chino del "TIGRE Y EL DRAGÓN" poco más
de una década hasta que tuvo a mano las herramientas técnicas y financieras
apropiadas… Probablemente sea un buen referente a la hora del OSCAR.
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