viernes, 14 de junio de 2013

The Fast and the Furious


Torbellino en la dulcería, donde los muchachitos en uniforme se multiplican tras el mostrador al tiempo que una acelerada audiencia interpela a la caza de palomitas y gaseosas; las campañas contra la obesidad del gobierno mexicano aquí encuentran su punto y coma. Sala atestada de mozalbetes y jóvenes en su mayoría que responden con risas destempladas o silencios conmovedores al código establecido. La convocatoria del sexto pasaje de la saga de Rápido y furioso tiene respuesta.

Al igual que la historia de otros episódicos compendios de aventuras cinematográficas –recuerdo a James Bond, por ejemplo-, la anécdota no es muy complicada ni compleja, por más enredada que parezca. Ken Li y Gary Scott Thompson no se reburujaron mucho la existencia al escribir éste choremón acrobático: los personajes de Toretto (Vin Diessel) y O´Conner (Paul Walker) son “hombres de honor”, a la manera del “Padrino”.




El primer indicio del fenómeno fílmico es una película de 1991 que no mucha gente conoce: Point Break with Cars, de donde Rápido y Furioso rescata la trama del policía infiltrado entre delincuentes (en este caso autos y otros trebejos) pero que se enamora de la hermana del líder de la banda.




Varios elementos son indispensables y necesarios en el éxito: la belleza de las féminas, el estruendo de la cinta sonora, las sorprendentes acrobacias y sobretodo, la fosforescencia de los autos empleados en las secuencias de persecuciones y carreras donde los protagonistas –siempre al filo de la vida-, se juegan el pellejo y la existencia muchas veces salvadas al tris del fantástico milagro.

De las actuaciones no hay mucho que decir, realmente no hay mucho que esperar, son simples esbozos supeditados a la acción y al cliché. Gusta sin embargo las acrobacias imposibles sin el apoyo de la tecnología y las herramientas del cine actual, La trama episódica va desarrollándose desde el esbozo primario en la cinta original: Toretto y Letty (Michelle Rodríguez) y O´Conner y Mia (Jordana Brewster) son parejas sentimentales entrelazadas por el lazo del parentesco familiar pero cuyo código de honor esta intacto y es piedra de toque de la acción. Un aire de farsa pulula en todos los diálogos, incluso en aquellos donde los malos atentan con sus crueles acciones.




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