Torbellino en la dulcería, donde los muchachitos en uniforme
se multiplican tras el mostrador al tiempo que una acelerada audiencia
interpela a la caza de palomitas y gaseosas; las campañas contra la obesidad
del gobierno mexicano aquí encuentran su punto y coma. Sala atestada de
mozalbetes y jóvenes en su mayoría que responden con risas destempladas o
silencios conmovedores al código establecido. La convocatoria del sexto pasaje
de la saga de Rápido y furioso tiene respuesta.
Al igual que la historia de otros episódicos compendios de
aventuras cinematográficas –recuerdo a James Bond, por ejemplo-, la anécdota no
es muy complicada ni compleja, por más enredada que parezca. Ken Li y Gary
Scott Thompson no se reburujaron mucho la existencia al escribir éste choremón
acrobático: los personajes de Toretto (Vin Diessel) y O´Conner (Paul Walker)
son “hombres de honor”, a la manera del “Padrino”.
El primer indicio del fenómeno fílmico es una película de
1991 que no mucha gente conoce: Point Break with Cars, de donde Rápido y Furioso rescata
la trama del policía infiltrado entre delincuentes (en este caso autos y otros
trebejos) pero que se enamora de la hermana del líder de la banda.
Varios elementos son indispensables y necesarios en el
éxito: la belleza de las féminas, el estruendo de la cinta sonora, las
sorprendentes acrobacias y sobretodo, la fosforescencia de los autos empleados
en las secuencias de persecuciones y carreras donde los protagonistas –siempre
al filo de la vida-, se juegan el pellejo y la existencia muchas veces salvadas
al tris del fantástico milagro.
De las actuaciones no hay mucho que decir, realmente no hay
mucho que esperar, son simples esbozos supeditados a la acción y al cliché.
Gusta sin embargo las acrobacias imposibles sin el apoyo de la tecnología y las
herramientas del cine actual, La trama episódica va desarrollándose desde el
esbozo primario en la cinta original: Toretto y Letty (Michelle Rodríguez) y
O´Conner y Mia (Jordana Brewster) son parejas sentimentales entrelazadas por el
lazo del parentesco familiar pero cuyo código de honor esta intacto y es piedra
de toque de la acción. Un aire de farsa pulula en todos los diálogos, incluso
en aquellos donde los malos atentan con sus crueles acciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario