jueves, 20 de junio de 2013

A Los Soprano


Hoy nada más abro el Internet y me sorprende la noticia: “a los 51 años de edad, estando en Roma de vacaciones, muere el actor James Gandolfini”. ¿Pero quien era James Gandolfini y por qué mi revuelo? James Gandolfini encarno al popular personaje de Tony Soprano, padrino de la serie The Sopranos, serie televisiva norteamericana que se proyectara de 1999 a 2007 (seis temporadas y un total de 86 capítulos) y que en aquellas latitudes recibiera toda la gama posible de premios y galardones.



Escrita por David Chase la serie cuenta los afanes, las conflictivas, las vicisitudes, los gozos simples de una familia norteamericana típica, salvo que es Italoamericana con conexiones muy pero muy profundas en las tradiciones y raíces italianas. Es la impostura, entre lo obvio (aquello que es oficialmente correcto) y lo clandestino, un motor sugerente.



El universo en el que se mueven los personajes esta ubicado en Nueva Jersey: “la familia” de Tony Soprano y la otra familia del mismo Tony; todo bajo reglas no escritas que permanentemente ponen al boss en situación de stress constante, tanto así que necesita terapia en mitad de esta conflictiva capitaneada por su progenitora. Al tiempo, la historia también narra los inconvenientes y contrastes que abrazan a Carmela (Edie Falco) y los hijos de Tony, tanto como los afanes de Christopher Moltisanti (Michael Imperio), sobrino de Tony y por ratos escritor frustrado.



La serie de seis temporadas es un compendio de buen hacer televisión, existe un cuidado extremo –desde el primer capitulo-, en todos los rubros de la producción. La urdimbre del guión es compleja, sin caer en los recursos obvios del enredo sencillo que después se desmadeja por sí mismo; debes seguir consumiendo capítulos para encontrar las respuestas a la siguiente encrucijada. Explora con soltura la naturaleza de la violencia, la ambigüedad de la impostura y la identidad italoamericana sujeta a tradiciones no escritas pero palpables. Permea el cuidado de un respeto que no se ve para otras culturas. Las actuaciones por otra parte, son creíbles, genuinas. No existe el cliché típico, la grotesca manifestación, la vileza de la violencia aflora debido principalmente a su aparente ausencia.

Gandolfini, esta suerte de oso en reposo, fue y será –como la serie completa- un icono de la televisión en su personaje de Tony Soprano. Así lo recordaré. Descanse en paz.




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