Durante el mes de junio y hasta el 13 de julio de 2014, un puñado de amigos que de formas distintas tenemos afición por la escritura y los matices pensantes que esto produce, nos unimos con el ánimo prendido de realizar una tarea a través del internet cuyo objetivo central era el movimiento social y cultural que cada cuatro años genera un mundial de fútbol. El objetivo se cristalizó en una publicación llamada: La Cámara Húngara.
En mi caso, participe con seis colaboraciones y una más de conclusiones. Aquí lo publicado, en ese espacio, con la intención manifiesta de que al hipotético lector de este blog le agrade.
Regate.06
I. Francia v.s Honduras
Baguette de gallo con tres pepinillos
Domingo
15. Estoy como dice José Alfredo: “En el rincón de una cantina, orita ya no sé
si tengo fe”. Puño de cacahuates japoneses en la siniestra tamborileando una
sambiña. Cazuelilla de barro sobre la mesa, dos trozos de patitas de puerco en
vinagre en espera al tiempo que exijo el dos por uno de cerbatanas bien muertas
para empezar: “Trae de una vez la cubeta… ¡Menos discurso y más glu glu!”.
Afuera,
aquí, hace calor pero no sufrimos tanta humedad como sobre la cancha del
estadio de Porto Alegre, capital de la provincia de Río Grande du Sul, recién
antes del partido rociada con fuertes chorros de agua.
Se
trata del grupo E. Ya Suiza despachó a Ecuador 2-1.
Pita
Sandro Ricci, acompañado en las bandas por Carvalho y Van Gasse; tripleta
brasileña.
Me
gusta el preámbulo. Esa parte cuando de la mano de la televisión vemos el túnel
de entrada a la cancha: los silbantes tratando de ahuyentar el temor que
despierta las pifias mundialistas que les precede; las miradillas de recelo,
seriedad, displicencia, confianza, miedo, pánico de los jugadores que se van
formando encabezados por su capitán en línea, y se saludan entre sí o se
ignoran indiferentes. Me gusta ese momento anterior, segundos previos de que
ambos equipos avancen y crucen el pequeña franja antes de la raya que acota la
cancha bajo la granizada de gritos del respetable: ofensas, porras y vítores.
La cábala. Entonces como condenados al cadalso, al patíbulo existencial, cada
cual hace su rito: un saltito, un cambio de paso para caer dentro del límite
con el pie correcto, un brizna de césped en los dedos; no falta quien se
persigne y ore, quien apunte con el índice al cielo pidiendo luces a los
estelares en la gradería del éter… La telera lo desnuda todo y provoca el
dramatismo extra previo al silbatazo inicial.
Pero
todavía falta más protocolo, Sigue esa línea recta que forman los silbantes
rodeados a ambos extremos por los equipos al tiempo que la gradería chilla
delirante, expectante... Los himnos nacionales: “Allons enfants de la Patrie.
Le jour de glorie est arrivé”. Seguido de: “Tu bandera. Tu bandera. Es un lampo
de cielo”…
“¡¿Qué, cómo, cuándo… ?!”. Silencio, sorpresa, inquietud: y nos viene a la
mente ese último cotejo oficial de los franceses en Argentina cuando tuvieron
que salir al campo con camisetas prestadas por error de la FIFA… Segundos que
apremian y apuntan: “Ave César. Los que van a morir, te saludan”.
Pero
la nota de color no la pierde en la cámara: inserta, discordante, absurda y ya
común. Los buscadores de cinco o seis segundos de eternidad: jactanciosos,
exuberantes, estrafalarios, exóticos, mórbidos, bizarros, grotescos; pintados,
maquillados, disfrazados, fanfarrones… Esa cosa que no es propiamente del juego
pero que llena segundos de televisivos, da motivos a los locutores y cortes a
los patrocinadores.
Se
pita nerviosamente e inicia la hostilidad.
Desde
los primer segundos sobre el rectángulo verde -analogía boxística-, queda claro
que se dibuja una confrontación entre técnico y pica piedra. No es un fajador
centroamericano que sabe meter las manos aunque reciba más de lo que da, sino
un pica piedra que enfrenta a un técnico que se defiende con esgrima
pugilística: moviendo el cuerpo, lanzando combinaciones y manteniendo la
distancia conveniente.
Minutos
de tanteo. No recuerdo ver más de una o dos veces al portero de los azules, por
su lado Valladares, el guardameta hondureño, empieza a ser el mejor de su
equipo, lance tras lance. Ya en el minuto 15 del primer tiempo el resultado es
previsible: Benzema corona en el 42, rompe la quinielas (4.40 euros por su
primer gol en el torneo) con un penal realizado a Pogba y dan arrastre lento a
Palacios rumbo a las regaderas. Se pita para el intermedio.
Viene
el complemento y al segundo minuto, Benzema, mete un tiro seco al segundo palo
que rebota en la humanidad de Valladares y gracias a las siete cámaras en la
portería se reconfirma la anotación. 2-0. Sigue la marea azul. 36 del tiempo
complementario, Benzema liquida la cuenta, 3-0.
Lo
que le sigue son minutos largos, eternos para los hondureños, porque la falange
del pequeño Bonaparte Deschamps mueve el Brazuca, baila, ofende, busca otra
anotación como si estuviera en un entrenamiento playero.
Con
la desigualdad del encuentro hasta me siento fastidiado… Harto.
En
resumen, los gallitos azules pudieron meter cinco o seis. Honduras, simple, no
tuvo argumentos. El partido más disparejo del torneo.
II. Inglaterra v.s Uruguay
Goodbye… Chicken Tikka Massala
Grupo
D. Segunda ronda.
Dos
históricos del torneo mundialista, en problemas. Juego de perdedores obligados
ha lanzarse por una posibilidad dentro de la clasificación de la primera ronda.
Un dato curioso campea sobre la gradería de la Arena de Sao Paulo, en las dos
ocasiones que la escuadra charrúa se ha enfrentado a los británicos, en torneos
mundialista, los celestes han logrado un triunfo y un empate. Inglaterra no ha
podido derrotarles.
Especulación
botanera previa al silbatazo inicial.
Dos
ingredientes auguran un buen juego y goles. Por su lado, Roy Hodgson timonel
del “Equipo de la Rosa”, soltara a Rooney quien en el partido anterior se veía
incómodo en la parcela izquierda, tratando de abastecer la línea de adelante y,
Oscar Tabarez comandante de “La garra charrúa”, remplazará a Diego Forlán por
el “Pistolero” Luís Suárez, esperanza de los celestes y de su país.
“Si
quieren compararlo con jugadores como Maradona, Pelé, Beckenbauer, Cruyff y
Pirlo es este el momento para que él demuestre lo que puede hacer”: han dicho
los tabloides británicos hablando de Luís Suárez, sabedores del poder definidor
del uruguayo que juega en la Premier League. Aclarando que Suárez regresa de
una lesión de meniscos y el juego no lo ganará solo.
La
ocarina a cargo del español Velasco Carballo, quien en la Eurocopa 2002 tuvo en
sus manos el partido inaugural, tiene buena reputación y experiencia en torneos
europeos.
“¡Orientales,
la Patria ó la tumba!
¡Libertad ó con gloria morir! (...) ¡Sabremos cumplir!
¡Sabremos cumplir!”.
“Good
save our gracious Queen”: interpretan con convicción flemática.
Silbatazo
inicial y arrancan las hostilidades. A saber, éste es un juego de rompe y rasga.
Ambos cuadros traen el cuchillo entre los dientes.
Analogía
boxística: desde los primeros segundos se nota que ambas escuadras son dilectos
practicantes, hábiles púgiles, bien adiestrados, técnicos, conocedores de los
terrenos de la esgrima y el arte de esquivar y golpear a modo. No hay mejor
forma de describir lo bien jugado, lo magníficamente balanceado del ir y venir
en la grama, mostrándose, en un devenir de norte a sur; abierto y sin pausas.
Egidio
Arévalo es una lapa pegajosa que va rondando a Wayne Rooney maniatándolo en sus
dotes de perstigitador. En el 36, pase violento tras un amague monumental en la
esquina del área, de Cavani al “Pistolero” Suárez que cabecea, imposible para
Hart el portero inglés…. ¡Y fish and chips oriental!
Segunda
parte.
Los
charrúas, empezando, van por todas las canicas pero, las rosas, tienen cardos…
Si
el fútbol soccer tiene un lugar reservado para los grandes momentos épicos, las
hazañas de los héroes, hoy día 19, he sido testigo de una.
La
parte complementaria es jugada a un ritmo frenético sin importar la humedad que
es alta.
Los
ingleses adelante, siempre al frente, buscando la meta sudamericana, lanzando
dentelladas furibundas que Musiera, el portero celeste, ataja convirtiéndose
factor para su causa.
Minuto
74 y Wayne Rooney hace la gran anotación, oxigeno puro: esperanza que retorna
al cuerpo y fortifica el alma.
Diez
minutos adelante: zapataso de Musiera desde su área, salta Cavani y Gerrard,
leve roce del defensor que envía el Brazuca al área inglesa, Luís Suárez no
perdona y mata.
Minutos
postreros de traca traca. Ocarina final… Uno no quisiera que se acaben partidos
de este calibre.
III. Japón v.s Grecia
Roscas de reyes con azúcar glas
Grupo
C. Segunda ronda. Juego definitorio.
Enfrentamiento
fantástico de las hinchadas en las tribunas. Por un lado coreutas, ditirambos;
juegos Dionisiacos; máscaras, coturnos, ropajes, túnicas; el carro de Téspis,
Aristófanes, Sófocles, Esquilo; Orestes, Edipo, Antigona; toda la parafernalia
de ese trozo de cultura, referente de occidente que carga a cuestas unos
seiscientos años A.C.… Topeteado, agarrado por la barba de maquillajes extravagantes,
samurai, ninjas o ronin; iguanodontes con aliento atómico Godzilla; el Noh, el
Kabuki, el Bunrraku; imaginería y referentes de oriente, sobre todo llevando en
ristre a la influyente Manga cuya tradición data de poco más o menos treinta o
cuarenta años atrás con el New Pi o el New Team: Bruce Harper, Benjí Price,
Steve Hyuga y el asombroso Oliver Atom, como punta del iceberg nipon.
Pero
volvamos por un instante al territorio donde la tradición se hace en el
presente. Juego en la Arena das Dunas de Natal. Ambos equipos con la necesidad
imperiosa de ganar, si quieren tener alguna esperanza de clasificar y no irse a
casa, porque el tercer jugo será de compromiso. En el otro frente, Colombia y
Costa de Marfil, se juegan la clasificación o una oportunidad para el ganador
de este cotejo.
Soplan
la ocarina y arranca el partido. “Los samurai azules”, sacan.
El
juego es obvio: los muchachos comandados por el portugués Fernando Santos
esperan las arremetidas de los orientales que bullen, buscan, intentan, machacan
por todos los rincones de la cancha mientras, los helenos, gracias a un
pressing feroz en mitad de la cancha, esperan pacientes el momento favorable de
una descolgada.
“¡No
vaya siendo se queme la leche con tanta parsimonia!”.
La
chamacada de “Supercampeones”, capitaneada por el Italiano Alberto Zacheroni
insiste, prosigue, presiona, muerde, desgasta imparable en cada centímetro del
campo verde del Arena das Dunas.
Ya
para el minuto 30, van dos tiros peligrosos al marco de Karmezis, el arquero
griego. Al 38, se va a las regaderas en arrastre lento, el capitán Katsouranis
de los griegos. Sin embargo, siguiendo la misma tónica de esperar y ofender, en
un desdoble violentísimo, el portero Kawashima que juega en el Standard de
Lieja, apurado, salva a su equipo tras el magnifico remate de Torosidis.
Termina
la primera mitad.
El
arbitro salvadoreño Joel Aguilar y sus abanderados van realizando un trabajo
decoroso, marcando lo que se debe y tratando de hacer fluir el juego. Queda sin
embargo, la duda razonable. Con el ritmo y la presión impuesta a lo largo y
ancho de la cancha griega por parte de los japoneses: ¿tendrán los amarillos,
arrestos suficientes para mantenerse igual, los minutos restantes?
Arranca
el tiempo complementario.
El
planteamiento inicial de “los samurai azules” es el mismo, morder, roer,
desgastar, presionar y con diez hombre en el campo, los griegos, intentaran
aguantar buscando un rápido contraataque definitivo. La estrategia de ambos
timoneles está pintada sobre el césped del campo mundialista.
A
pesar del bombardeo incesante sobre el área de Karnezis, el hombre de menos y
el agobio tenaz, vigoroso, sin tregua y de circulación constante del Barzuca
por los hijos del New Pi, los diez helenos lanzan dentelladas groseras con uñas
y dientes, defendiendo como gato boca arriba su terreno.
El
juego se hace monótono, cansino, repetitivo… Un largo, largísimo bostezo que me
recuerda que en casi 23 partidos, sólo van tres empates.
“No
vaya siendo que hoy me toque el cuarto”.
Pita
el silbante salvadoreño. Roscas con azúcar… Nomás me queda decir: “Que les
jalen unos mariachis y les vayan tocando: “La que se fue”.
IV. México v.s Croacia
Mi caballo, mi perro y mi rifle… ¡Lotería!
Desde
que supe de la asignación en el sorteo -mano non santa incluida-, de Croacia
versus México, intuyendo que se trataría del partido definidor.
“Sentí
una punzadilla en la barriga, las manos me sudaron y corrió un escalofrío por
el pellejo”… Y la historia me da la razón: “¡Ay, “decepción nacional”, me haz
decepcionado tantas, tantas y tantas veces!”.
La
primera ocasión, quizá la más dolorosa, fue esa en cuartos de final de México
70. Los genios de “pantalón largo” decidieron que la altura y la cercanía de la
muchedumbre vociferante de La Bombonera serían suficiente argumento para
amedrentar a los europeos. Y el tanto anotado por José Luís “La Calaca”
González parecía otorgarles la razón pero, Luigi Riva y sus dos tantos
disentían a las claras de aquellos dichos, el autogol de “El Kalimán” Guzmán lo
confirmaron y la anotación de Giani Rivera con reburujamiento del “Cuate”
Calderón pusieron el clavo final regalándole al país, ante la sorpresa de
Fernando Luéngas y Fernando Marcos, el maracanazo toluqueño. Semanas después,
participando en el XIII. Internationaler Kongress Pueri Cantores caminábamos en
formación cerrada, a paso redoblado, cruzando el puente y subiendo el camino
que nos separaba del castillo que señorea la bella ciudad de Würzbur, bajo la
granizada de silbatinas, burlas, ofensas y el infamante “¡4-1, 4-1, 4-1!” que
nos obsequiaban a granel, en vanguardia y retaguardia, los itálicos rejijos, de
coros de Roma, Milán, Turín, Florencia y cuanto burlón españolote se sumaba
acompañándolo del clásico: “¡Indios, pata rajada!”. Nosotros aguantadores, sin
chistar, masticando madres, tratando de mostrarnos estoicos, tragábamos saliva
gritando: “!México¡ ¡México¡ ¡México!”.
“Ay,
“decepción nacional”, me debes tanto... ¡Así, ¿cómo te voy a creer?!”.
Diván
del terapeuta: round de sombra previo al tercer enfrentamiento del grupo A. El
timonel mexicano, Miguel “Piojo” Herrera -recién confirmado ya para el mundial
2018-, declaraba a la prensa: “Importa meter el gol y mantener el cero atrás”.
“¡Válgame
el cielo…! ¿Con esa mentalidad mediana y negociadora se puede aspirar a algo?.
Ayayay, “decepción”, ¡¿cómo te voy a creer?!”.
El
cotejo es definidor. No hay vuelta de hoja. La ventaja aparente de un empate es
vacua ilusión. El juego ante Brasil fue más ruido que nueces. Sin mentalidad
ganadora, difícilmente se puede aspirar a pasar al tan cacaraqueado cuarto
partido. Pero hoy, aquí y ahora, el tercero es el bueno… Y los terribles
relámpagos y nubarrones de aquellos pasajes oscuros en Argentina 78, cuando
sólo un gol acompañó a la “decepción” que tuvo que hacer sus maletitas tras el
6-0 de Alemania y el 3-1 de Polonia, campea sobre las cabezas, las esperanzas,
los anhelos, las aspiraciones más sublimes de miles o millones.
Por
su lado, los croatas, sabedores de que México no tiene gol, afirmaban con
diplomacia, claridad y mesura, sin descartar sus posibilidades: "Es
evidente que se trata de un ataque muy poderoso. México es un excelente equipo.
Muy agresivo, lleno de energía y muy vertical. Han sido capaces de resistir y
amenazar a Brasil".
“Ja,
Ja, Ja… Si el portero de tu equipo es el mejor hombre del partido… mmmm… ¿Cómo
estará la cosa?”. No quiero ser ave de mal agüero… ¡Ojala me callen el
hocico!”.
La
FIFA designó al arbitro uzbeco Ravshan Irmatov, quien ya dirigió el Suiza
Ecuador con triunfo de los europeos 2-1, como el dueño de la ocarina para este
cotejo que se realiza en la Arena Pernambuco, en la ciudad de Recife, capital
del Estado de Pernambuco. Ojala no sea tendencioso.
“Lijepa
naša domovino,
Oj
junačka zemljo mila,
Stare
slave djedovino,
da
bi vazda sretna bila!”
(Nuestra
patria hermosa,
oh,
querida patria heroica,
patria
de la gloria antigua,
¡sé
siempre feliz!).
“Mexicanos,
al grito de guerra. El acero aprestad y el bridón. Y retiemble en sus centros
la tierra. Al sonoro rugir del cañón. Y retiemble en sus centros la tierra. Al
sonoro rugir del cañón”.
Silbatazo
inicial. Arranca la neta del planeta si se busca pasar.
La
calma antes de la tormenta. Minutos de estrategia y cambio de ofensiva a
defensiva, ambivalentes. No se nota un lado superior, nervio, búsqueda
constante por la ventaja. Ir y venir. Héctor Herrera zangolotea la orquilla del
poste europeo y cimbra a los aztecas. Dos elementos que van sumando: la humedad
y el desgaste que va prevaleciendo del forcejeo.
Ocarina
cantarina, terminando el primer lapso.
Arranca
el complemento con las mismas piezas en el tablero por los dos cuadros.
Forcejeo, Croacia toma la iniciativa y casi casi adelanta. Entra el Chicharito
y la ofensiva mexicana se dinamiza.
El
arbitro se traga un penal claro a favor de México. Márquez marca al 71 de
cabeza. Al 74, Guardado cañonea el marco croata a pase de Oribe y jalón táctico
de Hernández. 81 minutos, al mejor estilo del Chicharito, cabecea a la red tras
peinada de Márquez apareciendo por detrás de los defensores. Minuto 86,
Rakitic, anota el de la honrilla.
Termina
el juego. México sigue a octavos contra Holanda.
El
triunfo tiene mil padres y el fracaso es huérfano. “Hoy, decepción nacional”,
me pagaste una de las mil y una que nos debes”.
V. Brasil v.s Chile
Arepas en Santiago
Ahora
inicia la etapa de matar o morir.
El
fútbol soccer no se define, a diferencia de otros espectáculos deportivos a
través de estadísticas, recuentos, especulaciones, expectativas, anhelos o
corazonadas. El resultado se consigue de manera sencilla, simple, categórica,
mortalmente efectiva, con goles mientras que la pelotita, en el tiempo
contenido entre la pitada inicial y pitada final, corre de un lado a otro
proyectada por los jugadores investidos en guerreros. Y finalmente, en el
volado que significan los penales.
Es
éste el primer cruce mortal: Brasil como primero del grupo A versus Chile,
segundo del grupo B. Los partidos entre estos sudamericanos tienen historia
mundialista. La estadística marca tres juegos: 1962 Santiago de Chile
(semifinales) Brasil 4-2, 1998 Paris (octavos) Brasil 4-1 y Johannesburg 2010
(octavos) Brasil 3-0. El Scratch tres juegos ganados de 3, once goles a favor
por 3 en contra. Resultado contundente. Para este cotejo, los amazónicos suman
además el cartel de máximo favorito en el torneo, los de “la roja”, vienen de
ganarle a España (0-2), Australia (1-3) y perder ante Holanda (2-0).
Para
el cotejo de octavos de final, la ocarina recae en el inglés Howard Webb (42
años), quien tiene amplia trayectoria en la Premier League y en la Champions
League También, como antecedente previo, ya dirigió un choque entre ambas
escuadras sudamericanas en el Mundial de Sudáfrica 2010, además de haber pitado
el encuentro Colombia versus Costa de Marfil (2-1), en el actual torneo.
El
partido se celebra en el Estadio Mineirao de Belo Horizonte. De aquí saldrá un
ganador: si en el tiempo oficial hubiera empate, habrá tiempo extra, de seguir
empatados, se pasará a los penales. Pero hoy, sobrevive un ganador que seguirá
adelante mientras el perdedor se despide del torneo.
Puro
Chile es tu cielo azulado,
Puras
brisas te cruzan también,
Y
tu campo de flores bordado,
Es
la copia feliz del Edén.
Ouviram
do Ipiranga às margens plácidas
De
um povo heróico o brado retumbante,
E
o sol da liberdade, em raios fúlgidos,
Brilhou
no céu da Pátrianesse instante,
Se
o penhor dessa igualdade.
Conseguimos
conquistar com braço forte,
Em
teu seio, ó, Liberdade,
Desafia
o nosso peito a própria morte!
Ó
Pátria amada, Idolatrada, Salve! Salve!
(Allí
fue oído, en los márgenes apacibles de Ipiranga,
el
grito resonando de una gente heroica,
y
el sol de la libertad, en los rayos brillantes,
brillando
en este momento en los cielos de la patria.
La
promesa de esta igualdad fue asegurada por
nuestros
brazos fuertes, en su pecho
libertad,
estamos listos para morir.
¡Oh
querida, idolatrada patria, viva, viva!).
En
la tribuna atestada: detrás de sus cinco o seis segundos de inmortalidad
televisiva global, garotas y chilenas de todas las modas, edades,
voluptuosidades, desfiguros, disfraces, portes y apetitos se muestran en verde,
amarillo, rojo, plumas en su desinhibida algaraza mundialista. Lastimándose
sonoramente con los himnos tal que si aquello fuera un exorcismo a los
fantasmas y la catástrofe.
Soplando
la ocarina arranca la partida.
Un
Scratch du Oro sin Brasil. Un juego sin chispa, sin fútbol, sin magia. Partido
tijereteado a un toque por quien se supone sabe jugar. La historia del buen
trato al balón, de la gambeta, la pared, el pase filtrado, el sobar y sobar la
bocha, son sólo eso, historias de viejos y añoranzas de un pasado esplendoroso.
Sobre la grama del Mineirao de Belo Horizonte, se ven once luchadores en
amarillo, de boxeo mixto, lanzando cocos al por mayor; triste metáfora a una
historia que se escapa como arena entre los dedos. Los mejores son los
porteros. Y el tiempo normal termina uno por uno.
Arbitraje
comodito, complaciente, cansino, mediano. Pitazo que invita al tiempo de
compensación.
La
fuerza de la mano izquierda se le va acabando a Chile. Y la catástrofe
amazónica se campea sobre las cabezas, bamboleándose con parsimonia, cual
espada de Damocles.
Cuatro
minutos finales del segundo tiempo extra, donde la roja esta más cerca, barzucazo
al travesaño de Julio César y calambres de Neymar.
Se
van a la rueda de la fortuna. Los penales a once pasos de la meta, jugando al
dramatismo que nunca jamás tuvieron los ciento veinte minutos anteriores. La
suerte de la fea la bonita la desea.
En
síntesis: un partido sebo, donde Brasil saca el pase a la siguiente etapa y no
convence.
VI. Alemania v.s Francia
Ein Traum für die Deutscher
Final
anticipada en cuartos de final.
Elucubraciones
preliminares: Lo que va quedando claro, - siempre en todos los mundiales o
torneos futboleros-, luego de la fase de octavos, es algo obvio, evidente,
contundente, aplastante: que quien sabe matar, y lo sabe hacer, elimina a su
adversario sin complejos, sin miramientos, titubeos ni escrúpulos. Que los
equipos grandes esperan, pacientemente, durante setenta o setenta y cinco
minutos jugando sin el balón, administrando el esfuerzo por apurados que se
puedan ver, desgastando física y sicológicamente a un rival ansioso, proclive a
los giros abruptos de ánimo a lo largo del tiempo del partido. Calmos, serenos
y al acecho, los indudables vencedores, apuran el trámite anotando en los
minutos finales, cuando ya el adversario no tiene piernas, ni ideas, ni
reacción… Y las bancas rebasadas, por el casi rozar de la dicha que se
desvanece y traduce en obcecada necedad, carencia de recursos y cambios. En
otras palabras, han sido llevados a su límite, y el ocaso de sus anhelos y
aspiraciones está escrito y finiquitado, aún antes de que se escuche la ocarina
final.
No
es el caso de los equipos y jugadores europeos en ligas, competiciones y
torneos, acostumbrados a esta clase de exigencias en etapas finales, donde el
control, el oficio, la serenidad, la administración del esfuerzo, la
tranquilidad y la sobriedad imperan y que, seguramente pronto, ofrecerá una
nueva oportunidad en otras competiciones, si todo lo anterior falla o no
alcanza para lograr el objetivo.
La
historia de los mundiales dice que este enfrentamiento tiene tres capítulos
anteriores a saber: Suiza (1958), triunfo de los galos (6-1) con cuatro goles
de Just Fontaine, empate en España (82) ganando los germanos en penales y,
finalmente, triunfo alemán en semifinales (2-0) en México (86).
Para
este cotejo la ocarina recae en el argentino Néstor Pitana, quien ya fue juez
central en el Rusia-Corea del Sur, el Portugal-Estados Unidos y el
Honduras-Suiza. Lo acompañan en las bandas sus compatriotas Hernán Maidana y
Juan Pablo Belatti. Jonas Eriksson, de Suecia, es el cuarto árbitro.
La
de hoy no será una campal, similar a tiempos de beligerancia épica guerrera
(Verdún o Marne) ni tendrá nada que ver con Alsacia o Lorena, simplemente, será
un partido de fútbol que ya en sí mismo es una final anticipada. Esta vez,
sobre la grama del célebre Maracaná, el flemático, frío y disciplinado
estratega germano Joachim Löw, enfrenta al pequeño “Bonaparte” Didier
Deschamps, temperamental e imaginativo. El partido entre germanos y galos
anticipa ser de clase mundial y realmente de exigencia extrema. Estratégico:
ofensivo, defensivo; de férreo control físico y mental en la media cancha donde
los dos equipos disputaran gran parte del juego; quizá sólo desquiciado por la
técnica y enjundia de Valbuena, el petizo “blue”.
Ya
la belleza de la inchada europea empieza a dorarse bajo el sol ardiente de los
26 grados y la humedad de 85%; el nervio tatema la grada del centenario
inmueble. Minutos previos… Y a la manera más ramplona de la liga MX, Lahm y
Lloris, capitanes de las escuadras, echan un choremón sebo en contra de la
discriminación y el racismo: paradojas de los hombres de pantalón largo.
Allons
enfants de la Patrie.
Le
jour de gloire est arrivé.
Contre
nous de la tyranie,
L'étendard
sanglant est levé (bis)
Entendez
vous dans les campagnes
mugir
ces féroces soldats
Ils
viennent jusque dans vos bras,
égorger
vos fils, vos compagnes
Aux
armes citoyens!
Formez
vos bataillons!
Marchons,
marchons,
qu'un
sang impur abreuve nos sillons.
Deutschland,
Deutschland
über alles,
Über
alles in der Welt,
Wenn
es stets zu Schutz
und
Trutze
Brüderlich
zusammenhält.
Von
der Maas bis an die
Memel,
Von
der Etsch bis an den
Belt,
Deutschland,
Deutschland
über alles,
Über
alles in der Welt!.
(Alemania,
Alemania sobre todo,
sobre
todo en el mundo,
así
será si en la protección
y
la defensa.
siempre nos unimos como hermanos.
Desde
el Mosa hasta el Niermen,
Desde
el Adigio hasta el Belt,
Alemania,
Alemania sobre todo,
¡sobre
todo en el mundo!)
Fuerte
ocarina inicial. Arrancan las hostilidades, se acabó la especulación, ahora
viene la hora de la verdad.
Los
primeros minutos son blancos,: los vehementes germanos ofenden y los azules
capotean la andanada de mandobles, estocadas, empellones y cachetadas
furibundas sin descanso que les envían a diestra y siniestra. La batalla en la
media cancha es recia, esforzada, sin descanso; sin tregua ni cuartel. Largos
minutos de forcejeo, con salidas por las bandas de ambos cuadros que mantienen
la refriega sin parar ni ceder. Al minuto 12 la táctica germana da fruto: gol
de Hummels.
Pita
el argentino. Descanso reparador para la garganta que no ha cesado de expresar
el jubilo y el gran fucho que presencia.
El
segundo tiempo es la calca del primero: los alemanes son como una piedra de
molino que aprieta, estruja, tritura, pulveriza, hace astillas y añicos hasta
la médula las semillas del trigo y la cebada. Y el pequeño “Bonaparte” y su
tropa dignos, como en Marengo, Austerlitz, Wagram, en otra época y tiempo; bajo
cañoneo, asediado, copado, rodeado por el adversario y la naturaleza pero
bullidor y mostrando los dientes.
Desde
el minuto 70, el juego se trasforma en un tira tira, un zumbar de matraca
ensordecedor, un traca traca, un vértigo de ir y venir, un remolino en acenso a
golpe y contra golpe; sin descanso, mortal, furibundo.
“¡Cuatro
minutos de alargue y estoy en la orilla del sillón”.
Ocarina
final. Pita el argentino y me congratulo –parafraseando a Ängel Fernández- con
“los Dioses del estadio” que han de estar abullonados por ahí. La Blitzkrieg es
un remedo nostálgico de lo que aquí hemos sido testigos.
Hoy sentencio:
¡Alemania en la final!
A modo de colofón
El
primer partido de un mundial de fútbol que tuve la oportunidad de ver, fue la
final Inglaterra versus Alemania en el 66, en el famoso Wembley Stadium.
Teníamos una televisión en blanco y negro marca Singer. La vimos con mi papá
muy de mañana, en vivo, gracias al “pájaro madrugador” que por entonces era el
satélite de transmisiones que cubría el norte de América. Aquello fue “una
verbena”, según decían los comentaristas –Fernando Marcos y no recuerdo quién
más-, pues Inglaterra en casa, ganaba la copa Jules Riment con un gol fantasma
que el arbitro ruso dio por bueno, creando una polémica que hoy en día sigue
viva.
De
ese entonces a la fecha, he sido testigo de muchos, muchos mundiales. Unos
buenos, maravilloso; y otros malos, medianos.., de chile, de dulce y de sal.
¿Cómo
juzgar el actual torneo mundial que recién acaba y de deja a Alemania como
poseedor de la copa? ¿Bueno? ¿Malo? ¿Regular..?
Si
nos basamos exclusivamente en las estadísticas simples, fue un torneo de pocos
empates y buena cantidad de goles. Superior, en este rubro al anterior, el de
Sudáfrica. De 64 partidos en total, sólo se consiguieron 14 empates, de los
cuales nada más 4 fueron a cero goles. Eso señala un mundial cargado de emociones
para la tribuna. Sin embargo, tal vez como ninguno, las pifias arbitrales
quedaron ampliamente desnudas a lo largo y ancho del torneo, lo que produjo
gran descontento e insatisfacción –en muchos casos con razón y justa encomia de
la inchada- al respecto, poniendo un acento urgente, en la necesidad de
reformar las reglas y formas de impartir justicia durante el juego. Un partido
en el mundial de 66, entre naciones de distinta habla y cultura, produjo la
gran reforma de las tarjetas amarilla y roja implementada para el mundial de
México 70; lo mismo las fuertes agresiones que sufrió Pele ante Portugal y que
originaron la posibilidad de cambios a la oncena inicial que hasta entonces era
nada más un sueño. Ahora, es evidente que será necesario el uso de la tecnología
para dirimir desde afuera, en lapsos muy breves de tiempo, las decisiones
controversiales de los silbantes.
Obviamente,
los siguientes cuatro años, hasta el mundial de Rusia seguirá la polémica
discusión si fue o no penal el de Robben… Los mercachifles de la palabra ya
tienen y tendrán materia para seguir y seguir hablando al respecto. Habrá
razones para juzgar el “ejemplar mundial de la Selección mexicana”, los
blasones obtenidos en esta contienda, los arrestos de su enjundia, los muchos
atributos de una inchada precoz y majadera, las muchísimas muestras de
“rebelde.., silvestre cinismo”, las manifestaciones congruentes de un grito
bárbaro que nos define misóginos a ultranza, a inicios del siglo XXI… En fin,
toda esa parafernalia autocomplaciente, bruta, maléfica que el maestro más
popular de México –la televisión-, exuda impunemente, día con día, hora con
hora.
Durante
los siguientes cuatro años, mientras convenga a los intereses comerciales, nos
intoxicaremos hasta la nausea y el hastío de la figura y los razonamientos más
sesudos, contundentes y abstractos del Piojo. Hace días escuche a Raúl
Orbañanos, hablar en la radio, de la decisión “¡ilógica!” del estratega
holandés, la de usar a los largo del torneo a los 23 jugadores disponibles en
su banca. Cuando lo que nosotros vimos, en cuatro juegos fue un estratega
escandaloso, alocado, exaltado, necio, obcecado y nublado por una tozudez
mental que tomo decisiones sí, ilógicas, y que fue incapaz de entender en el
partido ante Holanda –por ejemplo-, que se le venía encima la “naranja
mecánica” con cáscara y sumo, que su problema estaba en la línea media,
desbaratada por cansancio y exceso de presión, que el terreno se achicaba en
dirección de su defensa ahogada y que en lugar de cambiar a un extremo inoperante
en un terreno aislado, debió reforzar su línea media cuidando la estrategia y
manteniendo el marcador favorable a minutos del final. De eso escucharemos
cientos, miles, millones de palabras y razones: lo que pudo ser y jamás será.
El
mundial Brasil 2014 llegó a su final y ganó, cuando menos en éste, quien lo
merecía. Ya en el partido entre Alemania y Francia, auguré: los germanos en la
final.
Yo
no creo que los campeones sean una selección con rasgos de Guardiola, ni siquiera creo
que se parezca en algo al fútbol que desarrolla el técnico español en la actual
liga germana y deslumbró en el Barcelona, en su momento. Creo sí, que subyace
una tradición germana de buen trato a la bocha, condición física y mental,
perseverancia, constancia y pundonor que ha significado a la emblemática
escuadra europea por siempre. No en vano han sido 4 veces campeona del torneo,
4 subcampeonatos, 4 terceros lugares y 1 cuarto lugar desde el mundial de 1936
a la fecha. Desde entonces han contado con sólo 8 estrategas al frente de su
banca, entre ellos, Sepp Herberger, Helmut Schön, Franz Beckerbauer y el actual
Joachim Lów. Hay una continuidad estratégica en su desempeño como equipo, en
todos los aspectos del término. Cuando observamos a una selección alemana
sabemos que ahí, enfrente, está una escuadra teutona –sin importar la
categoría- que juega a lo mismo: tozuda, tenaz, constante, de buen trato al
balón y capaz a la máxima potencia.
Creo
que la final con Argentina fue una buena final. Entretenida, perruna y emotiva.
Los albicelestes dieron lo que llevaban, pero Messí no podía solo, la ausencia
de Di Maria resultó vital para el resultado. Nadie sabrá nunca si esto hubiera
cambiado, pero lo que sí sé, es que fue un gran partido digno de una final de
torneo, donde ganó el fútbol.
Hasta
dentro de cuatro años. Alzaremos nuevas expectativas, ilusiones y ya nos
dejaremos seducir por el canto de las sirenas y los alegatos de la televisión
de paga. La bocha sigue y seguirá rodando para nosotros y para millones más.
Gracias,
A La Cámara Húngara por el espacio. Y al hipotético lector por la paciencia.
Hasta otra... Vale.
No hay comentarios:
Publicar un comentario