miércoles, 23 de julio de 2014

Revisando el mundial 2014

Durante el mes de junio y hasta el 13 de julio de 2014, un puñado de amigos que de formas distintas tenemos afición por la escritura y los matices pensantes que esto produce, nos unimos con el ánimo prendido de realizar una tarea a través del internet cuyo objetivo central era el movimiento social y cultural que cada cuatro años genera un mundial de fútbol. El objetivo se cristalizó en una publicación llamada: La Cámara Húngara.

En mi caso, participe con seis colaboraciones y una más de conclusiones. Aquí lo publicado, en ese espacio, con la intención manifiesta de que al hipotético lector de este blog le agrade.



Regate.06

I.    Francia v.s Honduras

Baguette de gallo con tres pepinillos

Domingo 15. Estoy como dice José Alfredo: “En el rincón de una cantina, orita ya no sé si tengo fe”. Puño de cacahuates japoneses en la siniestra tamborileando una sambiña. Cazuelilla de barro sobre la mesa, dos trozos de patitas de puerco en vinagre en espera al tiempo que exijo el dos por uno de cerbatanas bien muertas para empezar: “Trae de una vez la cubeta… ¡Menos discurso y más glu glu!”.

Afuera, aquí, hace calor pero no sufrimos tanta humedad como sobre la cancha del estadio de Porto Alegre, capital de la provincia de Río Grande du Sul, recién antes del partido rociada con fuertes chorros de agua.

Se trata del grupo E. Ya Suiza despachó a Ecuador 2-1.

Pita Sandro Ricci, acompañado en las bandas por Carvalho y Van Gasse; tripleta brasileña.

Me gusta el preámbulo. Esa parte cuando de la mano de la televisión vemos el túnel de entrada a la cancha: los silbantes tratando de ahuyentar el temor que despierta las pifias mundialistas que les precede; las miradillas de recelo, seriedad, displicencia, confianza, miedo, pánico de los jugadores que se van formando encabezados por su capitán en línea, y se saludan entre sí o se ignoran indiferentes. Me gusta ese momento anterior, segundos previos de que ambos equipos avancen y crucen el pequeña franja antes de la raya que acota la cancha bajo la granizada de gritos del respetable: ofensas, porras y vítores. La cábala. Entonces como condenados al cadalso, al patíbulo existencial, cada cual hace su rito: un saltito, un cambio de paso para caer dentro del límite con el pie correcto, un brizna de césped en los dedos; no falta quien se persigne y ore, quien apunte con el índice al cielo pidiendo luces a los estelares en la gradería del éter… La telera lo desnuda todo y provoca el dramatismo extra previo al silbatazo inicial.

Pero todavía falta más protocolo, Sigue esa línea recta que forman los silbantes rodeados a ambos extremos por los equipos al tiempo que la gradería chilla delirante, expectante... Los himnos nacionales: “Allons enfants de la Patrie. Le jour de glorie est arrivé”. Seguido de: “Tu bandera. Tu bandera. Es un lampo de cielo”…

“¡¿Qué, cómo, cuándo… ?!”. Silencio, sorpresa, inquietud: y nos viene a la mente ese último cotejo oficial de los franceses en Argentina cuando tuvieron que salir al campo con camisetas prestadas por error de la FIFA… Segundos que apremian y apuntan: “Ave César. Los que van a morir, te saludan”.

Pero la nota de color no la pierde en la cámara: inserta, discordante, absurda y ya común. Los buscadores de cinco o seis segundos de eternidad: jactanciosos, exuberantes, estrafalarios, exóticos, mórbidos, bizarros, grotescos; pintados, maquillados, disfrazados, fanfarrones… Esa cosa que no es propiamente del juego pero que llena segundos de televisivos, da motivos a los locutores y cortes a los patrocinadores.

Se pita nerviosamente e inicia la hostilidad.

Desde los primer segundos sobre el rectángulo verde -analogía boxística-, queda claro que se dibuja una confrontación entre técnico y pica piedra. No es un fajador centroamericano que sabe meter las manos aunque reciba más de lo que da, sino un pica piedra que enfrenta a un técnico que se defiende con esgrima pugilística: moviendo el cuerpo, lanzando combinaciones y manteniendo la distancia conveniente.

Minutos de tanteo. No recuerdo ver más de una o dos veces al portero de los azules, por su lado Valladares, el guardameta hondureño, empieza a ser el mejor de su equipo, lance tras lance. Ya en el minuto 15 del primer tiempo el resultado es previsible: Benzema corona en el 42, rompe la quinielas (4.40 euros por su primer gol en el torneo) con un penal realizado a Pogba y dan arrastre lento a Palacios rumbo a las regaderas. Se pita para el intermedio.

Viene el complemento y al segundo minuto, Benzema, mete un tiro seco al segundo palo que rebota en la humanidad de Valladares y gracias a las siete cámaras en la portería se reconfirma la anotación. 2-0. Sigue la marea azul. 36 del tiempo complementario, Benzema liquida la cuenta, 3-0.

Lo que le sigue son minutos largos, eternos para los hondureños, porque la falange del pequeño Bonaparte Deschamps mueve el Brazuca, baila, ofende, busca otra anotación como si estuviera en un entrenamiento playero.

Con la desigualdad del encuentro hasta me siento fastidiado… Harto.

En resumen, los gallitos azules pudieron meter cinco o seis. Honduras, simple, no tuvo argumentos. El partido más disparejo del torneo.






II.   Inglaterra v.s Uruguay

Goodbye… Chicken Tikka Massala

Grupo D. Segunda ronda.

Dos históricos del torneo mundialista, en problemas. Juego de perdedores obligados ha lanzarse por una posibilidad dentro de la clasificación de la primera ronda. Un dato curioso campea sobre la gradería de la Arena de Sao Paulo, en las dos ocasiones que la escuadra charrúa se ha enfrentado a los británicos, en torneos mundialista, los celestes han logrado un triunfo y un empate. Inglaterra no ha podido derrotarles.

Especulación botanera previa al silbatazo inicial.

Dos ingredientes auguran un buen juego y goles. Por su lado, Roy Hodgson timonel del “Equipo de la Rosa”, soltara a Rooney quien en el partido anterior se veía incómodo en la parcela izquierda, tratando de abastecer la línea de adelante y, Oscar Tabarez comandante de “La garra charrúa”, remplazará a Diego Forlán por el “Pistolero” Luís Suárez, esperanza de los celestes y de su país.

“Si quieren compararlo con jugadores como Maradona, Pelé, Beckenbauer, Cruyff y Pirlo es este el momento para que él demuestre lo que puede hacer”: han dicho los tabloides británicos hablando de Luís Suárez, sabedores del poder definidor del uruguayo que juega en la Premier League. Aclarando que Suárez regresa de una lesión de meniscos y el juego no lo ganará solo.

La ocarina a cargo del español Velasco Carballo, quien en la Eurocopa 2002 tuvo en sus manos el partido inaugural, tiene buena reputación y experiencia en torneos europeos.

“¡Orientales, la Patria ó la tumba! 
¡Libertad ó con gloria morir! (...) ¡Sabremos cumplir! ¡Sabremos cumplir!”.

“Good save our gracious Queen”: interpretan con convicción flemática.

Silbatazo inicial y arrancan las hostilidades. A saber, éste es un juego de rompe y rasga. Ambos cuadros traen el cuchillo entre los dientes.

Analogía boxística: desde los primeros segundos se nota que ambas escuadras son dilectos practicantes, hábiles púgiles, bien adiestrados, técnicos, conocedores de los terrenos de la esgrima y el arte de esquivar y golpear a modo. No hay mejor forma de describir lo bien jugado, lo magníficamente balanceado del ir y venir en la grama, mostrándose, en un devenir de norte a sur; abierto y sin pausas.

Egidio Arévalo es una lapa pegajosa que va rondando a Wayne Rooney maniatándolo en sus dotes de perstigitador. En el 36, pase violento tras un amague monumental en la esquina del área, de Cavani al “Pistolero” Suárez que cabecea, imposible para Hart el portero inglés…. ¡Y fish and chips oriental!

Segunda parte.

Los charrúas, empezando, van por todas las canicas pero, las rosas, tienen cardos…

Si el fútbol soccer tiene un lugar reservado para los grandes momentos épicos, las hazañas de los héroes, hoy día 19, he sido testigo de una.

La parte complementaria es jugada a un ritmo frenético sin importar la humedad que es alta.

Los ingleses adelante, siempre al frente, buscando la meta sudamericana, lanzando dentelladas furibundas que Musiera, el portero celeste, ataja convirtiéndose factor para su causa.

Minuto 74 y Wayne Rooney hace la gran anotación, oxigeno puro: esperanza que retorna al cuerpo y fortifica el alma.

Diez minutos adelante: zapataso de Musiera desde su área, salta Cavani y Gerrard, leve roce del defensor que envía el Brazuca al área inglesa, Luís Suárez no perdona y mata.

Minutos postreros de traca traca. Ocarina final… Uno no quisiera que se acaben partidos de este calibre.






III.   Japón v.s Grecia

Roscas de reyes con azúcar glas

Grupo C. Segunda ronda. Juego definitorio.

Enfrentamiento fantástico de las hinchadas en las tribunas. Por un lado coreutas, ditirambos; juegos Dionisiacos; máscaras, coturnos, ropajes, túnicas; el carro de Téspis, Aristófanes, Sófocles, Esquilo; Orestes, Edipo, Antigona; toda la parafernalia de ese trozo de cultura, referente de occidente que carga a cuestas unos seiscientos años A.C.… Topeteado, agarrado por la barba de maquillajes extravagantes, samurai, ninjas o ronin; iguanodontes con aliento atómico Godzilla; el Noh, el Kabuki, el Bunrraku; imaginería y referentes de oriente, sobre todo llevando en ristre a la influyente Manga cuya tradición data de poco más o menos treinta o cuarenta años atrás con el New Pi o el New Team: Bruce Harper, Benjí Price, Steve Hyuga y el asombroso Oliver Atom, como punta del iceberg nipon.

Pero volvamos por un instante al territorio donde la tradición se hace en el presente. Juego en la Arena das Dunas de Natal. Ambos equipos con la necesidad imperiosa de ganar, si quieren tener alguna esperanza de clasificar y no irse a casa, porque el tercer jugo será de compromiso. En el otro frente, Colombia y Costa de Marfil, se juegan la clasificación o una oportunidad para el ganador de este cotejo.

Soplan la ocarina y arranca el partido. “Los samurai azules”, sacan.

El juego es obvio: los muchachos comandados por el portugués Fernando Santos esperan las arremetidas de los orientales que bullen, buscan, intentan, machacan por todos los rincones de la cancha mientras, los helenos, gracias a un pressing feroz en mitad de la cancha, esperan pacientes el momento favorable de una descolgada.

“¡No vaya siendo se queme la leche con tanta parsimonia!”.

La chamacada de “Supercampeones”, capitaneada por el Italiano Alberto Zacheroni insiste, prosigue, presiona, muerde, desgasta imparable en cada centímetro del campo verde del Arena das Dunas.

Ya para el minuto 30, van dos tiros peligrosos al marco de Karmezis, el arquero griego. Al 38, se va a las regaderas en arrastre lento, el capitán Katsouranis de los griegos. Sin embargo, siguiendo la misma tónica de esperar y ofender, en un desdoble violentísimo, el portero Kawashima que juega en el Standard de Lieja, apurado, salva a su equipo tras el magnifico remate de Torosidis.

Termina la primera mitad.

El arbitro salvadoreño Joel Aguilar y sus abanderados van realizando un trabajo decoroso, marcando lo que se debe y tratando de hacer fluir el juego. Queda sin embargo, la duda razonable. Con el ritmo y la presión impuesta a lo largo y ancho de la cancha griega por parte de los japoneses: ¿tendrán los amarillos, arrestos suficientes para mantenerse igual, los minutos restantes?

Arranca el tiempo complementario.

El planteamiento inicial de “los samurai azules” es el mismo, morder, roer, desgastar, presionar y con diez hombre en el campo, los griegos, intentaran aguantar buscando un rápido contraataque definitivo. La estrategia de ambos timoneles está pintada sobre el césped del campo mundialista.

A pesar del bombardeo incesante sobre el área de Karnezis, el hombre de menos y el agobio tenaz, vigoroso, sin tregua y de circulación constante del Barzuca por los hijos del New Pi, los diez helenos lanzan dentelladas groseras con uñas y dientes, defendiendo como gato boca arriba su terreno.

El juego se hace monótono, cansino, repetitivo… Un largo, largísimo bostezo que me recuerda que en casi 23 partidos, sólo van tres empates.

“No vaya siendo que hoy me toque el cuarto”.

Pita el silbante salvadoreño. Roscas con azúcar… Nomás me queda decir: “Que les jalen unos mariachis y les vayan tocando: “La que se fue”.







IV.   México v.s Croacia

Mi caballo, mi perro y mi rifle… ¡Lotería!

Desde que supe de la asignación en el sorteo -mano non santa incluida-, de Croacia versus México, intuyendo que se trataría del partido definidor.

“Sentí una punzadilla en la barriga, las manos me sudaron y corrió un escalofrío por el pellejo”… Y la historia me da la razón: “¡Ay, “decepción nacional”, me haz decepcionado tantas, tantas y tantas veces!”.

La primera ocasión, quizá la más dolorosa, fue esa en cuartos de final de México 70. Los genios de “pantalón largo” decidieron que la altura y la cercanía de la muchedumbre vociferante de La Bombonera serían suficiente argumento para amedrentar a los europeos. Y el tanto anotado por José Luís “La Calaca” González parecía otorgarles la razón pero, Luigi Riva y sus dos tantos disentían a las claras de aquellos dichos, el autogol de “El Kalimán” Guzmán lo confirmaron y la anotación de Giani Rivera con reburujamiento del “Cuate” Calderón pusieron el clavo final regalándole al país, ante la sorpresa de Fernando Luéngas y Fernando Marcos, el maracanazo toluqueño. Semanas después, participando en el XIII. Internationaler Kongress Pueri Cantores caminábamos en formación cerrada, a paso redoblado, cruzando el puente y subiendo el camino que nos separaba del castillo que señorea la bella ciudad de Würzbur, bajo la granizada de silbatinas, burlas, ofensas y el infamante “¡4-1, 4-1, 4-1!” que nos obsequiaban a granel, en vanguardia y retaguardia, los itálicos rejijos, de coros de Roma, Milán, Turín, Florencia y cuanto burlón españolote se sumaba acompañándolo del clásico: “¡Indios, pata rajada!”. Nosotros aguantadores, sin chistar, masticando madres, tratando de mostrarnos estoicos, tragábamos saliva gritando: “!México¡ ¡México¡ ¡México!”.

“Ay, “decepción nacional”, me debes tanto... ¡Así, ¿cómo te voy a creer?!”.

Diván del terapeuta: round de sombra previo al tercer enfrentamiento del grupo A. El timonel mexicano, Miguel “Piojo” Herrera -recién confirmado ya para el mundial 2018-, declaraba a la prensa: “Importa meter el gol y mantener el cero atrás”.

“¡Válgame el cielo…! ¿Con esa mentalidad mediana y negociadora se puede aspirar a algo?. Ayayay, “decepción”, ¡¿cómo te voy a creer?!”.

El cotejo es definidor. No hay vuelta de hoja. La ventaja aparente de un empate es vacua ilusión. El juego ante Brasil fue más ruido que nueces. Sin mentalidad ganadora, difícilmente se puede aspirar a pasar al tan cacaraqueado cuarto partido. Pero hoy, aquí y ahora, el tercero es el bueno… Y los terribles relámpagos y nubarrones de aquellos pasajes oscuros en Argentina 78, cuando sólo un gol acompañó a la “decepción” que tuvo que hacer sus maletitas tras el 6-0 de Alemania y el 3-1 de Polonia, campea sobre las cabezas, las esperanzas, los anhelos, las aspiraciones más sublimes de miles o millones.

Por su lado, los croatas, sabedores de que México no tiene gol, afirmaban con diplomacia, claridad y mesura, sin descartar sus posibilidades: "Es evidente que se trata de un ataque muy poderoso. México es un excelente equipo. Muy agresivo, lleno de energía y muy vertical. Han sido capaces de resistir y amenazar a Brasil".

“Ja, Ja, Ja… Si el portero de tu equipo es el mejor hombre del partido… mmmm… ¿Cómo estará la cosa?”. No quiero ser ave de mal agüero… ¡Ojala me callen el hocico!”.

La FIFA designó al arbitro uzbeco Ravshan Irmatov, quien ya dirigió el Suiza Ecuador con triunfo de los europeos 2-1, como el dueño de la ocarina para este cotejo que se realiza en la Arena Pernambuco, en la ciudad de Recife, capital del Estado de Pernambuco. Ojala no sea tendencioso.

“Lijepa naša domovino,
Oj junačka zemljo mila,
Stare slave djedovino,
da bi vazda sretna bila!”

(Nuestra patria hermosa,
oh, querida patria heroica,
patria de la gloria antigua,
¡sé siempre feliz!).

“Mexicanos, al grito de guerra. El acero aprestad y el bridón. Y retiemble en sus centros la tierra. Al sonoro rugir del cañón. Y retiemble en sus centros la tierra. Al sonoro rugir del cañón”.

Silbatazo inicial. Arranca la neta del planeta si se busca pasar.

La calma antes de la tormenta. Minutos de estrategia y cambio de ofensiva a defensiva, ambivalentes. No se nota un lado superior, nervio, búsqueda constante por la ventaja. Ir y venir. Héctor Herrera zangolotea la orquilla del poste europeo y cimbra a los aztecas. Dos elementos que van sumando: la humedad y el desgaste que va prevaleciendo del forcejeo.

Ocarina cantarina, terminando el primer lapso.

Arranca el complemento con las mismas piezas en el tablero por los dos cuadros. Forcejeo, Croacia toma la iniciativa y casi casi adelanta. Entra el Chicharito y la ofensiva mexicana se dinamiza.

El arbitro se traga un penal claro a favor de México. Márquez marca al 71 de cabeza. Al 74, Guardado cañonea el marco croata a pase de Oribe y jalón táctico de Hernández. 81 minutos, al mejor estilo del Chicharito, cabecea a la red tras peinada de Márquez apareciendo por detrás de los defensores. Minuto 86, Rakitic, anota el de la honrilla.

Termina el juego. México sigue a octavos contra Holanda.
El triunfo tiene mil padres y el fracaso es huérfano. “Hoy, decepción nacional”, me pagaste una de las mil y una que nos debes”.






V.   Brasil v.s Chile

Arepas en Santiago

Ahora inicia la etapa de matar o morir.

El fútbol soccer no se define, a diferencia de otros espectáculos deportivos a través de estadísticas, recuentos, especulaciones, expectativas, anhelos o corazonadas. El resultado se consigue de manera sencilla, simple, categórica, mortalmente efectiva, con goles mientras que la pelotita, en el tiempo contenido entre la pitada inicial y pitada final, corre de un lado a otro proyectada por los jugadores investidos en guerreros. Y finalmente, en el volado que significan los penales.

Es éste el primer cruce mortal: Brasil como primero del grupo A versus Chile, segundo del grupo B. Los partidos entre estos sudamericanos tienen historia mundialista. La estadística marca tres juegos: 1962 Santiago de Chile (semifinales) Brasil 4-2, 1998 Paris (octavos) Brasil 4-1 y Johannesburg 2010 (octavos) Brasil 3-0. El Scratch tres juegos ganados de 3, once goles a favor por 3 en contra. Resultado contundente. Para este cotejo, los amazónicos suman además el cartel de máximo favorito en el torneo, los de “la roja”, vienen de ganarle a España (0-2), Australia (1-3) y perder ante Holanda (2-0).

Para el cotejo de octavos de final, la ocarina recae en el inglés Howard Webb (42 años), quien tiene amplia trayectoria en la Premier League y en la Champions League También, como antecedente previo, ya dirigió un choque entre ambas escuadras sudamericanas en el Mundial de Sudáfrica 2010, además de haber pitado el encuentro Colombia versus Costa de Marfil (2-1), en el actual torneo.

El partido se celebra en el Estadio Mineirao de Belo Horizonte. De aquí saldrá un ganador: si en el tiempo oficial hubiera empate, habrá tiempo extra, de seguir empatados, se pasará a los penales. Pero hoy, sobrevive un ganador que seguirá adelante mientras el perdedor se despide del torneo.

Puro Chile es tu cielo azulado,
Puras brisas te cruzan también,
Y tu campo de flores bordado,
Es la copia feliz del Edén.

Ouviram do Ipiranga às margens plácidas
De um povo heróico o brado retumbante,
E o sol da liberdade, em raios fúlgidos,
Brilhou no céu da Pátrianesse instante,
Se o penhor dessa igualdade.

Conseguimos conquistar com braço forte,
Em teu seio, ó, Liberdade,
Desafia o nosso peito a própria morte!
Ó Pátria amada, Idolatrada, Salve! Salve!

(Allí fue oído, en los márgenes apacibles de Ipiranga,
el grito resonando de una gente heroica,
y el sol de la libertad, en los rayos brillantes,
brillando en este momento en los cielos de la patria.

La promesa de esta igualdad fue asegurada por
nuestros brazos fuertes, en su pecho
libertad, estamos listos para morir.

¡Oh querida, idolatrada patria, viva, viva!).

En la tribuna atestada: detrás de sus cinco o seis segundos de inmortalidad televisiva global, garotas y chilenas de todas las modas, edades, voluptuosidades, desfiguros, disfraces, portes y apetitos se muestran en verde, amarillo, rojo, plumas en su desinhibida algaraza mundialista. Lastimándose sonoramente con los himnos tal que si aquello fuera un exorcismo a los fantasmas y la catástrofe.

Soplando la ocarina arranca la partida.

Un Scratch du Oro sin Brasil. Un juego sin chispa, sin fútbol, sin magia. Partido tijereteado a un toque por quien se supone sabe jugar. La historia del buen trato al balón, de la gambeta, la pared, el pase filtrado, el sobar y sobar la bocha, son sólo eso, historias de viejos y añoranzas de un pasado esplendoroso. Sobre la grama del Mineirao de Belo Horizonte, se ven once luchadores en amarillo, de boxeo mixto, lanzando cocos al por mayor; triste metáfora a una historia que se escapa como arena entre los dedos. Los mejores son los porteros. Y el tiempo normal termina uno por uno.

Arbitraje comodito, complaciente, cansino, mediano. Pitazo que invita al tiempo de compensación.

La fuerza de la mano izquierda se le va acabando a Chile. Y la catástrofe amazónica se campea sobre las cabezas, bamboleándose con parsimonia, cual espada de Damocles.

Cuatro minutos finales del segundo tiempo extra, donde la roja esta más cerca, barzucazo al travesaño de Julio César y calambres de Neymar.

Se van a la rueda de la fortuna. Los penales a once pasos de la meta, jugando al dramatismo que nunca jamás tuvieron los ciento veinte minutos anteriores. La suerte de la fea la bonita la desea.

En síntesis: un partido sebo, donde Brasil saca el pase a la siguiente etapa y no convence.






VI.    Alemania v.s Francia

Ein Traum für die Deutscher

Final anticipada en cuartos de final.

Elucubraciones preliminares: Lo que va quedando claro, - siempre en todos los mundiales o torneos futboleros-, luego de la fase de octavos, es algo obvio, evidente, contundente, aplastante: que quien sabe matar, y lo sabe hacer, elimina a su adversario sin complejos, sin miramientos, titubeos ni escrúpulos. Que los equipos grandes esperan, pacientemente, durante setenta o setenta y cinco minutos jugando sin el balón, administrando el esfuerzo por apurados que se puedan ver, desgastando física y sicológicamente a un rival ansioso, proclive a los giros abruptos de ánimo a lo largo del tiempo del partido. Calmos, serenos y al acecho, los indudables vencedores, apuran el trámite anotando en los minutos finales, cuando ya el adversario no tiene piernas, ni ideas, ni reacción… Y las bancas rebasadas, por el casi rozar de la dicha que se desvanece y traduce en obcecada necedad, carencia de recursos y cambios. En otras palabras, han sido llevados a su límite, y el ocaso de sus anhelos y aspiraciones está escrito y finiquitado, aún antes de que se escuche la ocarina final.

No es el caso de los equipos y jugadores europeos en ligas, competiciones y torneos, acostumbrados a esta clase de exigencias en etapas finales, donde el control, el oficio, la serenidad, la administración del esfuerzo, la tranquilidad y la sobriedad imperan y que, seguramente pronto, ofrecerá una nueva oportunidad en otras competiciones, si todo lo anterior falla o no alcanza para lograr el objetivo.

La historia de los mundiales dice que este enfrentamiento tiene tres capítulos anteriores a saber: Suiza (1958), triunfo de los galos (6-1) con cuatro goles de Just Fontaine, empate en España (82) ganando los germanos en penales y, finalmente, triunfo alemán en semifinales (2-0) en México (86).

Para este cotejo la ocarina recae en el argentino Néstor Pitana, quien ya fue juez central en el Rusia-Corea del Sur, el Portugal-Estados Unidos y el Honduras-Suiza. Lo acompañan en las bandas sus compatriotas Hernán Maidana y Juan Pablo Belatti. Jonas Eriksson, de Suecia, es el cuarto árbitro.

La de hoy no será una campal, similar a tiempos de beligerancia épica guerrera (Verdún o Marne) ni tendrá nada que ver con Alsacia o Lorena, simplemente, será un partido de fútbol que ya en sí mismo es una final anticipada. Esta vez, sobre la grama del célebre Maracaná, el flemático, frío y disciplinado estratega germano Joachim Löw, enfrenta al pequeño “Bonaparte” Didier Deschamps, temperamental e imaginativo. El partido entre germanos y galos anticipa ser de clase mundial y realmente de exigencia extrema. Estratégico: ofensivo, defensivo; de férreo control físico y mental en la media cancha donde los dos equipos disputaran gran parte del juego; quizá sólo desquiciado por la técnica y enjundia de Valbuena, el petizo “blue”.

Ya la belleza de la inchada europea empieza a dorarse bajo el sol ardiente de los 26 grados y la humedad de 85%; el nervio tatema la grada del centenario inmueble. Minutos previos… Y a la manera más ramplona de la liga MX, Lahm y Lloris, capitanes de las escuadras, echan un choremón sebo en contra de la discriminación y el racismo: paradojas de los hombres de pantalón largo.

Allons enfants de la Patrie.
Le jour de gloire est arrivé.
Contre nous de la tyranie,
L'étendard sanglant est levé (bis)
Entendez vous dans les campagnes
mugir ces féroces soldats
Ils viennent jusque dans vos bras,
égorger vos fils, vos compagnes
Aux armes citoyens!
Formez vos bataillons!
Marchons, marchons,
qu'un sang impur abreuve nos sillons.

Deutschland,
Deutschland über alles,
Über alles in der Welt,
Wenn es stets zu Schutz
und Trutze
Brüderlich
zusammenhält.
Von der Maas bis an die
Memel,
Von der Etsch bis an den
Belt,
Deutschland,
Deutschland über alles,
Über alles in der Welt!.

(Alemania, Alemania sobre todo,
sobre todo en el mundo,
así será si en la protección
y la defensa.
siempre nos unimos como hermanos.
Desde el Mosa hasta el Niermen,
Desde el Adigio hasta el Belt,
Alemania, Alemania sobre todo,
¡sobre todo en el mundo!)

Fuerte ocarina inicial. Arrancan las hostilidades, se acabó la especulación, ahora viene la hora de la verdad.

Los primeros minutos son blancos,: los vehementes germanos ofenden y los azules capotean la andanada de mandobles, estocadas, empellones y cachetadas furibundas sin descanso que les envían a diestra y siniestra. La batalla en la media cancha es recia, esforzada, sin descanso; sin tregua ni cuartel. Largos minutos de forcejeo, con salidas por las bandas de ambos cuadros que mantienen la refriega sin parar ni ceder. Al minuto 12 la táctica germana da fruto: gol de Hummels.

Pita el argentino. Descanso reparador para la garganta que no ha cesado de expresar el jubilo y el gran fucho que presencia.

El segundo tiempo es la calca del primero: los alemanes son como una piedra de molino que aprieta, estruja, tritura, pulveriza, hace astillas y añicos hasta la médula las semillas del trigo y la cebada. Y el pequeño “Bonaparte” y su tropa dignos, como en Marengo, Austerlitz, Wagram, en otra época y tiempo; bajo cañoneo, asediado, copado, rodeado por el adversario y la naturaleza pero bullidor y mostrando los dientes.

Desde el minuto 70, el juego se trasforma en un tira tira, un zumbar de matraca ensordecedor, un traca traca, un vértigo de ir y venir, un remolino en acenso a golpe y contra golpe; sin descanso, mortal, furibundo.

“¡Cuatro minutos de alargue y estoy en la orilla del sillón”.

Ocarina final. Pita el argentino y me congratulo –parafraseando a Ängel Fernández- con “los Dioses del estadio” que han de estar abullonados por ahí. La Blitzkrieg es un remedo nostálgico de lo que aquí hemos sido testigos. 

Hoy sentencio: ¡Alemania en la final!





A modo de colofón

El primer partido de un mundial de fútbol que tuve la oportunidad de ver, fue la final Inglaterra versus Alemania en el 66, en el famoso Wembley Stadium. Teníamos una televisión en blanco y negro marca Singer. La vimos con mi papá muy de mañana, en vivo, gracias al “pájaro madrugador” que por entonces era el satélite de transmisiones que cubría el norte de América. Aquello fue “una verbena”, según decían los comentaristas –Fernando Marcos y no recuerdo quién más-, pues Inglaterra en casa, ganaba la copa Jules Riment con un gol fantasma que el arbitro ruso dio por bueno, creando una polémica que hoy en día sigue viva.

De ese entonces a la fecha, he sido testigo de muchos, muchos mundiales. Unos buenos, maravilloso; y otros malos, medianos.., de chile, de dulce y de sal.

¿Cómo juzgar el actual torneo mundial que recién acaba y de deja a Alemania como poseedor de la copa? ¿Bueno? ¿Malo? ¿Regular..?

Si nos basamos exclusivamente en las estadísticas simples, fue un torneo de pocos empates y buena cantidad de goles. Superior, en este rubro al anterior, el de Sudáfrica. De 64 partidos en total, sólo se consiguieron 14 empates, de los cuales nada más 4 fueron a cero goles. Eso señala un mundial cargado de emociones para la tribuna. Sin embargo, tal vez como ninguno, las pifias arbitrales quedaron ampliamente desnudas a lo largo y ancho del torneo, lo que produjo gran descontento e insatisfacción –en muchos casos con razón y justa encomia de la inchada- al respecto, poniendo un acento urgente, en la necesidad de reformar las reglas y formas de impartir justicia durante el juego. Un partido en el mundial de 66, entre naciones de distinta habla y cultura, produjo la gran reforma de las tarjetas amarilla y roja implementada para el mundial de México 70; lo mismo las fuertes agresiones que sufrió Pele ante Portugal y que originaron la posibilidad de cambios a la oncena inicial que hasta entonces era nada más un sueño. Ahora, es evidente que será necesario el uso de la tecnología para dirimir desde afuera, en lapsos muy breves de tiempo, las decisiones controversiales de los silbantes.

Obviamente, los siguientes cuatro años, hasta el mundial de Rusia seguirá la polémica discusión si fue o no penal el de Robben… Los mercachifles de la palabra ya tienen y tendrán materia para seguir y seguir hablando al respecto. Habrá razones para juzgar el “ejemplar mundial de la Selección mexicana”, los blasones obtenidos en esta contienda, los arrestos de su enjundia, los muchos atributos de una inchada precoz y majadera, las muchísimas muestras de “rebelde.., silvestre cinismo”, las manifestaciones congruentes de un grito bárbaro que nos define misóginos a ultranza, a inicios del siglo XXI… En fin, toda esa parafernalia autocomplaciente, bruta, maléfica que el maestro más popular de México –la televisión-, exuda impunemente, día con día, hora con hora.

Durante los siguientes cuatro años, mientras convenga a los intereses comerciales, nos intoxicaremos hasta la nausea y el hastío de la figura y los razonamientos más sesudos, contundentes y abstractos del Piojo. Hace días escuche a Raúl Orbañanos, hablar en la radio, de la decisión “¡ilógica!” del estratega holandés, la de usar a los largo del torneo a los 23 jugadores disponibles en su banca. Cuando lo que nosotros vimos, en cuatro juegos fue un estratega escandaloso, alocado, exaltado, necio, obcecado y nublado por una tozudez mental que tomo decisiones sí, ilógicas, y que fue incapaz de entender en el partido ante Holanda –por ejemplo-, que se le venía encima la “naranja mecánica” con cáscara y sumo, que su problema estaba en la línea media, desbaratada por cansancio y exceso de presión, que el terreno se achicaba en dirección de su defensa ahogada y que en lugar de cambiar a un extremo inoperante en un terreno aislado, debió reforzar su línea media cuidando la estrategia y manteniendo el marcador favorable a minutos del final. De eso escucharemos cientos, miles, millones de palabras y razones: lo que pudo ser y jamás será.

El mundial Brasil 2014 llegó a su final y ganó, cuando menos en éste, quien lo merecía. Ya en el partido entre Alemania y Francia, auguré: los germanos en la final.

Yo no creo que los campeones sean una selección con rasgos de Guardiola, ni siquiera creo que se parezca en algo al fútbol que desarrolla el técnico español en la actual liga germana y deslumbró en el Barcelona, en su momento. Creo sí, que subyace una tradición germana de buen trato a la bocha, condición física y mental, perseverancia, constancia y pundonor que ha significado a la emblemática escuadra europea por siempre. No en vano han sido 4 veces campeona del torneo, 4 subcampeonatos, 4 terceros lugares y 1 cuarto lugar desde el mundial de 1936 a la fecha. Desde entonces han contado con sólo 8 estrategas al frente de su banca, entre ellos, Sepp Herberger, Helmut Schön, Franz Beckerbauer y el actual Joachim Lów. Hay una continuidad estratégica en su desempeño como equipo, en todos los aspectos del término. Cuando observamos a una selección alemana sabemos que ahí, enfrente, está una escuadra teutona –sin importar la categoría- que juega a lo mismo: tozuda, tenaz, constante, de buen trato al balón y capaz a la máxima potencia.

Creo que la final con Argentina fue una buena final. Entretenida, perruna y emotiva. Los albicelestes dieron lo que llevaban, pero Messí no podía solo, la ausencia de Di Maria resultó vital para el resultado. Nadie sabrá nunca si esto hubiera cambiado, pero lo que sí sé, es que fue un gran partido digno de una final de torneo, donde ganó el fútbol.

Hasta dentro de cuatro años. Alzaremos nuevas expectativas, ilusiones y ya nos dejaremos seducir por el canto de las sirenas y los alegatos de la televisión de paga. La bocha sigue y seguirá rodando para nosotros y para millones más.

Gracias, A La Cámara Húngara por el espacio. Y al hipotético lector por la paciencia. Hasta otra... Vale.






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