jueves, 27 de enero de 2011

Las Señales: Ante todo la justicia





¿Quién gana?








¿Quién pierde?










viernes, 21 de enero de 2011

Promocional el carro de heno

Lógica mexicana





Fue una costumbre estratégica entre los guerreros espartanos utilizar capas de color púrpura que evitaba mostrar las debilidades de sus heridas al enemigo. Fue una gran costumbre de simulación que muchas veces otorgó triunfos rotundos a sus tropas. Similar a ello, los políticos mexicanos sin excepción, usan pantalones color café… Digo, sólo en el caso supuesto de ser necesario disimular si la defecan... ¡Como viene siendo natural!



jueves, 20 de enero de 2011

Teatro Kabuki



He aquí un primer video de estos que la UNESCO ha producido como muestra palpable del material tangible e intangible de las expresiones culturales y artísticas de los pueblos del orbe, cuyo propósito es de inestimable valor. Creo que su fuerza didáctica y pedagógica radica, fundamentalmente en el poder de la imagen, los lenguajes diversos en interacción y los sonidos que cada particularidad expresiva permiten en su ejecución precisa. Verlo es de suyo un divertimento y un gozo, así como una fuente de indudable conocimiento.

lunes, 17 de enero de 2011

Ziegfeld follies






Tal como he contado en otras ocasiones, mi abuelo paterno Martín Martínez Magaña fue maestro de escuela primaria y carpintero. Toda su vida la dedicó a estos oficios. Recuerdo que en la casa paterna, ahí en Manuel Muñiz donde yo nací, tenía en su cuarto un ropero de madera maciza que él mismo construyó. De ese ropero recuerdo que siempre quise saber que había porque mi abuelo guardaba ahí, decían mis tíos, “las cosas importantes”. Alguna vez cuando tuve cinco o seis años, lo recuerdo como si hubiera sido un sueño, jugando a las escondidillas fui a parar dentro de ese ropero pretendiendo no ser encontrado. Recuerdo aquello, como envuelto en una bruma lejana… También recuerdo que me midió el cerrote con sin igual brío para corregirme y quedé invitado a no volverme a meter. Pero ahí dentro había ropa, un par de petacas de metal, herramientas, tiliches, revistas, libros y otros objetos que ahora mismo no puedo precisar. El caso es que hace unos días, buscando material para el blog encontré la portada de un Ziegfield follies, y ¡zas!, de golpe recordé que en alguna parte lo había visto. Efectivamente, fue dentro del ropero de mi abuelo.












Florenz Ziegfeld (1869-1932), fue un próspero empresario del espectáculo musical de Broadway que en 1917 le propuso a Alfred Cheney Johnson (1885-1971) fuese el fotógrafo oficial de sus actrices del Ziegfeld Follies. Se debe aclarar que la libertad creativa de Alfred Cheney no tuvo nunca límites y por lo tanto produjo fabulosos catálogos que se difundieron de manera masiva al tiempo que los espectáculos musicales funcionaron de maravilla, ininterrumpidamente y con gran éxito desde 1907 y hasta 1931 cuando el empresario Ziegfeld no pudo superar ya la ruina a que le llevó el desastre financiero de 1929 conocido como: La gran depresión, antecesora de la II Guerra Mundial.
Por su parte, esas revistas musicales norteamericanas tuvieron como inspiración el Follies Bergère parisino combinando audaz y generosamente el baile, el desnudo, la farsa irlandesa ligera y la comedia musical inglesa.










A lo mejor cabría decir que las imágenes que aquí se comparten son fotografías tomadas durante las décadas de los años veinte y treinta. Que estas jóvenes féminas no poseen en sus cuerpos ni implantes, ni siliconas, ni arreglos quirúrgicos prodigiosos producto del Photoshop.
Así las imágenes celebran cuerpos de bellas mujeres de hueso y carne cuyos nombres van desde: Frieda Mierse, Naomi Johnson, Caja Erick, Dorothy Flood, Kay English, Murial Finlay, Helen Henderson, Ruth Etting, Claudia Dell, Katherine Burke, Virginia Cruzon, Marie Dressler, Barbara Stanwych, Alice Wilkie, Jean Ackerman, Ann Lee Paterson, Mary Eaton, Mary Pickford, Marion Davies, Fanny Brice, Martha Mansfield, Fania Borach, Evelyn Conway, Norma Shearer, May Leslie, Margaret Morris, Lilyan Tashman, Marjori Cassidy y Hezel Lewis.








lunes, 10 de enero de 2011

Memorias del perro 3

En el cine Colonial como ya se ha dicho los jueves pasaban ciclos de películas, a veces extrañas, pero en general muy buenas. La muchachada estudiantil del turno vespertino del Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo que gustábamos del billar, las chelas bien muertas y por supuesto del cine, íbamos en tropel. Ni quien se acordara de las clases del “Brujo”, el “Gato”, el “Plachao” o del “Burro”; todos aquellos ilustrísimos catedráticos preparatorianos que veíamos poco, por su misma inasistencia y la nuestra, como debía ser.



Ahora durante las fiestas navideñas mi amigo el Perro se comunicó conmigo, vía mail. Vive en San Francisco, en gringolándia, según él administrándole el negocio a una rubicunda güera que hará unas dos décadas se topo en un bar de Tijuana bebiendo como náufraga. Dice que él sintió cierto respeto por la manera como meneaba el gaznate la güera, su estilo clásico de empinar el codo y se propuso echarle la mano… Bueno, si… Supongo que se la echó bien o quizás, fue ella... Tienen viviendo juntos desde entonces, tres hijas, un par de casas, varios coches y dos restaurantes. Su buen corazón del Perro y la corazonada –principalmente-, al parecer, dieron buenos dividendos para ambas partes. Pero ese no es el tema. En su mail me dice que no debo olvidar las buenísimas películas que vimos en ese entonces. Y enumeró una buena cantidad de ellas. Así como ciclos de los cuales yo no me acordaba.



Shane o Raíces Profundas (1953) como le pusieron para su distribución en Latinoamérica, es una cinta dirigida por George Stevens basada en la novela de Jack Schaefer. La anécdota es relativamente simple: un pistolero de alma noble (Shane) que se acerca a una granja a pedir un poco de agua, al inicio bien recibido, pero posteriormente corrido de mala manera por el dueño. Unos momentos después llegan otros pistoleros –estos sí furibundos- enviados por el cacique local buscando amedrentar a los granjeros. Aparece de golpe Shane, quien con su sola presencia y gallandía, los espanta e intimida. Lo demás ya ud. lo puede imaginar estimable lector hipotético. El agradecimiento de los granjeros. Unas cuantas escenas cotidianas de trabajos del rancho. La entrañable amistad del niño granjero y Shane. Las miraditas platónicas de la señora del grajero y Shane. Y por supuesto, el momento crucial de los plomazos. No escasean tampoco las escenas donde vemos lo malandrines y jijos de su… que son los malosos. Principalmente, un tal de nombre Wilson (Jack Palace), quien no se cansa ni se le arruga el corazón para hacer trapacerías a la menor provocación, enarbolando tamaña sonrisota cínica y siniestra.





La balacera se pone de a peso cuando Shane (Alan Ladd), se enfrenta a los malandros. Y como ha de suponerse, con triunfo del veloz y hábil pistolero de buen corazón. Tampoco la secuencia épica de la escena final que es una imagen viva del Libro Rojo. Shane tapándose con un pañuelo la herida en un costado del estómago que lo desangra. Evitando así que nadie sepa su tragedia, al tiempo que jala una mueca que quiere ser sonrisa, despidiéndose de los granjeros montado en su caballo que galopa a paso cansino rumbo al ocaso, en el marco eterno del horizonte infinito mientras el jinete se dobla sobre la silla, sin llegar a caer.

viernes, 7 de enero de 2011

Del teatro japonés

Veo la imagen de Takashi Shimura y no puedo más que sentirme atraído, perturbado, por la sencilla contundencia de esta estética.










En todo momento lo que queda más que evidenciado es la añosa y poderosa tradición centenaria del arte escénico japonés que sus realizadores y creativos han sabido desarrollar, fomentar e impulsar como parte de una industria multimillonaria.
Debes ir, hurgar y desempolvar tus raíces para ser universal: podría decirse como un buen colofón.

jueves, 6 de enero de 2011

De la Lucha Libre 2

"I Lie, I trucos, yo Robar"

Los estereotipos, desde una perspectiva psico sociológica, son simplificaciones de la realidad. Una vez que se institucionalizan y se repiten continuamente, influyen también en sus víctimas –espectadores, inermes normalmente- quienes en cierta medida empiezan a aceptarlos como reales. Recuérdese el tono casi perruno que ha sido el estereotipo del habla del alemán en nuestra país, durante el siglo XX. Por su parte el chicano no ha dejado de ser la encarnación, para la cultura dominante –me refiero a la anglosajona-: del machismo, la barbarie, la violencia, el vicio; el chichimeca que avanza del sur -de forma contraria a la tradición- cruzando la frontera con su cuota de irracionalidad; sex machine para las güeras; latin lover, dandi para los güeros; el enamoradizo y galán irredento a pesar de su baja estatura, marcado acento y color de piel; el siempre dispuesto a la trapacería y a la chicanada ruin con tal de ganar a toda costa; ejemplo vivo de la mordida, la tranza, la corruptela que impera del otro lado de la frontera; imperio del vicio, de la perversión, del libertinaje. En tanto estos ejemplares: la raza –los otros, los demás-, no significan nada; nada si me los tengo que llevar entre las espuelas con tal de lograr mi satisfacción, muy personal: ganar.


La imagen de Gory Guerrero, papá de Eddie, el Latino heat.

Esta visión tan recalcitrante del estereotipo de lo español –que bien a bien, en esta generalidad, nos define en la impureza de mexicanos; caldo y mixtura de nuestro propio mestizaje- se acuñó en los siglos de la gran guerra entre el naciente imperio británico y el español como una forma de combatir, desde la ideología sajona, lo diferente de los modos culturales bárbaros de sus adversarios, para denostarlos y justificar de esa manera la superioridad de lo sajón y, la necesidad de la guerra, como garante para salvaguardar a los mismos españoles de su condición bárbara. Todos los niños de Estados Unidos saben que fueron 150 peregrinos los que se embarcaron en el Mayflower y llegaron, agotados, el 6 de noviembre de 1620. Esa era la tierra prometida. Plymounth, Massachussets. De entonces a la fecha son conocidos como los Pilgrim Fathers. De 1620 y hasta 1630 se dio la primera migración en gran escala de Europa a Estados Unidos del Norte compuesta por puritanos. (…) No eran tolerantes estos primeros habitantes de la costa este y la democracia que regía estas tierras estaba permeada por leyes severísimas a prácticas como la idolatría, blasfemia, adulterio y hechicería. Cuando esto se analiza con calma aparecen idénticos argumentos en la justificación que promueven la guerra texano mexicana de 1847.



El cash o Lucha Libre es el espectáculo del estereotipo más depurado del mundo, principalmente, el espectáculo de la Lucha Libre estadounidense. Por sus encordados transitan las fobias, los denuestos más bárbaros a rasgos raciales, culturas y credos; siempre en disputa social enmarcada por el momento y en oposición a lo estadounidense. No importa razón alguna pues el estereotipo no necesita explicación. El encuentro entre el público y la significación del escarnio es simple e invita al desahogo: la hilaridad, el desprecio. No hay espectáculo más simplificado que la Lucha Libre estadounidense. Las rechiflas, los gritos colectivos, los abucheos, las muestras de intolerancia y desagrado, están señaladas por el significado que encarna el traje del luchador; no hay misterio, llanamente un mofletudo desfile iconográfico de músculos saturados. En sí lo que determina el resultado del combate no es la habilidad, la temeridad o la sapiencia de las tácticas ofensivas o defensivas del arte luchístico -en el sentido deportivo del término- es simplemente, el ánimo del público con respecto al individuo que representa el icono favorecido o denostado. Vale más una golpiza a la representación étnica del árabe, el mongol, el chino o el chicano que cualquier acto de justicia. Los organizadores del espectáculo saben muy bien como inducir los estados de ánimo de la masa. Una de las reglas es formular la incertidumbre y el deseo de la multitud que devenga en mayores audiencias y mayor raiting televisivo.



Uno de los ejemplos más entrañables de este fenómeno fue admirado por las audiencias estadounidense, mexicana y japonesa –que también gustan de la Lucha Libre- durante la década de los años noventa y los primeros cuatro años del siglo actual. El llamado latino heat: Eddie Guerrero. Un luchador de ascendencia mexicana norteamericana, hijo de Gory Guerrero: leyenda del pancracio mexicano y compañero del legendario Santo, el enmascarado de plata. Por su parte Eddie, sobre los encordados de la WCW o de la WWE el latino heat significó la representación misma de la iconografía de la minoría chicano mexicana. Su presencia siempre fue acompañada por el tradicional lowraider; brincador, lustroso, acrobático. Las damas, Litta o Victoria, luchadoras también llamadas Divas por sus generosos atributos y por constituir otra forma de la iconografía. Otro elemento de esta desmesura era el manejo de la lucha acrobática mexicana empleada por Guerrero. Pero por sobre todo, por sus múltiples recursos farfulleros, que por esas cosas inconocibles del comportamiento de las masas, dejaron de ser mal vistas y reprobadas con abucheos, para pasar a formar parte del regocijo y gusto de la audiencia que con expectación esperaba el recurso malandro, pícaro, taimado, oportunista; la triquiñuela, la salida fácil contraria a las reglas de la jurisprudencia y ortodoxia luchística imperantes. La marrullería que simulaba la falta -trasgresión que nunca se produjo- por parte del oponente y por supuesto, a espaldas del réferi distraído. El ataque a mansalva sobre el rival, otra vez, sin ser observado por la autoridad. El uso de sillas u objetos prohibidos como herramientas del combate que luego de ser emplados desaparecían velozmente. Cualquier acción que denotara y pusiera en movimiento la frase de guerra de su tema musical de entrada: Nos mienten, nos engañan y nos roban, nosotros lo hacemos, pero al menos somos honestos al respecto. Y el acto se complementaba con una clásica serie de maniobras llamas Los tres hermanos y el salto desde la tercera cuerda nombra La ranita, por sus raíces en la lucha acrobática y casi suicida mexicana.

En 2006, dos años después de su fallecimiento acaecido durante la temporada regular del circuito luchístico norteamericano, Eddie Guerrero fue elegido al salón de la fama de la Lucha Libre.



Fragmento de mi ensayo titulado: Los andurriales camino a Aztlán.

De la Lucha Libre 1

Buscando material en la red vine topándome con este artículo firmado por Ivonne Ruíz Morales, el cual me pareció interesante y adecuado para una serie de fotografías que he ido reuniendo de a poco.



LO CURIOSO DEL DEPORTE: LUCHA LIBRE MEXICANA


Ahora toca el turno a uno de los deportes mas controversiales y espectaculares que hay, la lucha libre mexicana, aquí unos datos curiosos.

1. El Rayo de Jalisco (Max Linares) no era de Jalisco, si no de la ciudad de México.
2. Mil Mascaras introdujo los movimientos aéreos en la lucha libre para los aficionados japoneses, volviéndose ídolo en ese país, sobre todo de los niños.


El empresario Salvador Lutteroth

3. En su primera aparición como El Santo en 1942, el gladiador se presento a luchar con una mascara de piel de cerdo confeccionada por él mismo. Era una persona humilde, no tenia mucho dinero y por eso decidió hacerse él mismo su equipo.
4. Fue tanta la fama de El Santo que en Japón pensaban que era un personaje ficticio como Superman, por lo que fue muy grande la sorpresa de los japoneses cuando fue a luchar a su tierra y descubrieron que el gladiador era real.


El Santo y la clásica llave: la de a caballo.

5. La rivalidad entre Blue Demon y El Santo comenzó cuando El Enmascarado de Plata le quito la tapa a Black Shadow.


La imagen muestra la memorable firma del contrato donde se pactaba el combate a tres caídas sin límite de tiempo: Black Shadow, Salvador Lutteroth y el Santo.

6. Era tal el temperamento del Cavernario Galindo, que un día incendió una arena enfurecido por haber perdido.
7. En otra ocasión un luchador subió una serpiente al cuadrilátero, era una batalla campal, y todos los gladiadores bajaron asustados pero el Cavernario tomo la víbora y le empezó a dar mordidas hasta que la mato.
8. Una mujer del público estaba tan furiosa que golpeo al Cavernario con su paraguas y al final de la lucha fue a cobrárselo al luchador.


En esta memorable imagen hasta el Santo estaba asustado de ver la violencia ejercida por el Cavernario.

9. Octagon antes de ser luchador iba a ser futbolista.
10. El Santo en una ocasión se le invito a hacer una función para ayudar a curar a la esposa de un promotor, como ese día estaba lloviendo, muy poca gente fue entonces el promotor decepcionado le dio parte del dinero al Santo, sin embargo éste le dijo: "Ten yo te presto para tu esposa nada mas déjame dinero para una torta".
11. El primer luchador en usar máscara no fue un mexicano, fue un gringo y se llamaba el Ciclón Mikel.

lunes, 3 de enero de 2011

Con permiso comparto

El próximo 9 de enero en punto de las 10 a.m. se realizará el programa de radio Ex libiris (que se transmite de 10 a 12 horas los domingos por Radio Nicolaita) en la Casona del Teatro y como pretexto celebraremos los primeros 60 años de mi persona en este mundo, si no tienen algo más importante que hacer desayunemos juntos y aprovecharemos para darnos el abrazo de año nuevo.

Fraternalmente:

Juan Carlos Arvide



La Casa de los Artistas

http://lacasonadelteatro.blogspot.com