Veo la imagen de Takashi Shimura y no puedo más que sentirme atraído, perturbado, por la sencilla contundencia de esta estética.
En todo momento lo que queda más que evidenciado es la añosa y poderosa tradición centenaria del arte escénico japonés que sus realizadores y creativos han sabido desarrollar, fomentar e impulsar como parte de una industria multimillonaria.
Debes ir, hurgar y desempolvar tus raíces para ser universal: podría decirse como un buen colofón.
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