lunes, 17 de enero de 2011

Ziegfeld follies






Tal como he contado en otras ocasiones, mi abuelo paterno Martín Martínez Magaña fue maestro de escuela primaria y carpintero. Toda su vida la dedicó a estos oficios. Recuerdo que en la casa paterna, ahí en Manuel Muñiz donde yo nací, tenía en su cuarto un ropero de madera maciza que él mismo construyó. De ese ropero recuerdo que siempre quise saber que había porque mi abuelo guardaba ahí, decían mis tíos, “las cosas importantes”. Alguna vez cuando tuve cinco o seis años, lo recuerdo como si hubiera sido un sueño, jugando a las escondidillas fui a parar dentro de ese ropero pretendiendo no ser encontrado. Recuerdo aquello, como envuelto en una bruma lejana… También recuerdo que me midió el cerrote con sin igual brío para corregirme y quedé invitado a no volverme a meter. Pero ahí dentro había ropa, un par de petacas de metal, herramientas, tiliches, revistas, libros y otros objetos que ahora mismo no puedo precisar. El caso es que hace unos días, buscando material para el blog encontré la portada de un Ziegfield follies, y ¡zas!, de golpe recordé que en alguna parte lo había visto. Efectivamente, fue dentro del ropero de mi abuelo.












Florenz Ziegfeld (1869-1932), fue un próspero empresario del espectáculo musical de Broadway que en 1917 le propuso a Alfred Cheney Johnson (1885-1971) fuese el fotógrafo oficial de sus actrices del Ziegfeld Follies. Se debe aclarar que la libertad creativa de Alfred Cheney no tuvo nunca límites y por lo tanto produjo fabulosos catálogos que se difundieron de manera masiva al tiempo que los espectáculos musicales funcionaron de maravilla, ininterrumpidamente y con gran éxito desde 1907 y hasta 1931 cuando el empresario Ziegfeld no pudo superar ya la ruina a que le llevó el desastre financiero de 1929 conocido como: La gran depresión, antecesora de la II Guerra Mundial.
Por su parte, esas revistas musicales norteamericanas tuvieron como inspiración el Follies Bergère parisino combinando audaz y generosamente el baile, el desnudo, la farsa irlandesa ligera y la comedia musical inglesa.










A lo mejor cabría decir que las imágenes que aquí se comparten son fotografías tomadas durante las décadas de los años veinte y treinta. Que estas jóvenes féminas no poseen en sus cuerpos ni implantes, ni siliconas, ni arreglos quirúrgicos prodigiosos producto del Photoshop.
Así las imágenes celebran cuerpos de bellas mujeres de hueso y carne cuyos nombres van desde: Frieda Mierse, Naomi Johnson, Caja Erick, Dorothy Flood, Kay English, Murial Finlay, Helen Henderson, Ruth Etting, Claudia Dell, Katherine Burke, Virginia Cruzon, Marie Dressler, Barbara Stanwych, Alice Wilkie, Jean Ackerman, Ann Lee Paterson, Mary Eaton, Mary Pickford, Marion Davies, Fanny Brice, Martha Mansfield, Fania Borach, Evelyn Conway, Norma Shearer, May Leslie, Margaret Morris, Lilyan Tashman, Marjori Cassidy y Hezel Lewis.








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