domingo, 5 de enero de 2014

¡¡Trinchen… Reyes!!


“¡Móndrigos! ¡¡Y siempre móndrigos… inches hermanos Reyes!!”

Entran a hurtadillas, de puntitas, ocultándose con el entorno de la noche espesa y las luces de la calle… Meneándose en sigilo, cual camaleones en avanzada, cambiando de forma y camuflaje: deteniendo el paso, mirando de soslayo, retrocediendo un poco, respirando por los poros, redirigiendo la mirada a otro sitio, midiendo el paso, avanzando... Reptando como sierpes... Silencitos como gatos con guantes al acecho… “¡¡¡Fuuuuuuaaaaahh!!!” Botaron los cerrojos de puertas y ventanas: y tentando acá, manoseando allá, picoteando ahí, pellizcando a cuya, palpando meneito; olisqueando, soplando, lengüeteando, mirando, atisbando, escudriñando, probando… en fin, metiendo la nariz –literalmente-, en todo a mano… La táctica, la usual de siempre dirán los enterados en asuntos de guerras, asaltos, robos, espionaje, sedición belicosa, vigilancia de personalidades… En formación Diamante: Melchor, Raspar y Basaltár en la vanguardia; el Caballo, el Camello y el Gordofante sus compinches, en la retaguardia. Listos a responder, desaparecer, transformarse, mimetizarse; a ocultarse en resquicios, muebles, cortinajes, lo que esté a mano... ¡Cual ninjas tortugonas!

Cuatro inviernos hace ya que hasta la primavera del siguiente año la Nenuca y éste Emilio la pasamos en las Europas. Deleitándonos de los manjares de la estación sombría que no gusta a muchas personas, por tanto, nos ocupa poco las anuales visitas a nuestra casa residencia de la horda de los hermanitos Reyes y su secuacería de gañañunflas. Como he dicho, semanas antes del solsticio, antes de comenzar el maratón Guadalupe-Reyes, andamos por aquellas áridas regiones primer mundistas tirando galanura: guantes, abrigo, bufanda y mochila en ristre; deleitando alegrías en paseos, vinos, quesos, potajes, cobertores de plumas de ganso, chocolate, brandy y brindis, castañas en fuegos de chimeneas chispeantes; abetos, renos, muérdago, enanos, adiposos mofletudos timbones de atuendos colorados. Por ello, ¿quién se puede ocupar con seriedad de estos tristes gatos desaliñados de barrio que a hurtadillas, de imperceptible manera, entran en busca de migas a las casas residencias acaso una vez al año, corriendo el riesgo inminente de ser sorprendidos, atrapados, vapuleados, sometidos y remitidos a la justa justicia que al año siguiente habrá de soltarles el hilito, cual mayates atados de una pata, para atarantarles y atraparles nuevamente? Nuestro país y el sistema tan recurrente en repetir los errores históricos, lo consiente y lo consentimos…

Este año sin embargo, endurecidos los timbres migratorios primer mundistas: “Sepa la razón: ¿o por qué?” Siendo muy claros para la chocolatina media africana y muy oscuros para la colorante blanquiruches nórdica nos echaron, cual centroamericanos apaleados en buque, ingreso ominoso a las calidas fronteras trasatlánticas mexicas: “sin Bestia… a pesar del “Rey” de José Alfredo y de aquello “de que de piedra a de ser la cama” de Cuco Sánchez”. Mochilas, gorras, sacos, guantes… arrastrados por pasarelas y galpones... “¡Unos inches caminantes del éxodo nahuatlaco: de los andurriales de Aztlán a los “caminos de Michoacán” el bonito!”.

Así, de esa manera, maltrechos y en ayunas, desembarcamos de éste sueño soñador en la ciudad de canteras rosadas y calles abiertas en canal, antes de navidades y fines de año… “!!!Bubububuuuuuu!!!!” La tristeza dibujada como pegote, marchita de tanto usarse: con la alegría extinta en la mirada, con el fuego apagado, con la fiesta interna solitaria; desolada, ajena al gozo, la dicha, la sensualidad, ausente del rumor de la algaraza… “¿Quién quiere visitar amigos? ¿Familia? ¿Quién busca el consuelo en otros y otras? ¿Quién puede alzar la copa que no sea de hiel amarga y sabor a centavo? ¿Cómo no partir en trizas la dicha con el filo filudo del velo de la obsidiana?”.

“Cerrad cortinajes. Echad cerrojos. Apagad luces. Ahogad y callad ruidos… Sentaos el culete en algún rincón ominoso de la casa residencia, tumbad los codos sobre las rodillas suspirando, gimoteando en imperceptible bisbiseo, chapoteando en el indecible y la torturante melodía del silencio por los siglos de los siglos…”

El tiempo no tiene historia, va delineando su perfil a golpe de cincel. Seis contornos extraños. Seis figurantes en gris intenso y blanco platino deambulando por las aristas de una cosa que se deshace en la efímera línea imperceptible de una realidad inconsistente. Irreal. Zigzagueante.  La vigilia, la desolación, la zozobra hace que todo se vea acuoso… Seis vahos que se desahogan con parsimonia en la bruma de la noche espesa, helada. Doce manos que tentalean, apachurran, acarician, frotan y repiten el apretón, el tentaleo, el agarrón… Seis intenciones, dos desconsuelos desorientados, un pensamiento rector… “¡Déjate de mamaaa..rrachadas, ése! ¡Afloja, Nenuca! ¿Qué tanto es tantito, ésa? ¡Abre las orejas que no oyen! ¡El tiempo es una raíz agarrada! ¡Garra que aprieta y no se desgarra con una hamburguesa desdentada! ¡¡Entiende lo que es entendible!! ¡¡¡Están acá!!! ¡¡Montados en el tobogán!! ¡¡Parados en el hollín y el flotante polvo cósmico!! ¡Polvo de estrellas! ¡Picos, piñatas y colores de papel picado! ¡Sabores a caña, tejocote, mandarina! ¡Confeti! ¡Espanta suegras! ¡¡Presta pa´ la orquesta…!! ¡¡Saca petaca!! ¡¡Saca que apesta!! ¡¡¡Saca muelas y poninas dijo popochas!!!   ¡¡¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!”

Una lata de frijoles refritos en aceite, cebolla y chile picado. Ocho pedazos tristes de queso. Mendrugos y petadazos duros de bolillo sin lama de alguna noche sin fecha. Unos tragos de Sidra en vasos desechables, oculta y resguardada por el polvo, las telarañas y libros caídos por accidente hace meses, años. La santiguada promesa de que el Hulefante y el Raspar pagaran los tamales por sacar al Niño de la rosca que el Caballo hurtó de la panadería… Lagrimas de risa, bailongo y la noche que se extingue melancólica con las luces de la amanecida y el rumor de los primeros escuincles en los triciclos y los patines...

Los contornos de la Nenuca me abrazan desnudos, se frotan contra mi carne cálidos, bajo las sábanas que usamos para tapar los muebles del polvo...



Morelia. Enero, 2014.

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