sábado, 14 de mayo de 2011

Memorias del perro 4

Estábamos charlando con mi buen amigo el Perro, entre trago y trago de whisky escoses, dice que habría de hacer memoria y un ejercicio de reflexión. Ya está en esa hora en que, luego de dos pomos y tres platos de frituras, empieza a disertar vociferando cosas inconexas. Asegura que tal y como afirma Steve Seid el Iphone y el jazz son productos netamente norteamericanos, a los que habría que agregar, el wester en el cine. Jazz, Wester y Iphone en orden cronológico, porque guerra y asesinatos con pérdidas colaterales, datan desde el tiempo de la escritura bíblica con Abel masacrado por Caín. Agrega que títulos clásicos como: The searchers (1956), High noon (1952), Shane (1953), Unforgiven (1992), Red River (1948), The wild bunch (1969), Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), McCabe and Mrs. Miller (1971) Stagecoach (1939) y Cat bollou (1965) entre otros muchos filmes, han consolidado una línea única que los directores norteamericanos explotan ampliamente.



Sin embargo, el llamado género norteamericano por excelencia, no se crea que es cosa de los directores americanos en exclusiva. Son los realizadores italianos, con el llamado Spaghetti wester, quienes han potenciado de manera sobresaliente el genero rodándolo en su mayoría en España y no en las áridas regiones del América del norte como afirmara en una canción Chava Flores.



Es durante la década de los años sesenta que llegaron a la gran pantalla los primeros experimentos italianos y pronto se popularizaron con rostros claves como Clint Eastwood, Charles Bronson, Lee Van Cleef, Burt Reynolds o Eli Wallach quienes encontraron en las producciones del spaghetti wester un maravilloso trampolín único para sus carreras. Larga es la lista de realizadores italianos que han explotado en todas sus dimensiones el género: Sergio Leone, Sergio Corbucci, Tonino Valerii, Sergio Sollima, Carlo Lizzani o Enzo Barboni, entre muchos otros en oposición a directores norteamericanos tales como: George Stevens, Fred Zinnemann o John Ford.



El típico argumento del wester no requiere grandes proezas literarias ni nada parecido: simplemente un agravio en los lindes fronterizos –el agravio que sea-, unos indios o forajidos desalmados que lo infringen, unos viajeros o pacíficos granjeros que lo reciben y uno o dos vaqueros rejijos de su… que pistola en mano, rifle, cuchillo o látigo solucionan el entuerto sacándole sangre hasta a las piedras y arenillas silvestres. No se piense que en otras latitudes del mundo las historias de vaqueritos, indios, forajidos y sabrosas heroínas han pasado de largo. Por ejemplo muestra clara de este fenómeno digamos bondadoso, en su forma temática y argumental, en nuestro país son y han sido las obras fílmicas nombradas Enchilada wester que tienen como principal ingrediente protagónico a los hermanos Almada. Iconos del cine nacional –Fernando y Mario, los Aldama- han llenado la imaginería popular con innumerables aventuras de vaqueros a la “mexican curies”.


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