Me
pregunto como con palabras claras, literales frases, oraciones precisas
responder la pregunta recurrente: “¿Por qué me amas?”.
Primera
aclaración: Quisiera tener la verbalidad florida de un poeta; sintetizar este
cúmulo de sentimientos, ilusiones, anhelos que me provocan el excitante roce de tus dedos tibios; el
chispoteante fulgor de inteligencia que chispotea en el fondo de tus pupilas;
el embravecido mar aventurero de tu sonrisa al verme; la calidez de tus labios,
que sin ser carnosos y abrasadores, me rompen el centro del equilibrio; las mil
y un carretadas de ilusiones y anhelos comunes que nos unen y ponen tan
cercanos; el silbante rumor de tu timbre de voz que me envuelve; el
burbugueante sentido del humor que me seduce con sus salidas ocurrentes e
inesperadas; me atrapa tu sabiduría de mujer. Quiero encontrar la definición
exacta. Pero el hecho sólo de intentar develar este misticismo exótico es en sí
mismo ya una profanación.
¿Qué
por qué te amo?
Porque
eres tu.
Segunda
aclaración: sólo sé que es una certeza que se refuerza cada vez que me pierdo
en la dimensión universal de tus pequeños brazos amoroso y cálidos.
Te
amo, porque me has enseñado a creer que confiar en ti es posible. He sido un
descreído sin fe. Y porque mi voluntad esta puesta en el sentido, interés y
certeza de que puedo ofrecer las confiables evidencias de que tu puedes confiar
en mi; entiendo por lo tanto, que cualquier claroscuro no clarado
suficientemente es como esa letra chiquita de los contratos bancarios que en
cualquier momento pueden estallar irremediablemente.
¿Qué
cómo sé que te amo?
Porque
no hallo los conceptos precisos para decírtelo.
Porque
llenas todos y cada uno de los rincones de mis esperanzas y espectativas.
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