domingo, 9 de noviembre de 2014

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Toda relación humana
es una construcción.
¿Cómo se cimenta?:
En ilusiones, anhelos, intereses.
De ahí que
sin vínculos las personas
se extinguen; desaparecen.
Vivimos en el presente:
el pasado es sólo recuerdo,
nostalgia; y el futuro,
no existe.
El aquí y ahora es el presente,
tan efímero que se evapora
tan rápidamente que de
inmediato se transforma
en pasado; y no es cierto
que se construya el futuro,
ciertamente si no existe,
no puede haber construcción.
Para el pragmatismo,
sencillo es construir relaciones
simples, poco complicadas.
Habría que aclarar que,
las arquitecturas monumentales,
verdaderamente complejas;
mientras más inmensa y grande
la estructura,
mayores son los cimientos.
Viviendo en un momento
(siglo XXI) donde el individualismo
extremo que atenta contra todo
-hoy todavía me pregunto
si no siempre fue así-,
desarticula las construcciones o
simplemente, no les permite
germinar, nacer, hacer raíz.
Pero es obvio que
los vínculos entre las personas
viven el momento más crítico,
trágico de su historia.
Aunque el poeta de Parácuaro
tenga la razón: “y todo
¿para qué?”.

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